jueves, 29 de noviembre de 2012

CONSTRUCCIÓN DE IMÁGENES

Las circunstancias particulares de los períodos históricos de entre-guerras y posguerra en los Estados Unidos, sientan los fundamentos para el desarrollo paralelo de dos notables artistas: el arquitecto Richard Neutra y el fotógrafo Julius Shulman. Sus caminos se entrecruzan en numerosas ocasiones, cuando el primero comisiona al segundo para que fotografiara sus obras arquitectónicas, principalmente las casas que construyó en el sur de California entre 1935 y 1946.

Richard Neutra emigró a los Estados Unidos desde Austria en 1923 y muy pronto, para 1929, ya había construido una de sus obras más importantes, la “Casa de la salud”, para el doctor Philip Lovell en Los Ángeles. En 1935 comisiona a Shulman para fotografiar la casa Sternberg, recientemente terminada en el Valle de San Fernando. Esta fotografía ha sido intensamente discutida ya que es una de las primeras imágenes arquitectónicas que se presume que fue sujeta a un proceso de “post-producción”. Pero es indiscutible que la imagen más representativa del naciente estilo de vida americano, el célebre “American way of life”, es la fotografía de la casa Kaufmann en Palm Springs, California. En primer plano observamos la radiante piscina y en el fondo el paisaje desértico, la fotografía es un icono de la vida americana, confortable hasta en las circunstancias más adversas. El lenguaje formal de Neutra consiste en una geometría de volúmenes contrapeados, su insistencia en el uso del cristal totalmente transparente y sus muros que comienzan en el interior y se prolongan hacia el paisaje, son influencias presentes en muchos arquitectos hasta nuestros días. ¿Pero serían accesibles para nosotros sin las fotografías de Shulman?

Ambos artistas son autores de trabajos icónicos, no obstante que sus campos de trabajo sean tan distintos. La obra de Neutra es un icono de la arquitectura moderna, que proviene de la herencia europea y el trabajo de Shulman es la representación visual del modo de vida americano que emana de las casas que documentó en Los Ángeles durante este período. ¿Nos enfrentamos por primera vez a una fusión total entre arquitectura y fotografía? Al menos podemos afirmar que existe un balance perfecto entre la imagen y el objeto.

La fotografía de Shulman se nutre de las obras de Neutra, pero a la vez, las fotografías seducen al arquitecto con su poder persuasivo y lo guían en su diseño. Se trata indudablemente de “Arquitectura fotográfica”, tomando prestado el termino del crítico de arquitectura Keith Eggener.

Lorenzo Rocha

jueves, 22 de noviembre de 2012

ARQUITECTURA DE CINE

Hasta hace unas cuantas décadas, los arquitectos solíamos pensar que el principal —si no el único— soporte legítimo de nuestro trabajo era la forma construida. Los demás medios de representación de la arquitectura, los dibujos, fotografías, videos o películas documentales eran considerados sucedáneos o meros subproductos precedentes o derivados de la actividad constructiva. Pero más recientemente nos hemos percatado que las imágenes forman una parte tan relevante de la arquitectura como los mismos edificios y en ocasiones incluso juegan un papel aún más importante.

En un bosque de Oregon, en Estados Unidos, se encuentra una casa de notable diseño en cuanto a su forma y materiales. Se trata de la residencia que perteneció a un alto ejecutivo industrial, diseñada en 2007 por Jeff Kovel de la firma Skylab Architecture. Pero esta obra no la conocemos tanto por su diseño, el cual recuerda claramente a arquitectos modernos como John Lautner y por lo tanto a Frank Lloyd Wright, la casa es famosa por que aparece en la primera película de la saga cinemtográfica “Crepúsculo”. Es nada menos que la residencia de la familia Cullen, quienes son los personajes principales de la cinta vampiresca.

La cultura arquitectónica actual coincide más con la cultura cinematográfica y con la industria editorial que con el propio medio académico especializado. Se cumple la premisa expuesta por Beatriz Colomina: la arquitectura moderna es un fenómeno cultural de masas. Además podríamos añadir la apreciación de otro importante teórico español, Ignasi Solá Morales, quien afirma en su ensayo publicado en 1972: “La obra arquitectónica en la época de su reproductibilidad técnica”, que el proyecto arquitectónico contiene numerosas similitudes con el guión cinemtográfico. Solá Morales sigue el argumento seminal respecto a la arquitectura en cuanto a sus condiciones de recepción y su diferencia con el cine, establecido por Walter Benjamin en 1936: “Percepción distraída frente a percepción atenta, percepción táctil frente a percepción óptica”.

Si bien la obra construida en cierta forma escapa a la condición de reproductiblidad técnica, común al resto del arte moderno, sus imágenes fotográficas se presentan como material óptico de consumo masivo. Este factor llega al extremo cuando la obra se caracteriza como la vivienda del protagonista de una super-producción cinematográfica y deja de ser una residencia privada, discutida quizá en foros reservados para expertos, para convertirse en un elemento más de la cultura de masas.

Lorenzo Rocha

jueves, 15 de noviembre de 2012

VARILLAS AL CIELO

En las zonas suburbanas de la ciudad de México es muy frecuente observar en las azoteas de las casas, largos trozos de varilla a veces protegidos con botellas de vidrio vacías. Se trata de una imagen que sugiere que la casa no ha sido terminada del todo, o bien que su propietario planea construir uno varios pisos más cuando sus ahorros se lo permitan. La arquitectura derivada de la auto-construcción es un fenómeno muy frecuente en los alrededores de las ciudades caóticas como la nuestra, una imagen a medio camino entre ruina y desarrollo, la representación física de la pobreza que preferimos no mirar.

La razón técnica de la existencia de estas varillas disparadas al cielo es muy sencilla, para continuar con la construcción de la casa, los refuerzos verticales de concreto deben tener continuidad entre los distintos niveles de la casa. Sin embargo, el tramo para empalmar las varillas del nivel bajo hacia el siguiente solamente requiere una longitud equivalente a veinte veces el diámetro de la varilla. Esto significa que si consideramos la varilla más común, que tiene un diámetro de 3/8 de pulgada, el tramo de empalme considernado holgura suficiente para maniobrar no debería exceder de 30 centímetros, eso sí es muy importante cubrirlo de la herrumbre, por lo cual la función de la botella vacía es indispensable.

Entonces podemos especular que además del desconocimiento técnico de los detalles constructivos como este, los propietarios y constructores de esas casas, encuentran en las varillas un valor más alla de lo constructivo, no cabe duda que tienen también un valor simbólico aspiracional. Nos hablan de una cierta confianza en que el futuro de la casa será mejor que su presente y que el proyecto nunca estará totalmente terminado, deseos que seguramente compartimos todas las personas que nos dedicamos a la construcción.

Robert Smithson, uno de los artistas estadunidenses más representativos del minimalismo y el Land Art, visitó México en 1969 y dió una conferencia al respecto en la Universidad de Utah en 1972, durante su plática con estudiantes de arquitectura, expresó su opinión sobre las construcciones informales de México en los siguientes términos: “El constructor decidió en algún momento ampliar el espacio hacia un segundo piso, pero se dió cuenta que no era muy buena idea. Así que lo demolió dejando todos estos hierros en una especie de sensación espinosa en voladizo, me sugiere una imagen de Piranesi, es piranesiano por todos estos pisos sin final o escaleras que desaparecen entre nubes [...] diría que es una especie de ‘desarquitecturización’”.

Lorenzo Rocha

jueves, 8 de noviembre de 2012

CONTRA-ARQUITECTURA

Hace dos semanas Anatxu Zabalbeascoa publicó en el diario español El País, un interesante panorama sobre las posibles salidas y oportunidades que han emprendido los arquitectos españoles frente a la crisis económica que recientemente ha asolado a su país. El artículo titulado “Arquitectura mutante” publicado el 20 de octubre pasado, recorre un amplio panorama de iniciativas,  encabezadas principalmente por profesionistas jóvenes, quienes han elegido nuevos caminos de la mano de colectivos socialmente desfavorecidos para emprender estrategias de reinterpretación de uso del espacio público, así como algunos vacíos legales que permiten aprovechar espacios residuales dentro y fuera de los edificios.

Sin embargo, la periodista emite un juicio que denota un cierto sesgo en su objetividad al descalificar el trabajo de algunos artistas que toman a la arquitectura como su objeto de estudio. Zabalbeascoa descalifica aquello que ella misma denomina la “artistización” de la arquitectura como la “nueva arquitectura del espectáculo”. En el artículo critica la fotografía de Iwan Baan, específicamente el reportaje que el fotografo holandés realizó en el presente año de la Torre David, un edificio ocupado por unas tres mil personas indigentes en Caracas, como un retrato de un desastre convertido en reivindicación.

Me parece que el trabajo de artistas interesados en la arquitectura moderna en su estado actual, debe ser analizado más a fondo ya que aporta una visión estética muy distinta a la que se tiene desde la perspectiva del arquitecto. Estoy seguro que la intención de los artistas que tratan temas similares, como los trabajos de Heidrun Holzfeind, Lara Almarcegui o Alexander Apóstol, no tienen como objetivo persuadir al público acerca del contenido ético de las situaciones que retratan, más bien intentan presentar una visión más cercana de la viviencia real de los espacios generados por el movimiento moderno dentro de las grandes ciudades, revisados a la luz de los cambios sociales y políticos de los contextos donde se han edificado.

La respuesta de Alexander Apóstol acerca de la razón de su interés por la arquitectura es una clave suficiente para acercarse más a su visión fotográfica: “La arquitectura es el gran testigo de los habitantes de una ciudad. Es como un diario escrito acerca de lo que sucedió y lo que ha dejado de funcionar. La uso para ejemplificar y metaforizar varios aspectos de la vida de la ciudad, no tanto el aspecto formal de los edificios, sino el significado de ellos en la ciudad.”

Lorenzo Rocha

jueves, 1 de noviembre de 2012

EDIFICIO-ANUNCIO

Mediante la experiencia sensorial del espacio, todos los arquitectos buscamos —en mayor o menor medida— provocar reacciones emocionales o afectivas en los moradores de nuestros edificios. La arquitectura transmite un mensaje tácito que provoca reacciones distintas en cada individuo, pero todas ellas van ligadas directa o indirectamente a los valores que la arquitectura pretende representar. Estos valores, que el arquitecto plasma en su diseño, pueden ser de índole comercial, cultural, espiritual, u otro, independientemente de si se trata de construcciones públicas o privadas.

Beatriz Colomina, importante académica e investigadora en el campo teórico de la arquitectura, escribió en 1996 su libro: “Privacidad y publicidad, la arquitectura como medio de comunicación de masas”. El argumento central del texto es que la arquitectura se convierte en moderna únicamente cuando se involucra con los medios masivos de comunicación, desplazando radicalmente el modo tradicional de percibir la arquitectura, el sentido del espacio y la subjetividad. Como ejemplo, hace una lectura a consciencia de dos figuras centrales del movimiento moderno en arquitectura: Adolf Loos y Le Corbusier. El libro cuestiona seriamente algunos elementos ideológicos tácitos que subyacen a la visión generalizada de los valores de la arquitectura moderna y simultáneamente reconsidera la metodología de la critica de dicha disciplina. Mientras la crítica convencional presenta a la arquitectura como una práctica de alto valor artístico que la distingue como opuesta a la cultura de masas, Colomina considera a los medios masivos de comunicación, como un sistema emergente de percepción característico de todo el arte del Siglo XX. Sostiene que la arquitectura se construye como un discurso mediático y tiene su lugar en la inersección de todos los sistemas de representación que utiliza: dibujos, maquetas, fotografías, libros, películas y anuncios publicitarios. Sin soslayar la importancia del objeto construido, Colomina afirma que la disciplina arquitectónica se ha desplazado hacia el campo de la producción visual, utilizando las herramientas mediáticas como un medio más para su expresión.

En la era de la publicidad, la condición de la privacidad se ha transformado, la modernidad ha convertido lo privado en público, a través de su representación en los medios audiovisuales y escritos. La arquitectura moderna ha renegociado la relación tradicional entre lo privado y lo público, alterando en el camino la experiencia del espacio construido.

Lorenzo Rocha

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