jueves, 31 de octubre de 2013

ARQUETIPOS IMAGINARIOS

Hace una semana asistí a una peculiar exposición cuyo lema era: "El arte no es diseño". La muestra colectiva titulada "Arquetipos imaginarios", se llevó a cabo en un edificio muy cercano al Teatro Fru-Fru, que anteriormente estaba ocupado por una escuela de danza. Parece que ahora es un espacio en transición y entre sus usos se encuentra esta exposición, que fue coordinada por Martina Santillán y Luis Carrera-Maul.

Como en toda exposición grupal, las obras parecen transmitir un mensaje en conjunto, pero a la vez entran en conflicto y plantean al espectador una variedad de aproximaciones a un tema, de las cuales casi siempre derivan preferencias, según los intereses y afectos de cada visitante. Esta muestra cuenta con notables piezas de 14 artistas: Iván Buenader, Emi Winter, Víctor Guadalajara, Arián Dylan, Máximo González, Jesús Cruz Caba, Carlos Ranc, Aníbal Catalán, Edgar Orlaineta, Mariana Gullco, Emilio Chapela, Javier Hinojosa, Santiago Borja y Luis Carrera-Maul. Es precisamente la pieza de éste último, la que más me provocó reflexiones en torno al espacio y la arquitectura. Se trata de "H77 (nivel, calza y plomada)" una escultura para la cual, Carrera-Maul acumuló materiales resultantes de la demolición de una casa en la calle de Havre, colonia Juárez, apiladas de tal modo que forman un paralelipípedo rectángulo de 3.1 por 1.88 metros de base y 1.55 metros de altura. Diría yo que como escultura minimalista, cumple con los preceptos de piezas como  "Die" (Tony Smith, 1962): es muy alta para ser un objeto y muy pequeña para ser un monumento, lo cual la pone en tensión con el espacio donde se encuentra y con el cuerpo del espectador. Esto sin atender a su contenido simbólico, ya que el prisma se compone de elementos que antes fueron las puertas, marcos y ventanas de la casa, además de pertenencias de sus habitantes, como libros, papeles y cuadros.

Además de su carga emocional, la pieza me sirve como recordatorio y materialización de una reflexión derivada de "La cosa", el ensayo escrito por Martin Heidegger en 1949. El filósofo expone una paradoja en torno a una jarra, argumenta que la naturaleza de un recipiente no descansa en modo alguno en la materia de la que está hecho, sino en el vacío que acoge. En un orden similar de ideas, podríamos decir que una habitación no se forma solamente de los materiales con los que está construida, una pila de ladrillos y cemento son ciertamente diferentes de lo que comprendemos como habitación. Es necesario considerar el espacio invisible, vacío y silencioso rodeado de toda esa forma para tener una habitación, sin la nada no hay habitación.

Lorenzo Rocha

jueves, 24 de octubre de 2013

GUÍAS DE ARQUITECTURA

Casi todas las grandes ciudades en todo el mundo, cuentan con una o varias guías de arquitectura contemporánea. A veces se especializan en zonas o barrios de la ciudad y hay incluso aquellas que se dedican a la obra de un solo arquitecto en particular. La ciudad de México cuenta con varias de estas ediciones entre las que se encuentran la "Guía de recorridos urbanos por la colonia Hipódromo", "Citámbulos: Guía de asombros de la ciudad de México", la "Guía Barragán" o la "Guía de arquitectura contemporánea de la ciudad de México". Esta última, editada por el Instituto Nacional de Bellas Artes con el soporte de Fomento Cultural Banamex, fue realizada en 1993 por los académicos Louise Noelle y Carlos Tejeda. A pesar de haber sido reeditada y actualizada, primero en 1999 y más tarde en 2002, muchos de los edificios que aparecen en ella han cambiado radicalmente y algunos incluso han desaparecido. La guía cubre un espectro representativo de la arquitectura que sus autores consderan como la más relevante desde el año 1923 hasta 2002.

El libro es especialmente interesante por el rigor científico con el que fue realizado, pero a la vez contiene imprecisiones que plantean algunas interrogantes. ¿Porqué sus autores decideron publicar fotografías antiguas de muchas de las obras, en lugar de imágenes actuales? ¿Acaso la guía tiene la intención de persuadir al visitante de que los edificos permanecen intactos? ¿Hay en la edición alguna carga de romanticismo o apego a la imagen original de las obras?

Los ejemplos más importantes de dichas imprecisiones son varios: en primer lugar, el Conjunto Habitacional Nonoalco-Tlatelolco, construido en 1962 por el arquitecto Mario Pani, que aparece en la guía en fotografías anteriores al sismo que lo dañó en 1985. Situaciones parecidas se pueden apreciar en otras dos obras del mismo arquitecto: la Escuela Nacional de Maestros y el Hotel Plaza, ambos de 1945, los cuales sufrieron daños irreversibles durante el mismo terremoto y sin embargo, las fotografías publicadas muestran su aspecto original. Otras obras han pasado por etapas de remodelación posterior a su construcción que prácticamente las han dejado irreconocibles, como el caso del Hospital de Tuberculosis, diseñado por José Villagrán en 1929 y ampliado por el mismo arquitecto en 1941. Al igual que la Torre de Seguros Anáhuac de Juan Sordo Madaleno (1958), la cual sufrió una remodelación total de su fachada. También es importante mencionar el caso de la antigua sede de la Universidad Iberoamericana en Churubusco, construida en 1962 por Augusto H. Álvarez, la cual colapsó casi totalmente en el sismo de 1979.

Lorenzo Rocha

jueves, 17 de octubre de 2013

VIDA EN LAS ALTURAS

Los edificios altos, que definen los horizontes de las ciudades contemporáneas, tienen antecedentes en casi todas las épocas de esplendor de las civilizaciones antiguas. ¿El rascacielos actual tendrá realmente sus orígenes en la Torre de Babel? Culturas tan antiguas como los romanos edificaron las Insulae, bloques para vivienda multifamiliar de más de seis pisos, las cuales siempre estaban en riesgo de colapsar. Pero quizá las construcciones en altura más sorprendentes de la antigüedad son los edificios de lodo en Shibam, Yemen, edificados desde hace más de 500 años, que llegan a tener hasta 15 pisos y carecen de refuerzos metálicos o de concreto, quizá por ello a esta población se le llama coloquialmente "Manhattan del desierto".

Durante los siglos XX y XXI, gracias al acero, al concreto y al cristal, una gran parte de la población urbana de ciudades como Hong Kong, Singapur, Nueva York, Chicago, Tokio, Mumbai y Beijing viven en rascacielos de arriba de 40 pisos ¿Es posible tener un hogar en el piso 50 de una torre de acero y cristal? Para mucha gente en las ciudades modernas, incluso en la nuestra, esta pregunta resultaría absurda, ya que para cualquier persona que haya vivido siempre en un apartamento, la respuesta sería afirmativa. Quizá sea demasiado romántica la postura tradicional que considera habitable solo a la construcción de alta densidad y baja altura, como la mayor parte de la ciudad de México.

Probablemente el invento más importante para la vida en las alturas no sean las técnicas constructivas, sino la transportación vertical. El primer elevador para personas que se conoce fue construido en Francia en 1743, por ordenes del rey Luis XV, quien tenía pereza de subir las escaleras a la parte superior de su palacio. Hoy en día sería inconcebible vivir en un piso superior al tercero o cuarto nivel, si en el edificio no existe un elevador. De hecho, el reglamento de construcciones de la ciudad de México, no permite la construcción de edificios de más de cuatro pisos que carezcan de elevador. Es probable que por esta razón y por el costo de dichos equipos electromecánicos, gran parte del desarrollo de nuestra ciudad entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado no supera las cuatro alturas.

Es evidente que en la actualidad, el ascensor ya no es tan costoso para que influya sobre la altura de las torres de condominios, sin embargo, existen aún factores naturales como los sismos y vientos que limitan la construcción de vivienda en altura. No se debe descartar también el factor psicológico y el miedo a las alturas.

Lorenzo Rocha

jueves, 10 de octubre de 2013

ARTE MATERIAL

Una de las aportaciones más importantes del Modernismo a la historia del arte es sin duda el arte abstracto. Hasta el Siglo XX, casi todo el arte occidental se había basado en la imitación de la realidad. La pintura, la escultura y la poesía, se proponían la creación de representaciones de la naturaleza, ya sea mediante el realismo puro, o bien utilizando alegorías, las representaciones simbólicas de atributos morales que son intangibles. La arquitectura utilizó principalmente los motivos alegóricos, las figuras de lenguaje visual, como medio de su expresión de la naturaleza. Algunos ejemplos son la incorporación de las hojas de acanto, o las volutas en los capiteles clásicos. Incluso la arquitectura decimonónica utilizó espacios alegóricos, como las cavernas en el parque Güell en Barcelona, o el bosque de columnas pétreas de la Iglesia de la Sagrada Familia, ambas obras del arquitecto catalán Antonio Gaudí.

La exposición "El arte de lo real: EEUU 1948-1968", organizada por el crítico Eugene Goossen en el Museo da Arte Moderno de Nueva York en 1968, plantea precisamente este pasaje de la representación a lo abstracto en los siguientes términos: "La nueva actitud ha estado revirtiendo el significado del arte. En lugar de que la experiencia perceptual sea el medio para alcanzar un fin, se ha convertido en el objetivo principal de la obra... El espectador no se encuentra con símbolos, se le presentan objetos materiales, que él mismo habrá de interpretar". Goossen aclaraba en su enunciado que no se trataba de arte realista en imágenes, sino de objetos reales, experiencias físicas similares a nuestras vivencias sensoriales cotidianas. En la exposición se presentaron 57 obras de 33 artistas estadunidenses, entre los que se encontraban Donald Judd, Ellsworth Kelly, Barnett Newman, Tony Smith y Frank Stella, muchos de ellos considerados como minimalistas.

La exposición viajo sucesivamente a París donde causó una airada polémica, que cuestionaba la coherencia del enunciado curatorial, el cual fue interpretado como un gesto nacionalista y colonial por parte de los estadunidenses. Dicha polémica fue encabezada por el filósofo André Malraux, quien entonces era el Ministro de Cultura del gobierno francés.

A pesar de haber estado marginada de la discusión teórica sobre el arte, la arquitectura Modernista se puede considerar como un ejemplo paradigmático del "Arte de lo real", ya que se presenta ante nosotros sin elementos figuartivos, además de que carece de implicaciones simbólicas, al haber sido abolida completamente la ornamentación.

Lorenzo Rocha

jueves, 3 de octubre de 2013

MODERNIDAD

Cuando hablamos de la arquitectura moderna, aquella que ha sido realizada en tiempos recientes, es muy frecuente escuchar discusiones en las que existe una evidente confusión entre modernidad y modernismo. El término Modernidad se refiere a la Edad Moderna, el período histórico que comprende desde la Edad Media, hasta nuestros tiempos. Durante la Edad Moderna ha habido múltiples estilos arquitectónicos que han generado ciclos entre cánones y rupturas culturales. La más reciente de estas rupturas, sucedió al final del Siglo XIX, cuando se desgastaron el academismo y el el eclecticismo histórico como modos de hacer la arquitectura y surgió un estilo nuevo que se denominó Modernismo.

Los historiadores de la primera mitad del Siglo XX, en particular Henry Russell Hitchcock, sostenían que el Modernismo fue el primer estilo internacional, que tuvo ejemplos en casi todos los países del mundo, a diferencia de los estilos anteriores, que se extendieron por zonas geográficas restringidas culturalmente. En 1932, junto con Philip Johnson, organizaron la exposición "Arquitectura moderna: Exposición internacional", a partir de esa fecha se comenzó a etiquetar a la arquitectura moderna como Estilo Internacional. La exposición mostró los proyectos de 37 arquitectos, construidos en 15 países de dos continentes: America y Europa. Las tres características fundamentales de los edificios mostrados fueron: la ausencia de ornamentación, el predominio del volumen sobre la masa y la regularización de los elementos constructivos. Con estos tres elementos se estableció el cánon de la arquitectura internacional, que extendió su influencia a los demás continentes del orbe.

Hasta el dia de hoy, se sigue aceptando irreflexivamente este cánon y cualquier ejemplo distinto se descarta en el medio profesional como arquitectura vernácula o historicista. Solamente la arquitectura modernista es aceptada como arquitectura culta. Sin embargo, existen excepcionales ejemplos que han emanado de la periferia, de países como Australia, Chile, Egipto y México, que aún no cumpliendo con los cánones del modernismo, son considerados como ejemplos relevantes en la historia de la arquitecrtura moderna. Uno de estos arquitectos es sin duda, Luis Barragán, quien según Octavio Paz era un arquitecto moderno pero no modernista. Quizá Paz se refería al hecho de que Barragán cuestionara algunos valores del modernismo, como el predominio del volumen sobre la masa, el cual en sus obras opera a la inversa. Tampoco se puede decir que los espacios de Barragán carezcan de decoración, ya que su uso del color y del agua van mucho más alla de la funcionalidad.

Lorenzo Rocha

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