jueves, 30 de julio de 2015

IDEOGRAMA DEL ECO

Rara vez un artista o arquitecto se encuentra con un cliente que le dé carta blanca absoluta para realizar una obra por encargo. Uno de esos escasísimos casos sucedió en abril de 1952, cuando el empresario Daniel Mont dijo a Mathias Goeritz: "Tengo un terreno en la calle Sullivan, de unos quinientos metros cuadrados. Construya algo, haga lo que le dé la gana". Afortunadamente Goeritz, quien nunca antes había incursionado en la arquitectura, tenía en mente algo importante: su proyecto para un museo experimental, con el cual fundó el concepto de la arquitectura emocional. Dicho concepto de una arquitectura opuesta al funcionalismo, cuya principal misión sería transmitir emociones, fue publicado por el artista en 1954 con el título: "Manifiesto de la arquitecura emocional". El texto describe detalladamente el espacio del Museo Experimental El Eco, y es hasta cierto punto complementario del dibujo ideográfico.

El artista realizó inmediatamente una serie de dibujos para el museo y para la escultura de la serpiente que habría de colocar en el patio. Entre estos dibujos, destaca uno que lleva el titulo: "Dibujo ideográfico para El Eco". El término con el que los expertos se refieren a este cróquis requiere de una mayor reflexión. Un ideograma es un símbolo que representa a un concepto, en lenguas como el japonés, chino o coreano, la escritura no utiliza letras para formar palabras o frases, sino símbolos ideográficos que transmiten los significados de palabras, morfemas o sílabas. ¿Es entonces este dibujo una pieza de poesía concreta?

Al observar el dibujo queda muy clara la visualización total del espacio del Eco, desde su acceso y pasillo de entrada con la escultura "Grito" o "Torso femenino" como remate. También se ve claramente representado el ventanal con la cancelería en forma de cruz, el patio donde se ubicaría la escultura "La serpiente del Eco" y en una peculiar transparencia, el muro amarillo donde habría de realizarse un mural de poesía concreta. Del lado derecho se ve una puerta que da acceso a la escalera que conduciría al segundo piso, donde se instalaría la galería de Daniel Mont.

Mathias Goeritz utilizó un modo muy efectivo de representar el espacio, como un alzado desplegado en perspectiva de varias vistas simultáneas del espacio. Se trata de un modo poco ortodoxo de representación planimétrica arquitectónica, sin embargo, con las presencia de dos figuras humanas, da una idea muy clara y dinámica del movimiento de las personas por dentro del museo.

A este dibujo no le falta ni le sobra nada, de hecho es una representación casi perfecta de los elementos que componen a la obra primigenia de la arquitectura emocional de Goertitz.

Lorenzo Rocha

lunes, 27 de julio de 2015

EDUCACIÓN ESPACIAL

El artista norteamericano Robert Irwin, durante una conversación con su biógrafo Lawrence Weschler en 1982, dijo: "Ver significa olvidar el nombre de la cosa que uno ve". La conversación giraba en torno a la percepción de la luz y el espacio, por lo cual la respuesta fue tan condundente, que marcó un parteaguas en la interpretación del trabajo del artista minimalista nacido en 1928. El comentario de Irwin provoca una interesante reflexión en torno al pensamiento discursivo, opuesto al pensamiento visual.

¿Qué implicaciones tiene para el artista el cambio de un modo discursivo a un modo visual de pensamiento? ¿Podríamos decir que el trabajo del arquitecto requiere del desarrollo de una forma de pensamiento espacial? Para la enseñanza del arte se utilizan estrategias de pensamiento visual que consisten en el análisis de la información presente en un soporte bidimensional como puede ser un cuadro o una fotografía. Dichas técnicas, desarrolladas por el psicólogo alemán Rudolf Arnheim entre 1954 y 1969, constityen un sistema abierto de interpretación de la imagen mediante: "La clasificación de las formas visuales y sus organizaciones en patrones integrados por los atributos de dichas formas".

En cuanto a la arquitectura, el dilema entre el discurso, la imagen y el espacio reviste una complejidad más profunda que en las demás artes. La arquitectura no se sostiene en absoluto por la palabra, el relato y la explicación de un edificio y de sus espacios interiores, muy dificilmente puede sustituir a la experiencia corporal del espacio. A pesar de ello, los autores de libros ficticios o documentales son capaces de elaborar descripciones de recorridos y espacios que permiten al lector visualizar el lugar descrito, indudablemente la literatura puede contribuir positivamente en la educación del arquitecto.

Recientemente algunos autores como el finlandés Juhani Pallasmaa, han criticado los efectos negativos que la cultura ocularcentrista ha tenido sobre la educación y práctica de la arquitectura. El predominio de las imágenes fotográficas e infografícas, ha sustituido para muchas personas la voluntad de visitar personalmente las obras de arquitectura y sus experiencias corporales han sido suplantadas por material visual. Sin embargo, la arquitectura como fenómeno cultural, sucede en la intersección de todas sus formas de representación, ya que la información visual de projectos fantásticos nunca realizados, o bien de obras que han desaparecido, puede ejercer influencia positiva sobre los diseñadores de épocas posteriores.

En conclusión la educación espacial se compone de la suma e interacción entre los materiales literarios, las experiencia visuales y la vivencia real del espacio arquitectónico.

Lorenzo Rocha

jueves, 16 de julio de 2015

PALABRA DE ARQUITECTO

Algunos de mis colegas piensan que la labor del arquitecto es incompatible con el trabajo académico. Recuerdo la ocasión, cuando era estudiante de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, que me acerqué a conversar con un gran personaje, el doctor Carlos Chanfón. Durante nuestra charla le mencioné que estaba interesado en los antiguos tratados de arquitectura y amablemente me invitó a un seminario que impartía sobre Villard de Honnecourt, el célebre tratadista francés de la Edad Media, del cual se sabe que participó en la construcción de algunas catedrales como la de Chartres (construida alrededor del año 1200). Cuando le hable al profesor de mi deseo de continuar mis estudios de posgrado en arquitectura, él me advirtió que si deseaba dedicarme al diseño y la construcción, no me recomendaba estudiar el doctorado.

Lecciones como esta se quedan para toda la vida y a veces los mejores maestros que tenemos son aquellos que nunca nos dieron clases. Un buen ejemplo es el arquitecto estadunidense de origen estonio Louis Kahn, quien consiguió realizar proyectos fundamentales para el período modernista de la arquitectura mundial, mientras continuaba enseñando a generaciones de estudiantes de las Universidades de Pensilvania y Yale.

En el libro de John Cook titulado "Conversaciones con arquitectos" (1975), Kahn opinaba que "Cuando un edificio se construye, el arquitecto está impaciente por verlo realizado, junto a la construcción no puede crecer nada más. Basta mirar el edificio cuando ha sido terminado, para percatarse que cada una de sus partes, tan ansiosamente esperada y construida con tal cariño, intenta decirnos cómo fue construida". Esta reflexión solamente puede tener lugar en la mente de un arquitecto que además de cultivar su habilidad para el diseño, seguía profundizando en su parte humanística.

Los edificios son objetos concretos, que se construyen para satisfacer necesidades humanas, pero su parte artística está contenida en su interior espiritual. Georg Hegel lo explicaba en sus "Lecciones sobre la estética" al hablar de la arquitectura como el arte de la externalidad. Seguramente Kahn había estudiado a Hegel, ya que a continuación añadía: "Nadie escucha al edificio terminado porque ahora satisface una necesidad. Los deseos del arquitecto ya no son evidentes una vez que el edificio ha sido habitado. Pero al paso del tiempo, el edificio se convierte en ruina, entonces es cuando regresa el espíritu que motivó a su realización."

Los edificios se construyen con un propósito, sin embargo, cuando su función ha cambiado o han sido abandonados, expresan sensaciones similares a las que nos transmite la escultura, allí es donde radica la complejidad mayor de la arquitectura.

Lorenzo Rocha

jueves, 9 de julio de 2015

DERRUMBE INSÓLITO

Hace dos semanas, nuestro compañero el reportero César Velázquez informó en las páginas de este diario, acerca del intempestivo desplome de una casa en la esquina de las calles de República de Perú e Ignacio Allende, en el Centro Histórico de la ciudad de México. La causa aparente del colapso del inmueble de dos plantas fue el reblandecimiento de los cimientos debido a las lluvias, según la explicación de los bomberos.

Se trataba de una casa de más de 100 años de antigüedad que figuraba en el catálogo de inmuebles protegidos por el Instituto de Bellas Artes, que requeriría de una investigación más a fondo por parte de las autoridades delegacionales.

Durante el siniestro resultaron heridas tres personas que fueron trasladadas al hospital sin que sus lesiones resultaran graves, dos jóvenes que eran sus habitantes, se encontraban en el interior de la casa y la otra persona herida, una señora embarazada, pasaba por la calle frente a la casa al momento del derrumbe.

La ley de Desarrollo Urbano del Distrito Federal y su correspondiente reglamento contempla sanciones para quien por negligencia o intencionalmente provoque daños al patrimonio artístico inmueble en nuestra ciudad. Además los propietarios de un inmueble tienen responsabilidad civil sobre los daños que su propiedad pueda ocasionar a las construcciones vecinas o a la vía pública, ellos también deben hacerse cargo de la atención a las personas que resulten afectadas debido al mal estado de sus inmuebles.

Sin embargo, en este caso los bomberos se hicieron cargo de la remoción de escombros y posteriormente personal y maquinaria de la delegación Cuauhtémoc se ocupó de la retirada del cascajo, de tal manera que, salvo que decidan cobrarle estos gastos al propietario, el costo del siniestro lo habremos absorbido los demás contribuyentes.

Este hecho resalta la situación gris y nebulosa que vivimos, en cuanto a la aplicación de las sanciones que contempla la ley en contra de quienes no conservan adecuadamente o abandonan sus inmuebles, lo cual es muy frecuente en las zonas históricas de nuestra ciudad. La demolición no autorizada de algún inmueble es un delito grave y la negligencia es una de las formas de hacerlo, desgraciadamente esto sucede a diario en México, sin que las autoridades responsables lo castiguen. Muchos de los inmuebles patrimoniales de colonias como el Centro se encuentran en situaciones similares y en peligro de ser invadidos, siempre por el binomio entre propietarios y autoridades irresponsables.

No me sorprendería que dentro de unos meses viéramos alzarse en ese mismo predio, alguna construcción nueva que se beneficie de la calamidad de su antecesora.

Lorenzo Rocha

jueves, 2 de julio de 2015

COMERCIO AMBULANTE

El término comercio ambulante se utiliza en la ciudad de México como sinónimo de comercio en la vía pública. Además de ser un anatema utilizado en contra de quienes ejercen esta actividad de modo informal, la aceptación irreflexiva de estas palabras como una etiqueta negativa, excluye la posibilidad de analizar el fenómeno un poco más a fondo y discutir las posibles soluciones a los daños que ocasiona a nuestro entorno urbano.

Los comerciantes ambulantes en sentido estricto, son solamente aquellos que ejercen su actividad en movimiento, dado que la palabra latina ambulare significa "andar".  Responden a esta clasificación por ejemplo las personas que ofrecen productos caminando entre los automóviles o en los semáforos, o bien aquellos que empujan un carro o pedalean una bicicleta vendiendo su mercancía u ofreciendo sus servicios.

También conviene establecer una clara diferencia entre lo que está permitido hacer en las calles y plazas y aquello que está prohibido. Todas las actividades comerciales fijas o móviles que se realizan en la vía pública están permitidas, las que están prohibidas sencillamente no se llevan a cabo. Los permisos para ejercer estas actividades los otorga el gobierno, pero también resultan de acuerdos tácitos o explícitos entre los ciudadanos, acuerdos que siempre son respetados por la autoridad. En la ciudad de México tenemos un amplio márgen de tolerancia a las actividades informales en la vía pública, sean legales o reguladas, e incluso si van en contra de las leyes. El comercio en la vía pública es parte de nuestra identidad, existe desde que esta ciudad fue fundada hace más de siete siglos y es muy probable que prevalezca para siempre.

¿Qué diferencia fundamental existe entre un puesto de comida a la salida del metro, un mercado sobre ruedas o un restaurante que ocupa la vía pública? Las diferencias son muchas, sin embargo la mayoría de las personas tienen una percepción sesgada respecto a los problemas y beneficios que cada uno de estos ocasionan a la población. La mayoría de las personas piensa que el comercio informal es un problema y debería desaparecer, pero ¿donde comerían las personas que diariamente lo hacen en estos improvisados merenderos? Otra parte de la población considera que los restaurantes que utilizan la via pública para sus clientes son un beneficio para las calles donde se instalan, pero los vecinos que habitan en esos mismos edificios opinan lo contrario.

Es vital aceptar las diferencias de opinión y discutir constructivamente, para contribuir a tener una sociedad sana dentro de una aglomeración urbana tan extensa y diversa como la nuestra.

Lorenzo Rocha

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