El filósofo Marshall Berman, autor del término “urbicidio” y la crítica de arquitectura Ada Louise Huxtable, fueron activistas que se opusieron enérgicamente a las expulsiones de personas para demoler sus viviendas y permitir la construcción de proyectos más lucrativos en Nueva York durante los años setenta.
El desarrollo urbano no solo implica construcción, también requiere de demoliciones. Desde los años setenta comenzó una tendencia a expulsar a los habitantes de zonas urbanas supuestamente deterioradas para crear nuevos espacios para viviendas de más alto nivel económico. Esto sucedió igualmente en casi todas las capitales del mundo, con diferencias locales, pero con objetivos similares. De esta época proviene lo que ahora llamamos coloquialmente gentrificación, que significa el aburguesamiento de zonas anteriormente baratas y populares.
La técnica más usual del urbicidio en la ciudad de México es el abandono de edificios por décadas, hasta que literalmente se derrumban solos o se derriban forzosamente por el deterioro que han sufrido. Esto se verifica debido a que muchos de estos edificios forman parte del patrimonio arquitectónico inmueble y está prohibida su demolición. Pero en otras ocasiones, el urbicidio sucede por acuerdos entre las autoridades y las compañías promotoras inmobiliarias. Se han despejado enormes areas construidas para dar espacio a vialidades como el periférico o los ejes viales, los cuales después son ocupados por conjuntos de viviendas o edificios altos para apartamentos y oficinas, los cuales reciben coeficientes de ocupación de suelo mayores a los que anteriormente tenían, debido a que las calles donde se localizan han cambiado de forma, se han ampliado y el tráfico sobre ellas se ha acelerado. En otras situaciones se observan ventajas similares, como en el caso de las calles que se encuentran frente a los parques o extensiones de terrenos desocupados como barrancas o cañadas, ahi vemos muy frecuentemente construcciones de gran altura que explotan las vistas hacia las áreas verdes como parte de sus cualidades urbanas, con precios mucho más altos que los edificios que carecen de vistas a dichos paisajes.
Lorenzo Rocha