jueves, 24 de septiembre de 2015

TÁCTICAS URBANAS

En un libro muy recomendable titulado "Ciudades radicales, un viaje a la nueva arquitectura latinomericana" (Editorial Turner Noema, 2014) el autor y periodista Justin Mc Guirk, describe algunos proyectos como "tácticas urbanas", para hacer frente a la especulación inmobiliaria, la escasez de suelo edificable y los múltiples problemas políticos, sociales y económicos que se viven en las ciudades al sur de la frontera entre México y los Estados Unidos de América. ¿A qué se refiere el autor con "táctica" cuando en realidad describe un proyecto arquitectónico? Una táctica es un metodo para conseguir un objetivo, muy frecuentemente se emplea el término en la jerga militar. Entonces, ¿qué relación tiene la guerra con el medio urbano latinoamericano?

Según Mc Guirk el apremio por dar pronta solución a los múltiples problemas urbanísticos de ciudades como Medellín, Bogotá, Rio de Janeiro, Santiago, Lima, Buenos Aires y Tijuana, los arquitectos echaron mano de su creatividad hasta convertirse en "pragmáticos idealistas". El libro presenta interesantes ejemplos de proyectos arquitectónicos de "acupuntura urbana", donde sus autores no buscan una forma definida para las construcciones, sino más bien emprender acciones en beneficio de los residentes. En este contexto, el arquitecto ya no se ocupa de crear formas pasivas, sino formas activas: sistemas, redes, conexiones, infraestructuras, evitando a toda costa la imagen de casa-objeto del Modernismo.

Es así como los arquitectos como Alfredo Brillembourg, Alejandro Aravena, Giancarlo Mazzanti, Teddy Cruz o Luis Piedrabuena, tienen tanta influencia en los proyectos como los correspondientes alcaldes de sus ciudades o líderes sociales como Milagro Sala, Sergio Fajardo o Antanas Mockus. En resumen, lo radical de estas ciudades se encuentra en el reconocimiento de los asentamientos irregulares y de la arquitectura informal, no como el problema urbano a resolver, sino como la solución a la escasez de vivienda digna y el hacinamiento en los centro urbanos y la correspondiente expansión hacia los arrabales periféricos.

Parece ser que hay una correlación dentro de la situación desigual entre la riqueza y la pobreza, en la cual a cada edificio de lujo edificado en el suelo con la localización más privilegiada, le corresponde un número determinado de viviendas informales en una zona degrada y de difícil acceso.

La gran ausente dentro del urbanismo radical antes descrito, es sin duda la ciudad de México, donde todas la discusiones se centran en los grandes proyectos impulsados por el gobierno y el talento de los arquitectos está vertido en los proyectos para edificios icónicos sobre las avenidas principales.

Lorenzo Rocha

jueves, 17 de septiembre de 2015

USOS TEMPORALES

De vez en cuando tropiezo afortunadamente con algun estudio o proyecto interesante que al momento de su publicación había escapado a mi atención. En esta ocasión, gracias a mi amigo el artista Julio Pastor, ha caido en mis manos un fantástico libro titulado "El poder de los usos temporales" ("The Power of Temporary Use", Dom Publishers, Berlín 2013). El libro recoge los resultados del trabajo del grupo Urban Catalyst, conformado por los arquitectos Philipp Oswalt, Klaus Overmayer y Philipp Misselwitz, quienes llevaron a cabo talleres en la Universidad Técnica de Berlín entre 2001 y 2003, de los cuales emanaron interesantes casos de estudio en diferentes ciudades como Helsinki, Amsterdam, Viena y Nápoles, donde han proliferado estrategias para ocupar edificios abandonados con proyectos comunitarios, desde la década de los noventa.

Los urbanistas, promotores inmobiliarios y administradores públicos, consideran el abandono de predios y su ocupación para actividades informales como signos inequívocos del fracaso de sus proyectos y empresas. Sin embargo, dichos usos generan una inercia social que favorece el rescate de proyectos económicamente fallidos, dando a sus enclaves un alto valor de uso urbano. Dicho valor intangible no es apreciado por los promotores del desarrollo inmobiliario, pero los casos expuestos por Urban Catalyst, deberían servir como una lección invaluable para los arquitectos, quienes deben aprender, según sus autores a "formalizar lo informal e informalizar lo formal".

En Europa sin duda los usos temporales han alcanzado un punto donde se han llegado a formalizar y en algunos países, incluso se han legislado. Esto por una parte los han llevado a altos niveles de desarrollo y sofisticación, pero a su vez les ha restado dinamismo y originalidad. El espacio "Okupa" en el mundo desarrollado es casi equivalente a un producto comercial.

El otro extremo es lo que vivimos en la ciudad de México, que es una desregulación total delos régimenes de ocupación y densidad urbana que permiten que edificios altos que sufrieron daños durante el terremoto de 1985, sigan vacíos treinta años después. Un ejemplo importante del abandono y deterioro de un imueble en una zona de alta densidad, es el edifcio que perteneció a las oficinas de la compañía de seguros La Azteca, ubicado en la avenida Insurgentes en la esquina con la calle Niza. El edificio fue construido por el arquitecto José Hanhausen en 1952, siguiendo los preceptos del funcionalismo, pero lamentablemente sufrió daños en su estructura durante el tremendo sismo de 1985 y tuvo que ser desalojado. Hasta ahora sus propietarios no han hecho nada para rehabilitarlo, ni el gobierno de la ciudad ha propuesto ningún destino posible, ni siquiera la obligación de demolerlo, que corresponde por ley para los inmuebles con peligro estructural.

Lorenzo Rocha

jueves, 10 de septiembre de 2015

HIPÓTESIS SOBRE LA CIUDAD

El contexto urbano en la ciudad de México ofrece un panorama nebuloso desde el punto de vista de la gestión de los factores sociales, políticos, económicos y jurídicos que regulan y afectan a su desarrollo urbano e inmobiliario.
La ciudad, entendida como un campo de acción donde entran en juego las fuerzas de cada sector que la compone, actualmente sufre una descompensación notable entre las prioridades de los individuos o grupos que actúan sobre ella y la búsqueda del bien común. La lógica general de las reglas del juego entre las diversas fuerzas en la ciudad, es parecida al individualismo promulgado por el neoliberalismo. Dentro de dicha lógica el beneficio particular eventualmente conducirá a la consecución del bien colectivo. Sin embargo, si entendemos el nivel de complejidad que presenta el desarrollo urbano, sobre todo en cuanto a que no se trata de un sistema cerrado que sea capaz de autoregularse, las influencias externas a nivel nacional e internacional hacen casi imposible frenar la especulación y la desigualdad que priva en nuestra ciudad.
En un sistema complejo como este, todas las fuerzas deben actuar simultáneamente, ya que la competencia por el espacio es el principal motor del desarrollo. Cuando una o varias de dichas fuerzas se retiran del campo de acción, inmediatamente el vació que deja es ocupado por otra de la fuerzas actuantes, abonando un beneficio inmediato en las fuerzas prevalecientes. Sin embargo, al paso del tiempo, la falta de actuación de las fuerzas que se han retirado, agota la posibilidad de evolución de las fuerzas que han prevalecido, las cuales terminan sofocándose por la falta de oposición.
Tomemos como ejemplo un barrio hipotético en el cual actúan distintas fuerzas: el sector social representado por la población que lo habita, el gobierno local como fuerza política, los constructores y arrendadores de espacios habitacionales y comerciales, todos ellos regulados por las leyes de la ciudad. Cada una de estas fuerzas tiene como objetivo maximizar su agenda en el campo de acción, pero la competencia con las demás fuerzas evita que cualquiera de ellas consiga sus máximos objetivos. Con este simple mecanismo el conjunto de fuerzas se regula a sí mismo y se equilibra. Pero supongamos que alguna de estas fuerzas se retira del campo. ¿Qué sucedería si súbitamente se retirara el gobierno  de una zona específica de la ciudad y dejara la administración pública en manos de los habitantes? O bien ¿Que pasaría si los promotores inmobiliarios dejaran de construir casas o rentarlas en esa misma colonia y no hubiera oferta de vivienda para los habitantes? ¿Nos podemos imaginar los efectos de la desaparición del orden jurídico y de la rectoría del Estado sobre un territorio urbano? Seguramente un desorden generalizado invadiría esta hipotética comunidad. Sin duda el equilibrio entre las fuerzas es lo que mantiene viva a la ciudad.
Lorenzo Rocha

jueves, 3 de septiembre de 2015

VIABILIDAD

El desarrollo urbano de la ciudad de México se ha convertido en un negocio, por lo cual se explica que escuchemos con tanta frecuencia la palabra viabilidad en el discurso de los políticos y gobernantes. La administración pública no es una actividad con ánimo de lucro, el Estado invierte el dinero de los ciudadanos en infraestructura urbana cuyo destino único es el usufructo colectivo de dichos bienes. En nuestra ciudad el paradigma entre valor de uso y valor de cambio respecto al suelo edificable ha sido invertido y el espacio urbano se ha convertido en un bien de consumo. El gobierno de la ciudad funge como propietario del espacio urbano y comercia descaradamente con éste.

En días pasados se ha discutido hasta el cansancio el plan presentado por la empresa paraestatal Agencia de Promoción, Inversión y Desarrollo para la Ciudad de México (ProCdMx) para edificar areas comerciales concesionadas a operadores privados sobre la avenida Chapultepec. La discusión acerca del proyecto del arquitecto Fernando Romero ha polarizado a la opinión pública. El discurso de ProCdMx, secundado por el proyecto del arquitecto Romero, afirma que el único medio para mejorar la vía pública es la inversión privada, de otro modo parece que nuestras calles tienen que quedarse como están.

El arquitecto Alberto Kalach ha comentado durante un taller realizado el lunes pasado en la sede de la revista Arquine: "Primero hay que decidir que tipo de ciudad queremos, para después ver cómo la financiamos". Me parece que el director del proyecto Ciudad Futura, ha acertado. Además su idea es reforzada por su propuesta llamada "Otro Chapultepec", que a diferencia de la que promueve la empresa paraestatal, propone un parque lineal sobre la via pública y una nueva regulación de uso del suelo que revitalice el comercio, la vivienda y los servicios sobre las aceras de la avenida.

La filosofía de la política pública basada en la viabilidad financiera, inclinará la balanza aún más hacia el lado de la riqueza y la exclusión social. Si el gobierno impulsa y favorace solo a las empresas y personas que cuentan con los recursos para financiar proyectos, el espacio público de nuestra ciudad está en vías de extinción. El gobierno de la ciudad ofrece el espacio público a cambio de su autorización para que sea explotado por comerciantes, constructores y promotores inmobiliarios, como una solución pragmática a su falta de recursos para mejorar la calidad de las zonas céntricas de la ciudad, o bien para la edificación de vías rápidas o transporte concesionado. Pero la democracia se pone en riesgo cuando los funcionarios hacen caso omiso de las oposiciones de los ciudadanos a sus proyectos y cuando el único motor del desarrollo urbano es la financiación.

Lorenzo Rocha

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