jueves, 24 de marzo de 2016

TACUBAYA

En 1880 la ciudad de México tenía una extensión aproximada de nueve kilómetros cuadrados, hoy en día la zona metropolitana cubre un área de 1485 kilómetros cuadrados. El crecimiento de nuestra ciudad a lo largo de los últimos 150 años ha superado por mucho nuestra capacidad de abstracción. A finales del Siglo XIX el límite de la ciudad hacia el sur era el acueducto que se encontraba sobre la avenida Chapulepec, la Ciudadela quedaba a los límites de la ciudad.
El municipio de Tacubaya estaba fuera de la ciudad de México, era necesario tomar una carreta tirada por mulas que salía del Zócalo para atravesar los llanos y tomaba un par de horas llegar hasta él. No es sino hasta 1910 que Tacubaya, la Romita y otros pueblos aledaños aparecen en el mapa de la ciudad. Este proceso de conurbación de los pueblos que circundaban a la ciudad continuó durante los siguientes años, cada vez con mayor velocidad, hasta que en 1930 también Mixcoac, Xola y Coyoacán habían sido envueltos por la mancha urbana.
En Tacubaya aún es posible visitar el edificio del antiguo ayuntamiento, se encuentra sobre la avenida Revolución, en la esquina con la calle José María Vigil. A un lado se encuentra la Parroquia de la Candelaria y cruzando la avenida Revolución está un pequeño parque que una vez fue la Alameda de Tacubaya, antes de que la avenida Parque Lira la partiera literalmente en dos.
En los años sesenta la construcción del Viaducto Miguel Alemán y el Anillo Periférico terminaron con la vida apacible y tranquila de Tacubaya, dejándola casi como un residuo urbano entre las vías de alta velocidad, que con su ruido, humo y peligros, acabaron por convertir al antiguo pueblo, en un lugar inhóspito y degradado.
En la calle Gaviota, que fue el cauce de un arroyo, aún se encuentra el Hospital Escandón, creado en 1907 para atender a la población de bajos recursos. A unas cuantas calles, se encuentra aún funcionando la Iglesia de la Santísima Trinidad, construida en el Siglo XVI, la iglesia sobrevive aunque se encuentra casi materialmente bajo el segundo piso del Periférico. En la calle Manuel Dublán, a unos pasos de la estación del metro Tacubaya subsiste aún el Colegio Luz Saviñón, y en frente se encuentra la Primaria Guillermo Prieto, a las cuales se accede prácticamente entre los microbuses.
Tacubaya es una de las pruebas de que nuestra ciudad creció a un ritmo mucho más acelerado que nuestra capacidad de evolución y adaptación. Sin embargo, todo en la ciudad es reversible, y ahora es un buen momento de comenzar a cuestionar lo que nuestros antepasados y nosotros mismos siempre entendimos como desarrollo urbano.
Lorenzo Rocha

jueves, 17 de marzo de 2016

ATLAMPA

A solo 5 kiómetros del Zócalo se encuentra una colonia industrial con verdaderos tesoros patrimoniales y ochenta hectáreas de territorio urbano subutilizado. Por años se han estudiado en las escuelas de arquitectura, infinidad de posibilidades para su desarrollo, también los historiadores del arte han investigado hasta el último detalle posible de su arqueología industrial. Uno de sus más emblemáticos edificios, la Fábrica de textiles estampados "La Maravilla", construido en 1905, sigue en pie, pero solo se dedica a rentar espacios para almacenar mercancías. En su época de apogeo, también existieron industrias como la harinera "La Castellana", la cervecería "Central", el molino de arroz "La Luz", y muchas más que se dedicaban a procesar alimentos, a la metalúrgica y a la industria farmacéutica. Hoy en día solamente opera una tercera parte de las fábricas de Atlampa, en las demás naves hay talleres de muchos tipos, como madererías y otros, pero una buena parte está abandonada. Fue la primera zona industrial de la ciudad, la que fundó nuestra clase obrera, pero luego la propia ciudad la envolvió y sofocó. Uno de los factores que contribuyeron a su decadencia, fue la desaparición de los Ferrocarriles Nacionales, que permitían a las fábricas distribuir sus productos a nivel nacional e internacional.
No obstante sus dificultades, la colonia persiste en su vocación industrial, salvo por los ejemplos de edificación de viviendas de bajo costo, llevada a cabo principalmente por la companía desarrolladora Metropolitana durante los años noventa del siglo pasado. Existen muchas casas antiguas aún en pie y la iglesia del Santo Niño Jesús "El Limosnerito", de principios del siglo XX que está a lado de las vías de ferrocarril. Mucho espacio en la colonia se ocupa para almacenaje de archivos de dependencias públicas como el Instituto Mexicano del Seguro Social y la Secretaría de Hacienda.
La ciudad debería voltear la mirada a zonas como esta y ver su portencial de desarrollo, en lugar de seguir buscando la expansión del territorio urbano hasta sitios tan lejanos como el estado de Hidalgo. La viabilidad de una colonia como Atlampa se fundamenta en su céntrica localización y sus accesos al transporte público y a las vías de comunicación, además de la infraestructura eléctrica, hidráulica y sanitaria ya instalada. Sin embargo, en el caso de Atlampa, no solo es pertinente analizar su potencial como negocio inmobiliario, sino como la posibilidad de disfrutar de su patrimonio arquitectónico, haciendo ciudad y elevando el nivel de vida de sus habitantes presentes y futuros.
Lorenzo Rocha

jueves, 10 de marzo de 2016

INTERIOR ESPIRITUAL

El pasado 20 de febrero abrió sus puertas al público una exposición muy interesante de escultura, grabado y pintura del artista Jorge Yázpik, en la galería del Seminario de cultura mexicana, ubicado en la Avenida Mazaryk en Polanco, la muestra peranecerá abierta hasta el 14 de mayo. La exposición se compone de una centena de obras de distintos períodos del prolífico artista mexicano, quien ha utilizado los más variados materiales, como: mármol, obsidiana, piedra volcánica, concreto, oro, acero, bronce, caoba, ceiba y muchos más.

Su obra se relaciona estrechamente con la arquitectura, principalmente por que sus piezas escultóricas cuentan siempre con espacios interiores. Sin duda nos recuerda las "Lecciones sobre la estética" de Georg Hegel y su definición mínima de arquitectura como el arte de la externalidad, en la cual el filósofo alemán afirma que "en la escultura, el interior espiritual solo puede insinuarse", mientras que "en la arquitectura, (ese interior espiritual) habita en la forma sensible y en su material exterior, de modo que ambas dimensiones se acuñan la una en la otra sin predominar ninguna".

En las obras de Yázpik se eliminan las fronteras entre el interior y el exterior, e incluso en algunos casos ambas condiciones se revierten, como en una botella de Klein. El artista decide en ocasiones no trabajar la cara exterior de la piedra y dejarla en bruto, mientras que los interiores de sus obras los realiza con superificies cortadas con precisión geométrica y con acabados pulidos.

Quizá por las razones anteriores, las esculturas de Yázpik resultan muy atractivas para los arquitectos, una de sus exposiciones más importantes se llevó a cabo en 2005 en la Facultad de arquitectura de la UNAM. En una entrevista con José Gordon titulada "La música de las piedras", Yázpik habla de su interés por el espacio en su forma pura y abstracta, dice que desde su infancia jugaba a acostarse en el suelo y ver el techo totalmente vacío, para ver el espacio "de una manera abstracta, voltear la casa, voltear el espacio e imaginarse flotando sobre él, ahí se encuentra el espacio puro".

La obra de Yázpik es de considerable corporeidad, pero siempre trabaja alrededor del vacío, podríamos afirmar que la forma de sus esculturas no habita solo en el material del que están hechas, sino en el vació que contienen. Concebida de este modo, la escultura de Yázpik es la materialización de la Paradoja de la jarra, concepto filosófico de Martin Heidegger, en el que una jarra se define por el vacío que acoge y no por la forma ni por el material que la componen.

Lorenzo Rocha

jueves, 3 de marzo de 2016

ESCULTURA ARQUITECTÓNICA

Arquitectos contemporáneos como Zaha Hadid, Santiago Calatrava y Frank Gehry, siguen una tendencia formalista cuyos valores estéticos se mimetizan con aquellos de la escultura. El fenómeno puede ser observado desde distintos puntos de vista, por una parte coinciden sin duda con los ideales de la "Obra de arte total", una aspiración modernista fundacional, la célebre Gesamkunstwerk, la cual integra a la arquitectura con las demás artes y evita la decoración aplicada. Por otra parte, puede ser visto como una extremada abstracción del espacio habitable, una pérdida de la figura humana, a favor de la forma pura e intelectualizada de la escultura, construida a una escala más allá de lo monumental.

Esta tendencia tiene un antecedente poco comentado por la crítica, se trata de la estrecha relación profesional entre personajes claves del modernismo en Francia como Le Corbusier, Auguste Perret y Jean Prouvé, con el ingeniero y escultor André Bloc. Bloc nació en Argelia en 1896, su familia se mudó a Francia cuando él tenía 2 años. En 1920 estudió ingeniería, pero 20 años más adelante se dedicó a la escultura y a la edición de tiempo completo. Bloc fue el fundador en 1930 de la revista L'architecture d'aujour d'hui, la cual sigue en circulación hasta nuestros días. En 1951 fundó el grupo Espace con otros escultores como Victor Vasarely y Nicolas Schoeffer, quienes consideraban a la escultura y al arte en general como un fenómeno social, con repercusiones directas en la arquitectura y el urbanismo. Bloc trabajó muy de cerca con arquitectos, ya que sus esculturas representaban edificios en pequeña escala.

André Bloc realizó un trabajo muy interesante en Meudon, al sur de Paris, construyó dos pabellones de ladrillo y concreto en los jardines de su residencia, a los cuales llamó "Esculturas-habitáculos", los cuales materializaron sus ideas sobre una posible "síntesis entre la arquitectura y la escultura mediante la forma libre".

Existen similitudes conceptuales muy claras entre las esculturas de André Bloc y los edificios de Frank Gehry, en cuanto a su relación con la escultura. La forma libre es uno de los fundamentos del trabajo de Gehry, esto queda claramente expresado en sus dibujos a mano, previos a todos sus proyectos, donde expresa su voluntad de creación de formas sinuosas y su oposición a los edificios diseñados como cajas cuadradas. Mientras el trabajo de Bloc fue descrito por él mismo como "escultura arquitectónica", podríamos definir los edificios de Gehry como ejemplos de "arquitectura escultórica".

Lorenzo Rocha

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