jueves, 25 de octubre de 2012

ARQUITECTURA HABITADA

La interpretación de los valores artísticos presentes en la arquitectura, ha sido motivo de estudio para múltiples curadores y artistas contemporáneos durante al menos los últimos diez años. En cambio, el arte conceptual ha tenido mucho menor influencia sobre la arquitectura durante el mismo periodo de tiempo. Para iniciar una reflexión en torno a la relación entre la arquitectura y otras de las bellas artes, es casi indispensable recordar la exposición Trespassing: Houses by Artists (cuya traducción mas aproximada seria: Invadiendo: Casas por artistas), presentada en el año 2003 en el Mak Center for Art and Architecture de Los Ángeles. Para aquella exposición se planteo una colaboración entre los artistas convocados (Julian Opie, Renée Petropoulos, Jim Isermann y Chris Burden, entre otros) con el estudio de arquitectura angelino OpenOffice, para que las ideas de los artistas pudieran traducirse en planimetrías constructivas que los hiciera potencialmente realizables.
Actualmente se presenta una exposición interesante en el Museo Guggenheim de Bilbao, la cual lleva como titulo: “Arquitectura habitada.” La muestra se compone de obras que forman parte de los fondos del propio museo, entre las que destacan las esculturas de Liam Gillick, Doris Salcedo y Cristina Iglesias. La descripción del concepto fundamental de la muestra menciona al espacio y al tiempo como dos factores básicos para la comprensión de la poética arquitectónica: "Habitamos el espacio presente en función de nuestro pasado, al tiempo que creamos nuestro pasado partiendo de nuestro presente. Todos los edificios tienen su historia, [...] siempre es una historia de la transitoriedad, de lo vivido, o de lo escenificado."
Los arquitectos encuentran muy difícil la tarea de expresar los valores de  su arquitectura dentro de las salas de exposición, ya que se trata de una forma de arte eminentemente experiencial. En cambio, es muy útil e interesante observar el modo como los artistas contemporáneos utilizan con soltura los elementos arquitectónicos comunes, como el mobiliario de una cocina en el caso de Gillick, o la manera como Doris Salcedo ha ensamblado muebles antiguos combinados con colados de concreto, para dar origen a una pieza escultórica de altísimo contenido poético.
En una exposición de esta naturaleza, es importante tomar en consideración todos sus elementos, empezando por el titulo, que contiene un cuestionamiento tácito a la cualidad utópica de la arquitectura moderna. Actualmente es demasiado frecuente visitar obras que parecen haber sido construidas para no ser jamás habitadas.

Lorenzo Rocha

jueves, 18 de octubre de 2012

GÉNEROS FOTOGRÁFICOS

Del mismo modo que en la pintura figurativa se han definido géneros por la temática representada en los cuadros, también en la fotografía existe una taxonomía que la divide en géneros como el retrato, el paisaje, la naturaleza y otros más. ¿Podríamos definir a la fotografía de arquitecura como un género en sí mismo? Es probable que tal clasificación sea aceptada en el medio crítico, pero me parece más interesante discutir sus características particulares que clasificar a las fotografías de arquitectura en grupos específicos y diferenciados.
Las fotografías que tienen como objeto de estudio a la arquitectura pueden responder a motivaciones muy distintas dependiendo de las ideas que llevaron a sus autores a realizarlas.
Recordemos que la arquitectura fue el primer objeto del que se tiene registro fotográfico, Point de vue pris d’une fenêtre du Gras, de Nicephore Nièpce, la primera fotografía que se conoce, es la fotografía de un edificio. Quizá el principal motivo por el que se eligió a la arquitectura como primer objeto fotográfico sea una razón técnica. La dificultad de fijación de la imagen por el largo tiempo de exposición que requerían los primeros materiales fotográficos, hizo de la arquitectura un modelo idóneo por su inmovilidad.
La arquitectura moderna ha estado estrechamente ligada al desarrollo de la fotografía, se ha apoyado en ésta para la producción y difusión de las imágenes de los edificios, lo cual ha tenido un impacto decisivo en su interpretación y valoración crítica. Por esta razón, la mayor parte de la fotografía de arquitectura tiene como objetivo mostrar los proyectos del modo más realista posible y utiliza las técnicas disponibles para mostrar a la arquitectura como un objeto espectacular. Existe sin duda una intención estética por parte del fotógrafo que es independiente al objeto fotografiado, basta recordar las célebres imágenes producidas por Julius Shulman, cuando la revista estadunidense Arts & Architecture le encargó fotografiar en los años cincuenta, las Case Study Houses, en especial la casa construida por Pierre Koenig en una ladera de Hollywood, mirando al paisaje de la ciudad de Los Ángeles. Aún con la intencionalidad del fotógrafo como artista, la mayoría de las fotografías de arquitectura tienen una función documental que normalmente sobrepone el interés en la arquitectura por encima de la composición fotográfica. Sin embargo, durante el mismo período otros fotografos siguieron fotografiando a la arquitectura vernácula o anónima, manteniendo el ineterés en los edificios como objetos centrales de sus imágenes.

Lorenzo Rocha

jueves, 11 de octubre de 2012

ARQUITECTURA DE LA IMAGEN

Desde su inauguración hace quince años, el Museo Guggenheim de Bilbao, ha sido considerado un edificio revolucionario. El museo, diseñado y construido por Frank Gehry en 1997, según palabras de su director, Juan Ignacio Vidarte es “un sueño hecho realidad (un edificio que) ha catalizado un cambio de mentalidad en la ciudadanía: la recuperación de la autoestima”.  Sin duda, este museo cambió la imagen de Bilbao e influyó sobre su orientación económica, de ser una ciudad industrial a su transformación en un foco de servicios como el turismo, las finanzas y la investigación tecnológica. El decimoquinto anversario de la apertura del museo es una ocasión feliz para para la memoria reciente de los bilbaínos.
Pero el impacto de este edifico no solamente se percibe a nivel local, parece que ha sido un fenómeno mundial, por su amplia difusión mediante la infinidad de fotografías que se han publicado desde su construcción hasta ahora. Es indudable que gran parte de la importancia del Museo Guggenheim radica en su imagen, podríamos afirmar que es un fenómeno tan mediático, como arquitectónico. Hace algunos meses, la revista estadunidense Vanity Fair, publicó una encuesta realizada a 52 expertos, entre los que se encuentran arquitectos de varias nacionalidades, críticos, historiadores y académicos de alto nivel, a quienes se les preguntó cuáles eran a su juicio las 5 obras más importantes, construidas desde 1980. Era de esperarse que 28 de ellos (más de la mitad) mencionara al Museo Guggenheim de Bilbao, como la obra arquitectónica más importante del mundo en los últimos 30 años. Esta encuesta demuestra la importancia del papel que juega la difusión de la arquitectura mediante su imagen. En el caso del Guggenheim, la operación de posicionamiento publicitario fue perfecta, se combinó el contexto de una ciudad europea en plena recuperación económica, con la expansión de una institución cultural estadunidense, que empleó al arquitecto más mediático de la época para construir un edificio muy fotogénico. Sería posible que muchos expertos opinaran sobre la importancia del edificio sin siquiera haberlo visitado.
El Guggenheim es imagen hasta para los propios habitantes de Bilbao, a pesar de que casi todos conocen su interior, es muy frecuente escuchar comentarios donde se discute su imagen exterior, su integración al paisaje urbano, y su valor simbólico. La transformación de la capital vizcaína se basa en su posicionamiento dentro del mapa cultural europeo y este edificio, mediante la imagen, contribuyó de manera decisiva a su consecución.

Lorenzo Rocha

jueves, 4 de octubre de 2012

NATURALIZACIÓN

La arquitectura construida en México durante los últimos 50 años, cuenta con algunos ejemplos notables de obras diseñadas por arquitectos extranjeros. Sin embargo, una parte importante de la crítica dedicada al arte edilicia no incluye estos ejemplos en sus reseñas y compendios ¿será que mis colegas no consideran mexicana una obra construida por un extranjero en nuestro territorio? No me sorprendería demasiado que la respuesta a la pregunta anterior fuera positiva, ya que el nacionalismo que rodea al arte mexicano del siglo XX, ha llegado al extremo que toca a la xenofobia.

Artistas destacados que han trabajado en nuestro país siguen siendo soslayados por una buena parte de los críticos que no reconocen la obra de Mathias Goeritz, por ejemplo, como un fenómeno ligado a nuestro país, simplemente por que su creador nació en Alemania.

La arquitectura está inevitablemente ligada al lugar donde está construida, no solamente por los cimientos que la unen con la tierra, sino también por las características climáticas que la obligan a tomar en cuenta la orientación para aprovechar el asoleamiento y los vientos, además de el uso de materiales y procedimientos locales. La mayoría de los extranjeros que han construido en México, elogian la habilidad de los obreros y seguramente han echado mano de sus técnicas específicas. John Lautner construyó en 1973 una magnífica casa en Acapulco, el célebre arquitecto estadunidense fue uno de los primeros en reconocer a la mano de obra mexicana, que colaboró para la realización de una de sus obras más celebradas. Pero sin duda, el ejemplo más notable de una construcción integrada a su lugar es el Museo de Antropología de Jalapa, edificado en 1986 siguiendo el diseño de Raymond Gómez, otro arquitecto norteamericano. El edificio se compone de una sucesión rítmica de salas muy bien iluminadas y ventiladas por patios exteriores que se van sucediendo en escala descendente hacia el fondo de un terreno en ligero declive. El gran acierto de Gómez, quien también participó en la museografía de la colección permanente, es la colocación de piezas prehispánicas monolíticas tanto en interiores, como en los espacios exteriores del museo. Esto es algo que fue determinado por el clima y espíritu del sitio, que es radicalmente distinto al lugar de origen del arquitecto.

La sensibilidad respecto al lugar, con la que cuentan Lautner y Gómez, muestran que en ocasiones los arquitectos extranjeros son capaces de interpretar perfectamente las necesidades y condiciones locales, lo cual los convierte automáticamente en mexicanos por naturalización.

Lorenzo Rocha

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