jueves, 30 de junio de 2016

REVOLUCIÓN

Es fascinante pensar cómo habrá sido la ciudad de México hace 100 años, la población de la ciudad era aproximadamente de 470 mil habitantes, cifra similar a la cantidad de habitantes de algunas delegaciones actuales, o bien de ciudades medias como Cuautla, Tepic y Orizaba.

En 1914 había entrado a la ciudad el Ejército constitucionalista de Carranza, González y Obregón, comenzando con más de una década de magnicidios e inestabilidad en todo el país.

En aquellos años las colonias periféricas en torno al centro de la ciudad, las cuales habían tenido su auge durante la dictadura de Porfirio Díaz, frenan de golpe su desarrollo y caen en desgracia. Muchos de los habitantes adinerados de Santa María la Ribera, San Rafael, las colonias Roma, Juárez, Tabacalera y Guerrero, huyen del país y dejan sus propiedades en manos de sus empleados.

Algunos de los efectos de la inestabilidad política posterior a la Revolución, son la escasez de alimentos, la inseguridad, los saqueos y huelgas. En este contexto, el desarrollo urbano cambió dramáticamente, el ritmo de la construcción de vivienda e infraestructura bajó notablemente y cuando volvió a recuperarse, la naturaleza de las nuevas colonias fue muy diferente.

En las colonias antes mencionadas, es fácilmente perceptible la brecha de tiempo entre las construcciones originales, casi todas casas unifamiliares que datan de la última desde la última década del Siglo XIX, hasta la primera del Siglo XX, que se encuentran flanqueadas por las que se comenzaron a construir después del período inestable, alrededor de 1925, que en general se trata de edificios de apartamentos en torno a patios tipo vecindario.

En la actualidad los arquitectos en esta ciudad nos enfrentamos a un importante reto, ya que han pasado dos generaciones que no han sido capaces de retomar el desarrollo inmobiliario de las colonias centrales de nuestra ciudad, salvo en contados casos.

Los propietarios de manzanas enteras con construcciones que forman parte del patrimonio cultural construido de la ciudad, no tienen la iniciativa para conseguir que sus inmuebles se integren al desarrollo actual de la ciudad. Desde el fin de la Revolución hasta ahora, han quedado huecos enormes cerca del centro de la ciudad, que han caido en un estancamiento del que es muy difícil salir. Las normas protección oficial en las zonas patrimoniales, en lugar de ayudar a los inmuebles, los ha depreciado, ya que según las leyes, lo único que se puede hacer con una casa catalogada es restaurarla, lo cual es ilógico cuando dicha casa se encuentra en un contexto deteriorado. Este situación solamente puede cambiar mediante la creatividad de los arquitectos y la negociación entre propietarios y autoridades.

Lorenzo Rocha

jueves, 23 de junio de 2016

STATU QUO

La mayoría de las personas utilizan incorrectamente el latinismo Status quo, cuya forma correcta es Statu quo, que es una abreviación de la fórmula diplomática In statu quo ante, que se traduce al español como: "El estado anterior de las cosas". La frase se utiliza para describir la postura reaccionaria de las personas que no aceptan los cambios y luchan por restaurar las condiciones prevalecientes en el pasado.

El Statu quo también está ligado al conformismo, en cuanto a que es la resistencia al cambio y la búsqueda de la preservación de los privilegios de clase. En la novela "El Gatopardo", escrita en 1957 por Guiseppe Tomasi di Lampedusa, el personaje clave, Tancredi, dice a su tío Fabrizio, un principe siciliano: "Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie".

En los medios profesionales como la arquitectura, muchos de los encargos y contratos emanan de las relaciones sociales y políticas de los arquitectos y en gran medida, de la condescendencia que el profesionista tenga respecto a los intereses de sus clientes. Es común escuchar la frase "el cliente siempre tiene la razón" para justificar los caprichos de los dueños de la tierra y los recursos para la construcción.

Muchos arquitectos se han encontrado en la situación en la que tienen que optar por renunciar a un encargo o hacerlo de tal modo que resulte en un adefesio. Por desgracia la mayoría lo hará ya que sabe que si renuncian al trabajo, algun otro arquitecto lo hará en su lugar. En realidad la reponsibilidad del arquitecto en cuestión sería exponer sus argumentos elocuentemente, para ayudar al cliente a darse cuenta de que cumplir su capricho le dañaría a él en primer lugar y después al contexto donde se edifique, por ejemplo, su falso castillo medieval.

En la literatura se encuentran fuentes inagotables de inspiración para la crítica. Por ejemplo, el cuento titulado "Bartelby, el escribiente" de Herman Melville (publicado en1896), relata un episodio bizarro en el que un amanuense comienza a trabajar en un estudio legal. Como sabemos, en el Siglo XIX no existían las copiadoras ni impresoras, así que los documentos legales debían copiarse y transcribirse a mano. Bartelby es un hombrecillo que se niega a hacer su trabajo sin dar ninguna explicación a su jefe y ambos se enfrascan en una relación distorsionada en la cual el empleado se niega educadamente a cumpir las órdenes de su patrón y éste no sabe cómo debe reaccionar.

El caso de Bartelby ha sido adoptado como ejemplo de la actitud correcta desde el punto vista ético y la integridad moral de quien, ante una solicitud absurda de un cliente, se atreve a responder: "No, preferiría no hacerlo".

Lorenzo Rocha

jueves, 16 de junio de 2016

EL DETALLE

La gente que aprecia la buena arquitectura, quizá no se percata de los detalles. No obstante, casi cualquier persona los percibe involuntariamente y por ello puede expresar su opinión sobre un edifcio, después de haberlo visitado.

Recuerdo que durante mi primer año como estudiante de arquitectura, se transformó totalmente mi percepción del espacio construido. De un momento a otro, aprendí acerca del modo de organización espacial de la arquitectura y la forma en que se construyen sus espacios. Súbitamente, los detalles constructivos se convirtieron en una obsesión, no podía dejar de mirar las cornisas, los pisos, las puertas y los muros de las habitaciones donde me encontraba, tratando siempre de descubrir cómo habían sido construidos y pensando en maneras para mejorarlos.

Existen dos arquitectos modernos que han destacado por su habilidad para resover detalles constructivos. El primero sin duda es el italiano Carlo Scarpa (1906-1978), quien realizó pocas obras, relativamente pequeñas y casi siempre remodelaciones de edificios ya existentes. Quizá por esta razón Scarpa se convirtió en un virtuoso para solucionar las uniones entre materiales, las puertas, ventanas y los herrajes, de un modo altamente poético. Una de sus obras mejor logradas es la tumba para la familia Brion, construida en 1968 en el cementerio de San Vito d'Altivole, cerca de Treviso. No es casualidad que el propio arquitecto también yazca en el mismo cementerio, en una tumba muy modesta, diseñada por él mismo.

El segundo es Louis Kahn (1901-1974), arquitecto estadunidense de origen estonio. Kahn tuvo una visión integral de sus proyectos, que le permitió concebir los proyectos, espacios y detalles con un alto nivel filosófico, mediante el cual todos las detalles y las soluciones arquitectónicas derivaban de una idea rectora, la cual iba cambiando de un proyecto al siguiente. Un ejemplo excelso de la arquitectura de Kahn es el Instituto Salk en La Jolla, California, en este edificio es muy fácil notar la congruencia entre su plano, sus volúmenes y las soluciones particulares de todos sus elementos.

Para un arquitecto, cada nuevo proyecto es emocionante. Cada arquitecto tiene su propia metodología, sin embargo la calidad de los espacios se expresa a través de un canal de comunicación que el diseñador tiene con el resto de las personas sensibles. Quizá por esa razón Ludwig Mies van der Rohe, otro gran maestro moderno, solía afirmar que Dios está en los detalles. Paradójicamente, las obras de Mies consiguen neutralizar la fuerza expresiva de los materiales, dado que casi todos los detalles arquitectónicos de sus edificios se encuentran ocultos a la vista.

Lorenzo Rocha

jueves, 9 de junio de 2016

RECICLAJE

El costo del transporte de materiales de construcción y elementos prefabricados para la elaboración de cualquier parte de un edificio o casa, suele ser considerado como marginal. En la mayoría de los casos éste no excede una décima parte del presupuesto total, por ejemplo en el caso de ventanas o cualquier tipo de obra de carpintería. Cuando un arquitecto consigue algún material o elemento constructivo para reciclarlo, muy frecuentemente debe pagar solamente el desmontaje, adecuación y transporte del mismo, con lo cual reduce su costo a la mitad o menos, según cada caso.
Durante una demolición, se reciclan casi todos los materiales menos los escombros, existen compañías especializadas en la recolección, limpieza y comercialización de todo tipo de materiales de construcción usados y algunos de ellos alcanzan precios similares a los materiales nuevos.
Paralelamente a la industria del reciclaje, ha surgido en los últimos 20 años, una corriente de diseño que se fundamenta en la recuperación de materiales descartados por otras personas. Parte del argumento de los arquitectos interesados en el reciclaje, es de carácter ecológico. Por ejemplo, Alejandro D’Acosta, quien tiene su taller de Arquitectura Contextual en Ensenada, explica que le interesa utilizar solamente materiales del sitio donde construye, evitando así la importación de insumos desde lugares lejanos y recuperando infinidad de objetos que ya no sirven a otras personas. En 2013 construyó en el Valle de Guadalupe, la sede de la casa vinícola Vena Cava, utilizando barcos como techumbres de casi todos los espacios, además los muros surgieron de la excavación y consolidación del terreno natural. La propia casa del arquitecto en Ensenada está cubierta con la madera de un puente de principios del Siglo XX, el cual fue adquirido y adaptado por él.
En los Estados Unidos existen también muchos ejemplos de arquitectura de reciclaje, un caso notable es la casa que el arquitecto Olle Lundberg construyó para su propia familia en Sonoma, un bosque localizado al norte de San Francisco. El arquitecto comenzó a construir la casa en 1996 y afirma que aún no ha terminado. Toda la madera utilizada para la estructura, ha sido reciclada de demoliciones de sus otros proyectos, así como las ventanas y muchos de los herrajes. La piscina en la terraza de la casa fue hecha dentro de un tanque industrial de madera, que el arquitecto obtuvo por obsequio de uno de sus clientes, ya que encontraba dentro de su propiedad. Lundberg explica que la operación de desmontaje y transporte de los maderos del tanque hasta su casa fue muy difícil y más costosa que haber fabricado la estructura en el sitio, sin embargo, los beneficios ecológicos, entre ellos la cantidad de árboles que dejaron de talarse, no pueden medirse monetariamente, pero son un ahorro indiscutible.
También el reciclaje tiene a su favor que en la mayoría de los casos los procesos de desmontaje, transporte y adecuación de elementos desechados, consume mucha menos energía que la fabricación nueva, por lo tanto, resulta en operaciones que gastan menos electricidad y queman menor cantidad de combustibles fósiles, lo cual resulta en una contribución a la reducción de la contaminación ambiental.
Lorenzo Rocha

jueves, 2 de junio de 2016

COSTOSO RETRASO

Parece que las soluciones a los problemas urbanos de nuestra querida, odiada y sufrida ciudad de México, siempre llegan tarde. Aunque debo admitir que nunca será demasiado tarde para una buena solución. Celebro que finalmente el tren rápido a Toluca será una realidad en 2017. Un ferrocarril interurbano como este, es la mejor solución para la movilidad desde la metrópolis hacia las periferias y ciudades vecinas como Puebla, Pachuca y Cuernavaca. El recorrido del tren a Toluca comenzará en el Observatorio y hará paradas en Santa Fe, Lerma, Metepec y la terminal de autobuses, antes de finalizar su recorrido en Zinancantepec, cubrirá una distancia total de casi 60 kilómetros en tan solo 40 minutos. Las autoridades afirman que gracias a este tren, diariamente dejarán de circular 200 mil vehículos.

En otros rubros relacionados con la movilidad no hay tan buenas noticias. Por ejemplo, continuan los proyectos para autopistas elevadas, la proxima inauguración del segundo piso que conectará el Viaducto-Tlalpan con la autopista a Cuernavaca, alentará el uso del automóvil y reducirá las posibilidades para que la gran cantidad de población obtenga medios de transporte público, que requiere para llegar a la capital de Morelos.

El gran rezago en la planificación y ejecución de obras de infraestructura en nuestra ciudad está resultando en un altísimo costo, principalmente en el aumento de los niveles de contaminación ambiental. Las acciones que se emprendan ahora, darán frutos en varias décadas, por ello las omisiones en las que han caido nuestros gobernantes son tan graves e imperdonables.

De nada sirve lamentarse por los errores cometidos en el pasado, es mucho mejor pensar en las soluciones que de verdad puedan mejorar las condiciones de vida en nuestra ciudad en el futuro. Considero que está deberá ser la misión del Congreso Constituyente que eligiremos en breve.

En la nueva constitución de la ciudad de México no pueden faltar leyes que hagan obligatoria una politica de movilidad sostenble, fundamentada en el transporte público no contaminante. Por ejemplo en Holanda, recientemente se ha aprobado una ley en contra del uso de vehículos que consuman combustibles fósiles. Nuestra nueva constitución deberá tomar en cuenta el primer artículo, el de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. para aplicarla en todos sus demás artículos. La igualdad debe ser el fundamento de las políticas, educativas, habitacionales, fiscales, electorales y de la seguridad social. En fin, la igualdad de las condiciones y las oportunidades para todas las personas, deberían ser el fundamento de todas las leyes que componen la constitución, así como las leyes y los reglamentos que deriven de ésta.

Lorenzo Rocha

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