jueves, 28 de febrero de 2013

DIBUJAR

El dibujo es sin duda, una parte fundamental del lenguaje humano, es una forma de expresión que se encuentra a mitad de camino entre la escritura y la pintura. Puede ser una forma de arte, si es que su intención es estética, pero si solamente se usa para ilustrar un pensamiento, se parece más a un medio de expresión escrita. De hecho muchas personas acompañan sus notas de viaje con sencillos dibujos de aquello que les impresionó más en su jornada. También los escritores tienen en ocasiones la necesidad de ilustrar sus textos con algún diagrama o cróquis que aclare más alguna de sus ideas literarias.

Los arquitectos dibujamos constantemente, ya sea para materializar y tener a la vista algún concepto o idea espacial, o bien para transmitir las instrucciones para que los constructores tengan la posibilidad de ejecutar nuestros proyectos. Por su carácter abstracto, el dibujo arquitectónico está repleto de símbolos, muy frecuentemente vemos en los cróquis de los arquitectos un pequeño sol en la parte alta del dibujo, que indica la orientación del edificio, o el viento representado por una flecha y nunca falta una figura humana en cualquier boceto arquitectónico.

“Prefiero dibujar a hablar. Dibujar es más rápido, y deja menos espacio para la mentira”, decía Le Corbusier. El famoso arquitecto suizo dibujó innumerables bocetos de la Villa Saboya, construida en 1931 cerca de París, los cuales expresaban una idea de la casa como una “caja suspendida en el aire”. Ciertamente dibujamos lo que no podemos decir con palabras y los arquitectos en particular a veces explicamos verbalmente solo aquello que no podemos dibujar. Siendo una herramienta de comunicación, el dibujo del arquitecto rara vez tiene la fuerza y expresividad estética que tiene el dibujo artístico. Por ello, es extraño que se realicen en ocasiones muestras donde se exhiba el dibujo arquitectónico como pieza de arte. Si se trata de una exposición con intención didáctica, los bocetos pueden contribuir a la comprensión de los proyectos exhibidos, junto con las fotografías, planos y maquetas a escala. Pero, ¿quién puede comparar un cróquis de Le Corbusier con un dibujo de Giacometti? La capacidad de síntesis y expresividad que tiene un dibujo de Picasso, jamás la tendrá un cróquis de Álvaro Siza, aunque pudiera llegar a asemejarse al dibujo del artista.

En resúmen, los arquitectos dibujamos para poder construir y una vez que el edificio está concluido, sus demás sub-productos, incluidos dibujos, fotografías y modelos, comienzan a operar en un campo comunicativo bidimensional, quedando la obra construida como la principal manifestación espacial de la idea arquitectónica.

Lorenzo Rocha

jueves, 21 de febrero de 2013

CASA EN VENTA

Al norte de la ciudad de México, dentro de Las Arboledas, se encuentra un pequeño desarrollo inmobiliario llamado Los Clubes que fue planeado por Luis Barragán en 1961. Dentro de dicho conjunto de casas y establos, Barragán construyó para la familia Egestrom, una casa y la famosa Cuadra San Cristobal en 1967. Se trata de una verdadera obra de arte por el perfecto equilibrio que el arquitecto consiguió entre el espacio, la luz y el color.

Las obras maestras de arquitectura son hasta cierto punto los objetos de arte más frágiles. A pesar de su aparente solidez, cuando una construcción cambia de función, es muy difícil que su readaptación se apegue a sus características espaciales originales, ya que sus habitantes —en este caso, humanos y equinos— constituyen una parte esencial en la experiencia de sus espacios.  Además su conservación es muy costosa y si llegan a perder su destino y valor original, fácilmente pueden ser transformadas o demolidas si es que no encuentran un modo de ganarse su permanencia como museos o monumentos. No hay que olvidar que la arquitectura está ligada inevitablemente al mercado inmobiliario, el cual tiene como su principal portavoz al bulldozer. El orígen de este fraccionamiento fue la expansión de la ciudad hacia los suburbios, pero nuestra metrópolis ha crecido tanto, que hay una intensa presión comercial sobre muchas zonas que solían ser remotas. La casa es visitada diariamente por numerosas personas interesadas en la arquitectura de Barragán: estudiantes, turistas, arquitectos o simples curiosos. Algunos son mexicanos, pero la gran mayoría proviene del extranjero, curiosamente de Japón. Parece ser que la cuadra se ha vuelto un lugar preferido para la peregrinación turistica que viaja desde del lejano oriente, esto no deja de ser extraño ya que entre las influencias de Barragán no se cuentan elementos provenientes de la cultura del sol naciente.

Desde hace algún tiempo la casa y la cuadra están en venta y aunque la lista de posibles compradores no es muy extensa, nos preguntamos cuál podría ser su futuro. ¿Quién podría estar interesado hoy en día en adquirir una casa de tales dimensiones con espacio para cuidar y entrenar a una docena de caballos de salto? Si la comprara alguien que no estuviera interesado en habitarla o en la hípica, ¿que destino podría darle a la propiedad? Estas son preguntas muy difíciles de contestar, esperemos que encuentre su mejor destino, por el bien de quienes ahora disfrutamos de su magnífica arquitectura.

 Lorenzo Rocha

jueves, 14 de febrero de 2013

ARTE Y ARQUITECTURA

A menudo leemos esta frase coloquial, sin reparar en el hecho de que se trata de un pleonasmo. La arquitectura es una de la bellas artes, no es necesario hacer una distinción en entre ésta y las demás artes. Sin embargo, cuando he tenido la oprtunidad de trabajar para algún museo o galería, construyendo espacios efímeros o didácticos, ha surgido invariablemente la ambigüedad implicita en la arquitectura. La polémica comienza cuando se discute la funcionalidad de la construcción, como si las otras artes como la pintura, la escultura o la fotografía carecieran de una finalidad útil. Las necesidades humanas se manifiestan en múltiples niveles que van desde la satisfacción de funciones simplemente fisiológicas, hasta otras más complejas como las necesidades psicológicas o simbólicas, que aparecen simultáneamente con aquellas que son corporales. La necesidad del arte es un tema muy discutible en todas sus aristas, pero es innegable que todo ser humano necesita incorporar el gozo estético a su vida cotidiana. No conozco a nadie que no escuche música o tenga colgado en su pared al menos un cartel o una fotografía sólo para disfrutarla mediante la vista.

En ese sentido, todas las personas están involuntariamente en contacto con la arquitectura como arte. Es verdad que cuando buscamos una casa lo primero que nos importa es la protección del frío o del calor y que en ésta existan elementos funcionales como los baños y las cocinas. Pero el confort no es la única motivación que nos guía para elegir nuestro espacio vital. Nos importan igualmente las vistas, la luz natural y la forma general del lugar donde habremos de vivir, todos tenemos algun estilo o época predilecta con la cual nos sentimos identificados o sentimos algun tipo de atracción, esta motivación toma en cuenta sin duda valores simbólicos y estéticos más alla de solamente contemplar los aspectos físicos.

El artista estadunidense Donald Judd, escribió en 1987 un texto que se titula justamente “Art and Architecture”, en el cual discutía la relación entre ambas formas de arte y acerca de los términos mediante los cuales un edificio cualquiera puede ser resignificado mediante su readaptación, a veces quitando aquello que le estorba y no le permite ser considerado como objeto artístico. Lou Anne Greenwald, curadora del Mak Center for Art and Architecture de Los Angeles escribió en 2003: “Si se construye un espacio, la gente lo habita y después desaparece sin dejar rastro, ¿se trata de arquitectura o arte?” y la propia autora responde: “Quizá la respuesta no tenga importancia”.

Lorenzo Rocha

jueves, 7 de febrero de 2013

ARQUITECTURA VIVA

Dentro de la arquitectura habitacional contemporánea, se distingue muy claramente entre la arquitectura de autor y los proyectos comerciales, que no se ajustan a gustos y necesidades específicas y por tanto se pueden considerar hasta cierto punto como genéricos.

El trabajo del arquitecto varía notablemente cuando establece un diálogo con el potencial habitante de sus espacios, tiene que profundizar en la personalidad de los habitantes futuros de la casa, a diferencia de la vivienda comercial donde se diseña para clientes hipotéticos. Sin embrago, en ambos casos son los propios habitantes de la casa, quienes hasta cierto punto “completan” el proyecto, cuando se mudan con sus muebles, cuadros y objetos. Pero incluso dentro del rubro de la decoración existe en ocasiones la influencia del arquitecto como autor. Se trata de una cuestión de control sobre el resultado del proyecto, que incluso podría abordarse desde el punto de vista psicológico, ya que la relación entre el diseñador y sus clientes es compleja y toca incluso partes muy subjetivas de sus respectivas personalidades.

Dicho fenómeno es muy fácil observarlo en las revistas especializadas en arquitectura y decoración. Por ejemplo, las revistas de corte académico, que están dirigidas principalmente al gremio de los arquitectos, como son Domus, Architectural Record o El Cróquis, tienen un estilo de presentación de los proyectos habitacionales donde prácticamente ha sido borrado todo rastro humano. No solo están ausentes los habitantes, tampoco se ven sus pertenencias. Se ven fotografías de casas prácticamente vacías, decoradas para crear un montaje específico para su publicación. Otro tipo de revistas muestran casas decoradas por sus dueños y por especialistas contrados por ellos, entre ellas se encuentran Architectural Digest, Casas y Gente, entre otras, cuyo público es más general. Son del interés de los arquitectos pero también cubren al mercado que se interesa en ideas para la decoración de su propia vivienda. Curiosamente muestran los proyectos de un modo más desenfadado que las publicaciones académicas, no omiten ciertos rastros derivados del uso cotidiano de los espacios, lo cual da una sensación de que la casa está en uso y transmite una idea de arquitectura más viva que la que se percibe en las revistas especializadas.

Arquitectos minimalistas como John Pawson o Tadao Ando realizan proyectos que están sujetos a rigurosas normas que controlan cada aspecto del diseño, me pregunto ¿como aparecerían sus espacios si fueran fotografiados con todos los objetos de sus habitantes?

Lorenzo Rocha

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