jueves, 25 de junio de 2015

LA FORMA DE LA CIUDAD

Durante la segunda mitad del Siglo XX, numerosos académicos en Europa y en los Estados Unidos estudiaron la geometría y el desarrollo de las ciudades a lo largo de la historia, buscando respuestas formales para el diseño y construcción de nuevas ciudades. Teóricos de la arquitectura y del urbanismo como Kevin Lynch, trataron de indagar el significado que la forma de la ciudad tiene para sus habitantes. En su libro "La imagen de la ciudad", publicado en 1960, el arquitecto estadunidense sentó algunas bases de la disciplina del diseño urbano moderno, buscando elementos que definen la identidad y el carácter del paisaje urbano contemporáneo. Otro autor que se preocupó por analizar los elementos formales de la ciudad fué el inglés Gordon Cullen, quien escribió en 1961 un libro titulado "The Concise Townscape", que al paso de los años se ha convertido en un clásico de la literatura sobre arquitectura. Estas obras y otras más, dieron lugar a un movimiento, que se denominó Townscape, o "Paisajismo Urbano" en español.

¿Existe alguna forma urbana que sea mejor que otra? ¿La forma de la ciudad puede mejorar las condiciones de vida de sus habitantes? La mayoría de las funciones de una ciudad no están en absoluto relacionadas con su forma, paralelamente a los movimientos de marras, otra corriente de pensamiento sociológico atribuye el desarrollo urbano a las relaciones entre personas y grupos, más que a su geometría, el principal referente de dicho movimiento es el sociólogo francés Henri Lefebvre.

Específicamente durante el Renacimiento en Europa, algunos urbanistas diseñaron ciudades que tuvieron formas geométricas muy atractivas, pero la razón de dichas formas respondió principalmente a la protección de sus habitantes contra los ataques provenientes del exterior, eran enclaves militares. El mejor ejemplo de ello es la pequeña ciudad italiana de Palmanova, cerca de Udine. Su diseño fue encargado al arquitecto Vincenzo Scamozzi en 1593 y su forma concéntrica con un perímetro en forma de estrella con nueve aristas, se ha convertido en el paradigma de la ciudad ideal, tanto así que su forma ha sido imitada irreflexivamente. Por ejemplo en la ciudad de México se construyó en los años veinte la colonia Federal, un gran octágono que se encuentra al lado suroeste del aeropuerto, que evoca casi exactamente la forma de Palmanova, pero a menor escala y sin ninguna función defensiva.

La ciudad contemporánea sigue el desarrollo de las infraestructuras hidráulicas, de transporte y vialidad. Su forma resulta de la topografía del terreno y de las condiciones del mercado inmobiliario, desgraciadamente la ciudad utópica del Renacimiento ha quedado atrás hace varios siglos.

Lorenzo Rocha

jueves, 18 de junio de 2015

CASA DE LAS AJARACAS

En la Plaza del Seminario, espacio urbano que resultó de la demolición durante los años treinta del antiguo Seminario Conciliar de San Pablo, comenzaron hace más de cien años, las excavaciones arqueológicas encaminadas al descubrimiento de los vestigios del Huey Teocalli o Templo Mayor de Tenochtitlán. Dichas excavaciones fueron dirigidas por el arqueólogo Manuel Gamio, quien en 1913 ordenó y supervisó la demolición de la mitad de la antigua casa del Mayorazgo Nava Chávez que se encontraba en la esquina de las calles de Santa Teresa y Relox, que ahora llevan respectivamente el nombre de República de Guatemala y República de Argentina, construcción mejor conocida como la Casa de las Ajaracas, por los patrones geométricos de estilo mudéjar presentes en su fachada. El proyecto de la casa fue realizado en 1707 por el arquitecto Pedro de Arrieta, como reconstrucción de una casa del Siglo XVI que se encontraba en muy mal estado.

En su lugar aún prevalece un vacío muy manifiesto, que se ha intentado llenar sin éxito con proyectos nuevos en tres ocasiones. El primero de ellos, que se planeaba como la residencia del Gobierno de la Ciudad de México, fue diseñado por el arquitecto Javier Sánchez, ganador en 1999 de un concurso público que nunca llegó a construirse. La segunda ocasión fue en 2006, cuando se convocó a otro concurso, esta vez para el Centro de Artes Indígenas, el cual fue ganado por el arquitecto Enrique Norten y tampoco fue realizado. El tercer intento, fue la propuesta para construir la Casa Tlaltecuhtli (por la pieza monolítica que representa a la deidad del mismo nombre, que fue descubierta en el sitio), el proyecto fue encargado al arquitecto Francisco Serrano, fue anunciado y publicado en 2011, pero no ha habido ningun desarrollo ni información relevante posterior al anuncio. La parte que no fue demolida, fue restaurada y abierta al público en 2008 como Museo Archivo de la Fotografía.

También frente a la plaza Gamio, durante los años ochenta del Siglo XX, fueron demolidas otras trece construcciones de distintas épocas, para dar paso a la excavación del sitio, dirigida por el arqueólogo Eduardo Matos y a la construcción del Museo del Templo Mayor. El edificio para el Museo del Templo Mayor, que fue diseñado por los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Manuel Campuzano, es el único ejemplo de arquitectura moderna en el contexto de la plaza Gamio. En los alrededores inmediatos a la plaza hemos visto la aplicación de distintos criterios de conservación de la arquitectura histórica, de los cuales ha predominado la exploración arqueológica que busca rescatar nuestro pasado más remoto: la Cultura Mexica.

Lorenzo Rocha

jueves, 11 de junio de 2015

ARQUITECTURA CRÍTICA

Existen infinidad de modos de hacer arquitectura, al igual que en las demás artes la técnica no es el único elemento que define el quehacer de un arquitecto, hay una diferencia clara entre el soporte y el contenido de una obra arquitectónica. La arquitectura tiene su punto de partida en el boceto que expresa una idea, esta idea se convierte en una solución representada en planos y modelos a escala. En la mayoría de los casos, las ideas no llegan a materializarse, ya que la construcción es una operación patrimonial, que involucra grandes sumas de dinero, que escapan al control y al alcance de casi todos los arquitectos. Por lo tanto, lo único que es realmente capaz de aportar el arquitecto es el proyecto.

Podríamos decir que en ese reducido porcentaje de ideas arquitectónicas que se consiguen materializar en edificios terminados, los arquitectos tenemos una mínima participación, en el mejor de los casos fungimos como supervisores de la obra, para asegurarnos de que la construcción se apegue lo más posible al proyecto.

Sin embrago, existe otro campo quizá demasiado poco explorado por los arquitectos actuales, que se puede definir en términos generales como la crítica. Esta actividad, que pertenece más a las humanidades que a las artes, se expresa principalmente mediante la palabra, de modo oral o escrito. Pero no toda la crítica se expresa a través del discurso, también el lenguaje visual y la experiencia corporal del espacio arquitectónico es capaz de expresar conceptos críticos. El arquitecto que problematiza en su fundamento al propio proyecto, estará seguramente en el camino de expresar su crítica, reflejándola en los espacios que produzca.

El fenómeno de la arquitectura crítica es perceptible cuando observamos las distintas propuestas que los arquitectos presentan en un concurso. En general veremos una mayoría que interpretará las bases del concurso de modo condescendiente y producirá proyectos con el objetivo único de ganar el encargo del proyecto. Casi siempre la voluntad de la entidad que convoca a un concurso está expresada de modo velado en el contenido de la convocatoria. Pero también habrá algunos otros, la minoría, que pondrá en cuestionamiento los parámetros establecidos en el concurso y cuya propuesta sacrificará la posibilidad de salir victoriosa, por una expresión de su postura personal frente al tema del potencial edificio, privilegiando el contenido por encima de la forma. Tal arquitecto crítico intercambia el éxito de su propuesta por una reflexión que enriquece la discusión general y le permite desarrollarse más en el ambito de las ideas que en de las realizaciones.

Lorenzo Rocha

jueves, 4 de junio de 2015

CENTRO HISTÓRICO

Hace 12 años que trabajo en el Centro histórico de la ciudad de México y debo decir que mi experiencia urbana cotidiana ha variado notablemente. Cabe aclarar que en 2003 cuando mudé mi oficina al centro, intencionalmente busqué una localización que permitiera utilizarla como un "observatorio urbano". En aquel tiempo pensaba que este lugar, que dista escasas cinco calles del Zócalo, estaba muy lejos de parecerse al idílico paisaje urbano de la "Ciudad de los Palacios". Encontré un apartamento en el quinto piso de un edificio de la calle de Correo Mayor, con acceso a una amplia azotea que permite ver la ciudad hacia todas las direcciones. En aquel tiempo la Fundación del Centro Histórico apenas había cumplido un año de su creación y su objetivo de "rescatar" el corazón de la vieja ciudad aun se veía muy lejano.

En 2006 el Gobierno del Distrito Federal creó un organismo llamado "Autoridad el Centro Histórico", cuya misión fue hacer una lectura completa de los problemas del centro y construir una visión integral para intentar resolver las problemáticas urbanas de la zona de monumentos. Su primera tarea fue liberar del comercio ambulante a lo que denominó el perímetro A, que comprende desde la Alameda central hasta Circunvalación en sentido oeste-este y desde la calle José María Izazaga hasta República de Ecuador en sentido sur-norte.

Recuerdo muy bien la mañana del 12 de octubre de 2007 cuando las autoridades desalojaron a 26,000 vendedores ambulantes que ocupaban las banquetas de alrededor de 200 manzanas próximas al Zócalo y a la Alameda. No sé si haberlo hecho justamente el Día de la Raza —la conmemoración del descubrimiento de América— tenga algun significado o motivo estratégico, pero aquello fue impresionante y desencadenó una lucha entre la policía y los vendedores que hasta la fecha aún no ha terminado.

Según el gobierno, la principal causa del deterioro del los edificios del Centro Histórico es su condición de uso comercial. La autoridad opina que a pesar de que durante el día casi 2 millones de personas visitan el barrio, el hecho de que solamente 150 mil habitan alli permanentemente, es la causa del mal estado de los inmuebles, ya que estos se utilizan para el comercio en la planta baja y sus pisos superiores se ocupan solamente como almacenes.

Me parece una postura muy discutible, ya que si algo he aprendido en los años que he trabajado en el centro, es que es una zona rebosante de vida y con el tejido social más compacto que he conocido. El Centro Histórico de nuestra ciudad es un lugar de contingencias, de acuerdos directos entre las personas, donde la figura de la autoridad es ignorada o vista como un obstáculo para la realización de las actvidades de sus pobladores.

Lorenzo Rocha

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