jueves, 30 de junio de 2011

PRIVADO Y PÚBLICO


Parece una contradicción, pero hoy en día es muy difícil distinguir la diferencia entre el espacio privado y público. La razón principal es la multiplicidad de usos privados de la vía pública, para la publicidad, la venta ambulante, el tránsito de vehículos y otras muchas cosas más.

Existe una clasificación del espacio urbano que subraya la contradicción y confusión antes planteada, se trata de los llamados “Espacios públicos de propiedad privada” (en inglés POPS: Privately owned public spaces). Debido a la inseguridad de calles y plazas, los habitantes de la ciudad utilizamos cada vez más los espacios privados como las plazas de acceso a los edificios corporativos, los atrios de la iglesias o el coloquial Shopping Mall, o centro comercial, cubierto o al aire libre, que es el estereotipo de una calle comercial. Todos estos espacios son privados, su vigilancia y normas son impuestas a discreción de sus propietarios, quienes se reservan el derecho de admisión. En un espacio así, la gente puede ser expulsada, reprendida o incluso reprimida por el personal de seguridad, sin mediación alguna del Estado, el cual ha creado un vacío de poder que ha sido ocupado por la iniciativa privada.

Algunas acciones simbólicas de grupo estadunidense Rebar Group —arquitectos y artistas que trabajan en San Francisco— hacen críticas al fenómeno de los POPS. Como ejemplo más representativo basta citar el Parking Day, que consiste en convertir plazas de estacionamiento en usos distintos como pequeños espacios verdes y de convivencia, con la finalidad de atraer la atención hacia la desproporcionada cantidad de espacio que ocupan los vehículos privados dentro de la ciudad.

Cualquiera puede hacer una prueba para cerciorarse del excesivo control que existe dentro de los espacios por donde transitamos y que hemos asumidos como públicos. La próxima vez que visite un centro comercial, compre unas bebidas y siéntese en el suelo con su grupo formando un círculo amplio en algún pasillo o atrio del inmueble, tendrá suerte si lo consigue mantener por más de cinco minutos, sin que venga el guardia a reprenderlo.

Lorenzo Rocha

jueves, 23 de junio de 2011

SENTIDO DE LUGAR


Esta expresión, que proviene del inglés “Sense of place”, se refiere a la identidad cultural que un sitio urbano o rural tiene para sus habitantes o para las personas que lo visitan. Curiosamente es un término que se inventó en el ámbito de la geografía y del paisajismo. Los paisajes —sean naturales, artificiales o urbanos— provocan en las personas la sensación de que pertenecen a una comunidad, les traen recuerdos de otras épocas de su vida, o bien de los relatos que les fueron contados por sus ancestros. Estas sensaciones, invariablemente subjetivas, dan al individuo la seguridad de pertenecer a un lugar y pueden ser transmitidas mediante imágenes pictóricas o fotográficas.

Durante el final del siglo XX se definió la noción del no lugar, principalmente en los espacios anónimos contemporáneos, como las gasolineras, los supermercados, los aeropuertos, etcétera. El sociólogo francés Marc Augé, habla a detalle de dicho concepto en su libro titulado Los no lugares, espacios del anonimato. Entonces ¿qué es exactamente lo que distingue al lugar? Podríamos decir que un componente importante del lugar es su singularidad, por esta razón todos los espacios genéricos considerados no lugares lo son en gran parte por que su fisionomía no varía de una ciudad a otra, ni siquiera de país a otro. Entrar a un supermercado provoca casi la misma sensación en Los Ángeles que en Tokio o en Madrid, las personas difícilmente encuentran elementos que les identifiquen con estos espacios. Pero el fenómeno no solamente se da en las ciudades, también en el campo, la explotación agrícola industrializada ha convertido grandes extensiones de tierra en paisajes genéricos. De igual modo, los parques urbanos, a pesar de estar compuestos de plantas naturales, tienen pocas variaciones en sus diseños para adaptarse geográficamente al sitio donde se localizan. Un elemento omnipresente en la jardinería es la hierba, que quizá crece naturalmente en Escocia, pero que requiere cantidades absurdas de agua para mantenerse verde en Dubai.

Lorenzo Rocha

jueves, 16 de junio de 2011

SITIO


Una palapa en el jardín de la Villa Savoye de Le Corbusier (Charles Eduoard Jeanneret, 1887-1965). Se trata del trabajo más reciente de Santiago Borja (Ciudad de México, 1970), inaugurado el pasado sábado en la localidad de Poissy, Francia. La exposición se compone de tres obras: “Tapis” y “Cosmogonie suspendue”, que se han instalado, la primera en el interior y la segunda en la terraza de la villa. La tercera obra se titula “Destinerrance”, cuya traducción sería “Destinoerrancia”, una mezcla de dos términos aparentemente opuestos que al fusionarse muestran la ambigüedad de las relaciones entre tiempo y espacio. En dicha dicotomía reside el espíritu de la pieza, que fue construida en el jardín de la villa, lo cual permite observar ambas construcciones simultáneamente. La pieza de Borja, edificada con una técnica ancestral que pertenece a la cultura maya, aparece como una anacronismo manifiesto. Al ocupar ambas nuestro campo visual, la obra maestra de Le Corbusier construida hace 82 años conceptualmente más moderna incluso que la mayoría de la arquitectura actual. Sin embargo, ambas obras descansan respectivamente sobre pilotes o postes, lo cual las relaciona con la experiencia de la arquitectura de los palafitos, que se consideran construcciones vernáculas a pesar de su extremada racionalidad.

El aparente antagonismo entre las construcciones y sus conceptos, da clara evidencia de no serlo, si tomamos en cuenta los cuatro elementos de la arquitectura según Gottfried Semper: El trabajo con la tierra y los cimientos, el hogar o núcleo de la casa, el entramado de la estructura con la cubierta y la membrana exterior. Para Semper toda construcción podía ser comparable al tejido de las fibras textiles, y sus ejemplos más claros eran las chozas de las culturas tropicales.

Lateralmente al contenido propio de la pieza, su inauguración confirma el fracaso del presidente francés, en su intento político-electoral de sabotear el intercambio cultural entre México y Francia que se había planteado para este año, el cual, como vemos, ha continuado con éxito.

Lorenzo Rocha

lunes, 13 de junio de 2011

MANIFIESTO DEL PRESENTE


Hace unos pocos meses se publicó un texto interesante titulado “A Manifesto for the Present”, se trata de 12 frases recopiladas por los artistas estadounidenses Robert Ransick y Blake Goble (Urban Future Manifestos, Hatje Cantz/MakCenter for Art and Architecture, Los Angeles 2010, o ver: http://vimeo.com/13360478). El texto es un ejemplo de la inmediatez con la que vivimos en la actual era de la información. Los autores no se han ocupado de escribir sus propias ideas, se han ahorrado la molestia de pensar en su propio punto de vista sobre cuestiones de la identidad del pensamiento contemporáneo y han recurrido a citas textuales de obras de Hannah Arendt, Saskia Sassen, Guy Debord y Diana Balmori entre otros. De esta última autora proviene la primera de las citas: ”La nostalgia de nuestro pasado y los sueños utópicos sobre el futuro nos impiden entender el presente”. Esta frase muestra un elemento paradójico de esta compilación de ideas: el hecho de que —en su postura performática— los artistas/autores muestran claros síntomas de la problemática que están exponiendo.
El acceso ilimitado a la información, un fenómeno característico de la cultura urbana de las últimas tres décadas, probablemente ha acarreado igual cantidad de aportaciones positivas como negativas al conocimiento contemporáneo. Los medios masivos de comunicación, especialmente aquellos que cuentan con formatos audiovisuales, han fomentado una “pereza mental”, que ha llevado a gran parte de nuestra sociedad a convertirse en una masa que se gobierna por una sola conciencia: los encabezados de las noticias del día. Estamos condicionados a pensar y opinar diariamente sobre los temas y sucesos de los que nos enteramos por el noticiero televisivo o la página de Internet de nuestra preferencia. Basta con observar el modo como cambian los intereses y preocupaciones de los ciudadanos de una semana a la otra. Hace un mes la muerte de un terrorista, hace una semana una epidemia bacteriológica, hoy el arresto de un ex-funcionario, ¿de qué nos preocuparemos mañana? Preguntémosle a la “caja tonta”.

Lorenzo Rocha

jueves, 2 de junio de 2011

SUPERVIVENCIA


La gente que se encuentra en dificultades económicas extremas suele recurrir a la mendicidad como último recuso para la supervivencia. Los habitantes de grandes ciudades como la nuestra nos hemos acostumbrado a escuchar las peticiones de ayuda de nuestros congéneres cuando viajamos en el metro y nos hemos hecho insensibles a sus súplicas. Incluso darle una moneda a una persona en el transporte público nos exime de la reflexión acerca de su condición y nos da vía libre para olvidarnos del tema antes de llegar a la siguiente estación. ¿Pero qué pasaría si en lugar de pedirnos dinero, los mendigos nos pidieran tiempo? Unos minutos de nuestro tiempo para escuchar sus historias y quizá darles nuestros propios puntos de vista. Supongo que esto sería punto menos que imposible, ya que nuestra vida urbana se caracteriza por la soledad en medio de la muchedumbre. Las ciudades tan pobladas como la nuestra nos han vuelto seres herméticos, que cruzamos su territorio varias veces diarias sin fijarnos en las personas y sin que nadie se fije en nosotros.

Una reflexión similar constituye el tema central que ocupa el trabajo más reciente del artista italiano Enzo Umbaca. Algunas de sus obras anteriores abordaban mediante el performance cuestiones como los roles que jugamos cada uno de los habitantes de las ciudades. En su pieza “Vetri da lavare”, realizada de 1991 a 1993, el artista salía a la calle a limpiar parabrisas y se involucraba con las personas que realizaban esta actividad invitándolas a dibujar en los cristales ahumados de los coches, en lugar de limpiarlos, y de ese modo hacer un trabajo de artistas ocasionales.

En su más reciente actuación, Umbaca transita por los vagones del metro de Milán con un cartel donde se lee: http://www.undo.net/survival. El artista pasa a través de todo el tren repitiendo con el tono habitual de los mendigos la siguiente frase: “Buenos días, señores, disculpen la molestia, les pido un poco de su tiempo para que cuando terminen este breve viaje visiten mi sitio de internet, gracias”.

Lorenzo Rocha

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