jueves, 27 de febrero de 2014

SEGUNDO AIRE

La arquitectura está ligada al tiempo de modo indisociable. Por una parte está ligada al paso de los años, el cual se refleja en las huellas que el tiempo, o mejor dicho, el clima va dejando en ella. Pero también está ligada a la memoria, ya que es a través de los objetos y las construcciones antiguas como sabemos más acerca de la forma de vida de nuestros antepasados. Los edificios desarrollan con los años una especie de aura o espíritu, que los hace testigos de la historia y símbolos de la busqueda humana de la trascendencia. Si un edificio no es muy importante en su tiempo, quizá como ruina sí lo será. En las ruinas el tiempo es diferente que en la vida humana, y solamente se muestra mediante el deterioro, el cual contribuye a fortalecer el aura del edificio y le permite alcanzar una dimensión de trascendencia, al tener una duración mayor a la civilización que lo construyó.

Como toda obra artística, la arquitectura se percibe en dos niveles, primero en el plano físico, como objeto y en segundo lugar simbólicamente. Frecuentemente olvidamos que todas las casas y edificios son objetos a escala urbana. Esta confusión deriva de que son objetos tan grandes e inmuebles, que sentimos que pertenecen a la tierra o al paisaje, cuando en realidad son construcciones humanas. A veces penso en el edificio donde vivo como un grandísimo armario, y en mi apartamento como el tercer cajón del lado derecho. El segundo nivel de percepción del arte y de la arquitectura, es el nivel simbólico, el resultado de un complejo proceso fenomenológico del que dervian nuestros recuerdos y emociones, originados por el contacto con la obra y con sus imágenes. En este nivel, el edificio como objeto ya no es tan importante, cobra una mayor importancia el recuerdo que tenemos de éste.

Las imágenes de la arquitectura juegan un papel importantísimo, casi crucial, en la permanencia simbólica del objeto arquitectónico. Una ruina es un vestigio historico vital, pero en realidad sobreviven muy pocos edificios en ruinas que nos permiten experimentar el espacio arquitectónico antiguo. Sobre todo si constituyeron un obstáculo para el desarrollo de nuevas culturas desde el punto de vista político. Sin embargo, las imágenes de edificios que ya han desparecido, especialmente de la edad moderna, trascienden de alguna manera a las ruinas, ya que son documentos por medio de los cuales se llega a idealizar a las sociedades que nos precedieron. A la vez, la preservación de la arquitectura mediante imágenes, permite la monumentalización simbólica de edificios relativamente recientes, pero que la sociedad decide preservar como símbolos de la cultura contemporánea.

Lorenzo Rocha

viernes, 21 de febrero de 2014

MODOS DE PERCEPCIÓN

La percepción del mundo exterior se realiza sensorialmente, los estímulos pasan a través de nuestros órganos como información que el cerebro decodifica. Generalmente conocemos cinco sentidos, porque éstos son los que se relacionan con estímulos externos, sin embargo, algunas teorías nos señalan hasta doce distintos sentidos que van más allá de los que normalmente identificamos. Por ejemplo, el sentido del movimiento, por el cual sabemos que nos encontramos dentro de un objeto móvil como un ascensor, no depende del tacto, la vista o el oído. Un mismo estímulo se interpreta de manera distinta según las características culturales de cada individuo. Los olores, sabores, sonidos, imágenes y texturas son en sí mismas estímulos neutros, pero son percibidos como algo agradable o desagradable según los sesgos culturales de los sujetos que entran en contacto con ellos. Las sensaciones desatan procesos de memoria que van ligados a las emociones, por eso un lugar nuevo puede recordarnos nuestra infancia aunque no esté relacionado con ésta, o bien, provocarnos nostalgia si estamos lejos de nuestro hogar.
La arquitectura contribuye en gran medida a fortalecer la memoria de los sentidos. Es posible identificar tres modos generales de percepción de la arquitectura, que nunca se presentan aislados, pero que constituyen el material básico del que después nuestro intelecto extrae las conclusiones de cada experiencia, así como sus relaciones con experiencias anteriores. El espacio arquitectónico puede pecibirse visualmente, conceptualmente o de modo corporal. El modo visual de percibir la arquitectura consiste en las imágenes fijas o móviles que derivan de ésta, como fotografías, planos, videos, películas o infografías. El segundo modo de percibir la arquitectura es conceptual, mediante las descripciones reales o ficticias de los espacios arquitectónicos. Finalmente, el modo corporal de percepción, consiste en la inmersión total del cuerpo humano dentro del espacio arquitectónico, donde todos los sentidos actúan simultáneamente. Desde mi punto de vista, el tercer modo es el más efectivo y el que imprime una sensación mas duradera en nuestra memoria sensorial, además de que no se vuelve definitiva desde la primera vez que sucede, sino que cambia respecto al tiempo y puede modificarse en sucesivas ocasiones. Un espacio arquitectónico puede decepcionarnos la primera vez que lo visitamos y entusiasmarnos en la siguiente, dependiendo del clima y el estado de ánimo en el que nos encontremos.
De cualquier manera, las formas de percepción del espacio nunca se nos presentan de forma aislada y crean capas de percepcion que contribuyen entre ellas mismas a nuestra idea general de un espacio determinado.
Lorenzo Rocha

jueves, 13 de febrero de 2014

CORRUPCIÓN URBANÍSTICA

En la ciudad de México, se suele utilizar la frase coloquial: “con dinero todo es posible”. Es un modo eufemístico de hablar de la corrupción, ya que históricamente los gobiernos de la ciudad han sido casi siempre corruptibles. Este fenómeno se manifiesta específicamente en la corrupción a nivel urbanístico. Con el suficiente dinero y los contactos adecuados, se puede construir en reservas naturales, se puede transformar cualquier vivienda en un comercio, en muchos casos es posible construir más pisos de los que permiten los reglamentos, etcétera. Además de la corrupción en la administración pública, existe una aguda desigualdad social que también propicia privilegios a quienes tienen poco dinero, dando lugar a la economía sumergida, al comercio informal que es otra forma ilegal de subsistencia. En nuestra sociedad pensamos que gozamos de una libertad absoluta de decisión sobre nuestras acciones, sin embargo, los límites de nuestras decisiones coinciden con nuestro poder adquisitivo. Podemos hacer cualquier cosa, siempre y cuando la podamos pagar, vivimos en la dictadura del capitalismo neoliberal. El filósofo checo Vaclav Havel lo ilustra muy bien en su libro “El poder de los sin poder”, con frases breves pero contundentes, como: “Si no se comparten e implantan unos valores y unas obligaciones morales, ni la ley, ni un gobierno democrático, ni una economía de mercado funcionarán correctamente”.

Ante este triste panorama, conviene distinguir entre lo que es humanamente posible y aquello que es materialmente imposible. Creemos que cualquier cosa es realizable si nos lo proponemos, pero la naturaleza y nuestra existencia física tienen límites fijos, que invariablemente se verifican aunque pensemos lo contrario. Un ejemplo claro es la tragedia del conjunto habitacional de Tlatelolco, los edificios que colapsaron durante el terremoto de 1985, habían sido diseñados correctamente y su estructura estaba calculada de acuerdo a las normas vigentes de aquel entonces, Mario Pani el arquitecto tenía la conciencia tranquila. ¿Entonces porqué colapsaron? En la época se atribuyó el accidente a que el terremoto no había tenido precedentes en su intensidad, duración y tipos de movimientos telúricos, que la combinación de estos tres factores habían afectado directamente a edificios de esa altura y características estructurales. Es una explicación científica convincente, pero de cualquier manera sucedió. También quedará la duda acerca de la ejecución de la obra y finalemente el tipo de ocupación de los edificios, que al parecer era excesiva.

De cualquier modo, tragedias de este tipo derivan de actos humanos que no toman en cuenta todos los factores de la naturaleza. Ojalá en el futuro se cominece a valorar más el capital humano que el capital económico de una ciudad o estado nacional.

Lorenzo Rocha

jueves, 6 de febrero de 2014

EDAD CONTEMPORÁNEA

Históricamente se considera contemporáneo al período de tiempo más reciente, que va desde finales del siglo XVIII o principios del XIX, hasta la fecha. Por lo tanto, la historia del arte y la arquitectura consideran a las obras de este período como contemporáneas. Sin embargo, existe otra definición de la palabra que considera lo contemporáneo como aquello "relativo al tiempo o época en que se vive", y como ahora no vive casi nadie que haya nacido antes de 1900, lo contemporáneo es todo aquello realizado en los siglos XX y XXI.

En arquitectura existen dos enfoques que diferencian la percepción de las obras contemporáneas. Por una parte está el modo documental de estudiar y conocer la arquitectura que se fundamenta en las imágenes (fijas y móviles), dibujos, testimonios y textos críticos que describen y comentan la obra arquitectónica. La experiencia documental de la arquitectura puede relacionarse o no con la experiencia física del espacio en cuestión, pero sí tiene la intención de clasificar cronológicamente a los edificios y en ese proceso, excluir del ámbito actual, a los edificios anteriores a la Edad contemporánea, aunque hoy en día sigan en pie, e incluir en su clasificación edificios recientes de los que existe documentación, aunque éstos hayan sido demolidos. Otro modo de percepción de la arquitectura, aquel que la considera solo perceptible como una experiencia total, podría considerar como contemporáneos a todos aquellos edificios que se pueden visitar, a pesar de que hayan sido construidos muchos siglos antes de nuestro período historico. Este enfoque excluiría sin embargo a edificios de los que tenemos noticia, pero por un desastre natural o humano, o bien por las leyes del mercado inmobiliario, haya sido destruido o transformado sensiblemente y no sea posible percibirlo en la actualidad.

La formación megalítica conocida como Stonehenge en Inglaterra, fue terminada hace 4413 años, y se utiliza para rituales druídicos y neopaganos hasta la fecha. Si consideramos un enfoque sensorial respecto a esta construcción, podríamos afirmar que para nosotros es contemporánea.

Las célebres Torres gemelas, quedaron lamentablemente fijas en la memoria de todo el mundo después del ataque terrorista que las derribó en 2001. Fueron construidas por Minoru Yamasaki en 1973 y sólo permanecieron en pie durante 28 años. Sin embargo, las imágenes del edificio en pie y después en llamas durante el ataque, las convierte en un elemento visual indeleble en la cultura actual. Aunque ya no existen físicamente desde hace 12 años, son contemporáneas desde el punto de vista documental.

Lorenzo Rocha

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