jueves, 26 de junio de 2014

ESQUELTOS INMOBILIARIOS

La serie de fotografías “Skeleton Coast” (2005) del artista venezolano Alexánder Apostol, que se presentan ahora en el Museo Tamayo (dentro de la exposición colectiva “Teatro del Mundo”), plantean un serio dilema en cuanto al desarrollo inmobiliario especulativo.
Durante la década de los años ochenta del siglo pasado, la Isla Margarita, cercana a las costas de Venezuela, fue objeto de un proceso de construcción masiva de edificios que supuestamente debían albergar equipamientos turísticos de alto impacto, como hoteles, restaurantes y apartamentos en condominio. La inversión en el proyecto estaba sujeta a la constante fluctuación de los precios del petróleo y fue aprovechada para blanquear dinero de procedencia ilícita, presuntamente fruto de la corrupcion en el gobierno y del tráfico de estupefacientes. Eventualmente estos abusos resultaron en la bancarrota de las empresas constructoras involucradas en los proyectos, principalmente a lo largo de la costa de Porlamar. Varias de las playas de esta ciudad fantasma contemporánea, muestran el lado más oscuro de la bonanza económica, la especulación con el capital finaciero privado y público, que es capaz de llevar a la industria de la construcción a extremos tan absurdos como este.
Mientras en Venezuela continúan los problemas derivados de la segregación social y la distribución inicua de la riqueza. Uno de sus paisajes más notables por su belleza y por su diversidad ecológica, ha sido irreversiblemente poblado por mastodontes de cemento y acero que lentamente se erosionan por la herrumbre.
Mientras el resto del país sufre las conscuencias de un gobierno antidemocrático y de una clase en el poder que se beneficia de la expolotación general de recursos naturales y humanos, en la Isla Margarita, el mar devora poco a poco estos edifcios inconclusos, que muestran la decadencia de la arquitectura moderna, realizada sin ninguna consideración por el equilibrio ecológico. El trabajo de Apostol es una denuncia contundente del fenómeno de connivencia que el gremio de los arquitectos mantiene con los detentadores del poder político y económico, del paralelismo entre la fragilidad de las estructuras sociales y su representación física, cuando quedan en evidencia los mecanismos de dispendio y los fraudes que son perpetrados en nombre del desarrollo. En última instancia de una demostración de la falta de ética profesional de los expertos involucrados, un fenómeno que desgraciadamente no es privativo de los países subdesarrollados, sino que se verifica en casi todos los lugares donde el capital económico es más importante que el bienestar social.

Lorenzo Rocha

jueves, 19 de junio de 2014

TEATRO DEL MUNDO

Como en todas las exposiciones colectivas, la selección de artistas y obras que conforman la muestra “Teatro del mundo”, revelan la intención de la curadora de representar una visión compartida sobre un tema específico. En este caso se trata de Andrea Torreblanca, quien llamó a participar a 21 artistas, para montar una interesante exposición en el Museo Tamayo, la cual según sus propias palabras: “Explora el trabajo de diferentes artistas interesados en la arquitectura como lugar para la representación social y política”, enfocándose en: “la noción del mundo como escenario, en donde los monumentos, palacios, ruinas y proyectos de vivienda social conviven y se renuevan bajo una misma fachada de nación y aparente desarrollo”.
Un factor que seguramente fue tomado en cuenta por la curadora es que el contexto de una obra, condiciona en gran medida su percepción. Cuando la obra de un artista determinado, se encuentra muy cerca de otra creada por un artista distinto, las informaciones visuales, auditivas y textuales de ambas, interactúan y emiten involuntariamente, un mensaje en conjunto. Mensaje que puede ser muy distinto al que recibiría el espectador, si las obras se apreciaran por separado, o si se encontraran rodeadas de más obras del mismo artista, que en cierta medida reforzarían el discurso.
Dos instalaciones de la exposición que se presentan mediante diapositivas en espacios contíguos, generan en su conjunto un efecto que cualquiera de ambas seguramente no habría provocado si no se hubieran presentado juntas. Me refiero a “Arquitectura Contemporánea” de Heidrun Holzfeind y Christoph Draeger, la cual está al lado de “Propaganda Village” de Gardar Eide Erdarsson. La primera es un pase de diapositivas con una grabación de voz, que muestra los cambios que la arquitectura moderna de la ciudad de México ha sufrido a lo largo del tiempo. Los artistas se basaron en la Guía de Arquitectura Contemporánea (INBA, 1993), para visitar y fotografiar cada uno de los edificios y así conocer mejor la ciudad y registrar el paso del tiempo. La segunda pieza muestra una imagen de Kijungdong, una aldea ideal simulada por el gobierno de Corea del Norte, que puede ser vista desde la frontera sur, pero no es más que un decorado propagandístico, la imagen va acompañada de una serie de textos con datos y experiencias del artista. La proximidad de ambas obras, me hace pensar que la pieza de Holzfeind y Draeger, trata del aspecto propagandístico, político y gremial de la arquitectura moderna mexicana, ya que acentúa la imagen ficticia que la guía utiliza para promover las obras seleccionadas, cuando ésta es confrontada con las imágenes posteriores a su publicación, las cuales muestran un contexto urbano muy distinto al original.
Lorenzo Rocha

jueves, 12 de junio de 2014

MODERNIDAD LOCAL

El pasado viernes se inauguró el pabellón de México en la Bienal de Arquitectura de Venecia, que lleva el título "Condenados a ser modernos". Los arquitectos Julio Gaeta y Luby Springall, los curadores del pabellón que fueron seleccionados por un jurado hace algunos meses, deben haber tenido una tarea difícil para responder a la invitación de Rem Koolhaas para participar en la muestra Fundamentals. El enunciado con el que el director de esta edición describe su propuesta es el siguiente: "Después de varias bienales de arquitectura que han celebrado lo contemporáneo, Fundamentals se enfoca en la historia. Intenta rastrear cómo es que la arquitectura ha llegado a su estado actual, y también especular sobre su futuro". La bienal se compone de tres exposiciones simultáneas: "Los elementos de la arquitectura", "Monditalia" y "Absorbiendo la Modernidad: 1914-2014". El pabellón mexicano se engloba dentro de la última sección, la cual tiene como objetivo mostrar el modo como cada país representado tropicalizó la idea de modernidad y el estilo internacional, a sus propias condiciones políticas y culturales.

El pabellón de México, localizado en un área de 250 metros cuadrados dentro del Arsenal, presenta dos modos de recorrer la exposición: ocho registros históricos y una elipse luminosa, un modo tradicional de abordar la temática y otro más experimental. Los ocho registros utilizan proyectos emblemáticos de la arquitectura moderna mexicana para analizar las respuestas de los arquitectos nacionales ante el impulso globalizador del Estilo Internacional. Según los curadores, los ocho registros se desarrollaron a partir de inquietudes centrales en la arquitectura mexicana del siglo XX, son ocho modos de aproximación que cubren búsquedas conceptuales. Estas son: la búsqueda de lo propio, el diálogo con los grandes maestros internacionales, el uso de materiales y técnicas de construcción tanto nuevos como tradicionales, la solución de necesidades sociales, la colaboración de pintura y escultura con la arquitectura, la participación en la modernidad internacional, el hacer ciudad a gran escala y la relación de ida y vuelta con el resto de los países.
En la elipse se proyectan imágenes de más de cien obras modernas, entrevistas y eventos históricos. Sin embargo, no queda muy claro en la propuesta, cuál es el cuestionamiento sobre los fundamentos de la arquitectura y las posibilidades de su desarrollo futuro.

En general parece que esta edición de la bienal de Venecia ha tenido la intención de dirigir la atención del público a los intereses e inquietudes de una sola persona: Rem Koolhaas, el arquitecto-estrella por excelencia.

Lorenzo Rocha

jueves, 5 de junio de 2014

INTERNACIONALISMO

Casi cualquier persona que se parara frente al edificio Seagram en Nueva York, no notaría muchas diferencias con los edificios que están al lado suyo sobre Park Avenue. Quizá los únicos que verían estas diferencias serían los arquitectos o historiadores del arte. El edificio fue construido por los arquitectos Ludwig Mies van der Rohe y Phillip Johnson en 1958, en aquel tiempo casi no había edificios altos alrededor suyo y se encontraba frente a una generosa plaza, con una fuente y una escultura cinética de Alexander Calder. Al Seagram se le sigue considerando como uno de los más bellos rascacielos construidos hasta ahora, me cuento entre quienes admiran la transparencia y sentido de proporción que se percibe en este esbelto edificio. Para entonces, ya había sido concluido el edificio que se encuentra en frente, el Lever House, del arquitecto Gordon Bunshaft, quien formaba parte del despacho Skidmore, Owings y Merrill, pero el contexto general debe haber sido mucho menos saturado de lo que es ahora.

En la arquitectura moderna, hay muy poca diferencia entre lo que se considera una obra maestra y el producto genérico que construye el contexto urbano general. Esto es lo que hace fastidioso a quien discute y defiende el discurso artístico de un edificio, frente al de otro que es prácticamente igual, la arquitectura es un arte de sutilezas. A fin de cuentas todos los edificios de esa zona de Nueva York tienen el mismo programa: un gran vestibulo o basamento comercial, coronado por una treintena de plantas dedicadas a oficinas u otras actividades económicas similares.

La arquitectura modernista del Siglo XX, el llamado “Estilo Internacional”, convirtió a las ideas visionarias de unos cuantos arquitectos como Mies van der Rohe, en fórmulas que se aplican para solucionar programas de necesidades de igual modo en cualquier lugar del orbe, sin importar el clima y la cultura locales. Es curioso que Johnson, fue el artífice del Estilo Internacional, mientras que fue coautor de este notable ejemplo de arquitectura moderna.

Después de que el nuevo estilo fue promovido desde Nueva York, hacia todo el mundo, desde Hong Kong, hasta Buenos Aires y desde Londres hasta Sydney, las corporaciones y despachos de arquitectos comerciales, adaptaron las ideas de los personajes icónicos del modernismo, para que fueran repetibles y aplicables universalmente. Los arquitectos actuales no hemos podido apartarnos de este lastre, y por ello la mayoría se dedica a buscar innovaciones en la forma y la piel exterior del edificio, dejando de lado el cuestionamiento necesario para poner en duda la disciplina y buscar sus nuevos fundamentos.

Lorenzo Rocha

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