jueves, 29 de agosto de 2019

TIERRAS Y GUERRAS

“Quien tiene tierras, tiene guerras”, este dicho
popular, muy acertado como casi todos, resume la lucha constante por
el territorio y por la propiedad inmobiliaria, que es el motor de las
civilizaciones desde hace casi veintemil años.
La invención de la agicultura y la ganadería durante el período Neolítico, aproximadamente en el año 15000 a.C. puso fin gradualmente al nomadismo, el cual de hecho aun existe de modo marginal. El establecimiento permanente de poblaciones en lugares específicos, dio
origen sin duda al urbanismo y a la arquitectura, ya que antes de éste las poblaciones habitaban en cuevas y en otros refugios efímeros y cambiaban de sitio según los llevara la caza y la recolección de alimentos.
Es fascinante observar lo que motivó a estos primitivos pobladores para elegir sus sitios de asentamiento, principalmente atraidos por el suministro hidrológico, cercanía a lagos, ríos o manantieles de agua dulce, lo cual no ha cambiado desde entonces. Las poblaciones costeras aparecieron miles de años después, cuando se formalizó la navegación.
La tenencia de la tierra acarrea automáticamente el conflicto, ya que quien elige la porción más fértil, accesible, llana y cultivable de terreno, no tarda en sufrir las invasiones de quienes no cuentan con tan privilegiada localización. Así se puede afirmar que el arte de la guerra se desarrolla en paralelo a la agricultura, los expertos en la guerra no necesitan desarrollar las técnicas agropecuarias, ya que optan por dominar a quienes sí se han dedicado a ello.
De cualquier modo hay una ambigüedad en el concepto de la propiedad inmobiliaria, que contiene alguna forma de violencia, ya sea pasiva o activa. El simple hecho de dominar el paisaje por derecho adquirido, es un acto a todas luces arbitrario. El concepto coloquial de ser dueño de todo lo que la vista alcanza, no garantiza el legitimo
dominio de todo aquello que se divisa. Por ejemplo, las leyes modernas impiden que una persona o grupo se adueñe de las costas y de todo tipo de acuíferos, los asentamientos en estas zonas son de caracter temporal y estan regulados por los gobiernos. En México, el artículo numero 27 de la constitución, regula dicha propiedad, En virtud de ello, todos los ríos y afluentes, lagos y mares territoriales, asi como todos los minerales y recursos existentes en el subsuelo, son de exclusiva propiedad de la Nación. Su explotación se permite solo por concesiones otorgadas por el poder ejecutivo y reguladas por las leyes aplicables a cada materia.
Lorenzo Rocha

jueves, 22 de agosto de 2019

CIUDAD DEL FUTURO

La realidad siempre supera a la ficción, ya que es imposible imaginarnos el futuro sin que éste contenga casi todos los elementos del presente. Las visiones apocalípticas de la ficción cinematográfica como lo que vimos en películas como Blade Runner, hoy en día ya han sido superadas por la realidad urbana.
La civilización occidental ha acarreado la obsesión de la utopía renacentista por más de quinientos años. Desde entonces se han diseñado planos y sistemas de todo tipo para alcanzar un ideal imposible de ciudad futura. Quizá lo que han olvidado los filósofos, políticos, economistas, urbanistas y arquitectos que se han dedicado a dicha tarea, es que una ciudad no se puede planificar y diseñar en su totalidad. Sabemos de sobra que las ciudades son las obras colectivas de todos sus habitantes, los cuales tienen casi todos distintas ideas y necesidades, que guían sus agendas en el campo político urbano, todos los habitantes urbanos estamos en constante búsqueda para hallar o crear los entornos que requerimos para nuestro buen desarrollo, pero en el campo urbano actúan gran diversidad de fuerzas, que casi siempre se oponen entre ellas y la forma final de la urbe resulta de la negociaciones entre los actores que actuamos en el campo. El último intento por instalar una ciudad desde sus inicios fue Brasilia, que sin duda es un logro importante, pero que después de cumplir 50 años demostró que la mayor parte de su población tuvo que instalarse en las periferias, ya que los diseños de Lucio Costa y Oscar Niemayer, no pudieron dar cabida a todas las personas. Hoy en día se habla mucho de las Smart Cities que se caracterizan por el uso de la tecnología para la optimización de los transportes y la seguridad ciudadana. Sin embargo en los sitios donde se han implementado estos sistemas como el reconocimiento facial, principalmente en Corea y China, los gobiernos los han aprovechado para ejercer control total sobre los ciudadanos y reducir notablemente su libertad de movimiento y opinión.
Probablemente ahora sea el momento adecuado para dejar de imaginar la ciudad idealizada y concentrarse en el fenómeno urbano presente. Cuando se estudia la ciudad desde la sociología se aprende que la arquitectura es hasta cierto punto secundaria, que son mucho más importantes las relaciones humanas y la diversidad de opiniones y culturas, que la homogeneización de los habitantes. Desde luego hay temas técnicos que influyen en la infraestructura urbana que deben ser tratados por expertos, elementos como las redes de abastecimiento eléctrico e hidráulico no se prestan a especulaciones formales.
Lorenzo Rocha

jueves, 15 de agosto de 2019

IDENTIDAD

Indudablemente los dibujos animados nos enseñan cosas
importantes para la vida. “Tu identidad es lo más valioso que tienes,
protégela a toda costa”, esta frase de la película “Los Increíbles”
puede ser muy valiosa sobre todo si la extraemos de su contexto
original.
Nuestro lugar de nacimiento o la ciudad donde vivimos juegan papeles decisivos para la definición de nuestras identidades. La conciencia humana no se aloja dentro de nuestra cabeza, sino en nuestro entorno directo y en las relaciones que establecemos con éste. En su lucha por evitar caer en el olvido, la arquitectura es la aliada más cercana a los seres humanos.
En primera instancia se toman en cuenta los factores formales para definir la identidad de los edificios y ciudades. Elementos como los materiales con los que se construye y la disposición de éstos, son los que nos ayudan a clasificar e identificar a la arquitectura desde el punto de vista histórico. Algunas formas arquitectónicas son indicios inequívocos de su pertenencia a una cultura y a una época específicas.
Por ejemplo, las pirámides en Mesomérica son formas arquitectónicas usadas por los pobladores de la región antes de la conquista europea. Son construcciones únicas e irrepetibles, por lo que están ligadas a la conciencia de las personas que habitan cerca de ellas. A medida que las construcciones son de más reciente factura, las
cuestiones de identidad se vuelven un tanto más difíciles de definir. Nuestra época se caracteriza por la globalización de la cultura y por la circulación inmediata de la información en imágenes fijas y en movimiento. Estos fenómenos provocan estados de conciencia anómalos respecto a la experiencia directa de los acontecimientos. Por ejemplo, si hay un desastre natural al otro lado del mundo, lo vivimos con tal intensidad, que lo sentimos casi como si estuviera sucediendo donde nos encontramos, solo por ver las imágenes en tiempo real.
También la información sobre la arquitectura circula con tal fluidez, que es muy difícil definir a qué cultura pertenecen sus elementos. Sin embargo, el contexto juega un papel determinante para la percepción del espacio, La luz, el aire, la temperatura, los sonidos y los aromas hacen que dos espacios se perciban y recuerden de modo distinto, aunque fueran exactamente iguales. Por ello los lugares genéricos como los aeropuertos y los supermercados, aparentemente son todos iguales, pero sin duda son todos diferentes debido al sitio donde se encuentran.
Lorenzo Rocha

jueves, 8 de agosto de 2019

FLEXIBILIDAD

La historia de la arquitectura nos muestra una evolución en
las técnicas de la construcción, en la que la masa construida ha ido
disminuyendo paulatinamente para dar lugar a espacios interiores cada
vez más amplios. Desde las pirámides hasta los edificios altos, cada
vez se ha ido reduciendo el peso y la cantidad de material empleado.
La tecnología constructiva moderna, ha aportado al espacio arquitectónico una gran flexibilidad, gracias a la libertad estructural. Antes de que se usaran el acero y el concreto armado, era muy difícil contar con espacios diáfanos de grandes dimensiones, salvo en los casos en que se cubrían las obras con  arcos, bóvedas y cúpulas. Pero el uso de dichas técnicas se reservaba principalmente para edificios públicos de mayor importancia como las iglesias y palacios.
En el Siglo XIX, la revolución industrial permitió la introducción de materiales elásticos asequibles casi para cualquier tipo de construcción. Con este cambio, los espacios habitables evolucionaron desde su propia concepción. Los muros portantes restringían las posibilidades de los proyectos, ya que toda construcción tenía que ser dividida en habitaciones. Ahora, existen en las viviendas y oficinas, espacios de usos múltiples donde es posible combinar todos los usos en un solo espacio. Hoy en día existen viviendas, ya sean apartamentos o casas, que cuentan con un solo espacio donde se llevan a cabo todas las actividades del programa: estar, dormir, comer, cocinar, lavarse, trabajar y jugar. La privacía, que también es indispensable para la salud física y mental de los miembros de una familia, se consigue aislado los espacios con paneles corredizos, cortinas o mamparas de cristal opaco.
La casa tradicional japonesa es un gran ejemplo de arquitectura flexible, solamente el baño y la cocina están fuera del espacio central de la vivienda, las demás actividades se realizan en un salón, que durante el día tiene una mesa baja y algunos cojines, por la noche se sacan los futones del armario y se convierte en dormitorio. Además, las divisiones de la casa tradicional japonesa son de madera y papel, las puertas son siempre corredizas. Un elemento muy importante en las casas niponas es el altar familiar o Butsudan. La religión shintoista contempla que la oración se realice en el hogar familiar, la mayoría de los Butsudan cuentan con objetos de arte y algunos con las cenizas de los antepasados, en todos se encienden diariamente papelitos de incienso para guiar a las almas en su camino al más allá.
Lorenzo Rocha

jueves, 1 de agosto de 2019

ESPACIOS DE ARTISTAS

El lugar de trabajo y vivienda es determinante para la
producción de muchos artistas. Pero también algunos filósfos como
Heidegger, Jung y Hegel hicieron de sus viviendas en el campo,
refugios para descansar, conversar con colegas y cultivar sus
pensamientos.
La relación de los arquitectos con los habitantes de sus espacios es diferente en cada caso y en cada obra nueva. Los artistas son especialmente interesantes como usuarios de los espacios donde producen sus obras. Algunos de ellos establecen lazos estrechos con los arquitectos a los que les encargan proyectos. El ejemplo más notable de ellos es la relación que Frida Kahlo y Diego Rivera establecieron con Juan O’Gorman, la cual dió como resultado el notable proyecto para los estudios de ambos artistas, realizado en la ciudad de México en 1932. En dicho proyecto el arquitecto tuvo la oportunidad de implementar sus ideas funcionalistas de ideología proletaria, ya que el costó por metro cuadrado de la construcción de los estudios fue igual al de la vivienda de un obrero, aunque el área total fuera mucho mayor.
Existen otros casos interesantes en la historia de la arquitectura mexicana, como el de David Alfaro Siqueiros, quien adquirió una casa y la renovó en 1951, dentro de la cual ensayó porciones de sus murales, en los que experimentaba con escorzos complicados y con su idea de poliangularidad. El pintor dejó la casa como herencia para el pueblo mexicano, renombrándola como: “Sala de Arte Público”.
Algunos artistas han decidido hacer ellos mismos sus proyectos de vivienda y estudio, como la diseñadora textil suiza Georgette Klein, quien se construyó en 1932 su propia casa junto con su marido Luigi Tentori en el pequeño poblado de Barbengo, en el Ticino. El proyecto resultó una aplicación muy afortunada de las ideas de la nueva objetividad, muy en boga por entonces en Alemania.
No cabe duda que para los artistas tienen gran importancia los espacios en los que habitan. El escultor suizo Alberto Giacometti utilizó un pequeño apartamento en París desde 1926 como su estudio por más de 40 años. El artista intervino tantas veces los muros del inmueble que cuando desalojó el espacio poco antes de morir, su
familia pidió que se desmontaran partes grandes de los aplanados de cemento para preservar sus intervenciones, que si bien no estuvieron planeadas para ser expuestas, constituyen una huella muy importante de su paso por ese espacio.
Lorenzo Rocha

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