jueves, 27 de septiembre de 2018

PROYECTO SOCIAL

Durante los últimos años se ha escuchado mucho hablar de los fenómenos sociales ligados a la producción arquitectónica. Se trata principalmente de proyectos dirigidos al sector de bajos recursos, dentro de países con economías emergentes. El abanderado principal de dicha tendencia es sin duda el arquitecto chileno Alejandro Aravena y su estudio Elemental. Aravena se declaró a sí mismo como “Arquitecto de la escasez” tras recibir el premio Pritzker en 2016. En ese mismo año fue designado como curador de la Bienal de arquitectura de Venecia, la cual tituló “Noticias desde el frente”, la exposición se centró sobre los aspectos sociales de la arquitectura.
Cada vez existen más proyectos que se ubican dentro de la linea social, o mejor dicho, que se dirigen a personas de escasos recursos económicos. No es lo mismo hablar de lo social como algo inherente a la pobreza, que hablar de arquitectura social, ya que la sociedad incluye a todos sus miembros, también a aquellos con alto poder adquisitivo.
En 1968, el arquitecto Rafael López Rangel, quien falleció en febrero del presente año, escribió un importante texto titulado “La arquitectura y lo social”. En el texto, el gran teórico mexicano escribe: “La arquitectura surge dentro de la totalidad social. Lejos estamos, por lo tanto, de pensar que lo social en el fenómeno arquitectónico es un particular elemento o “valor” que se manifiesta parcialmente de manera autónoma junto con otros elementos o valores”. Estos otros valores a los que se refería el arquitecto son la utilidad y la belleza, que conforman la tríada que fundamenta la teoría de la arquitectura de su colega, el arquitecto José Villagrán, con quien sostenía un airado debate en cuanto al aspecto social dentro de su discurso.
Quizá quienes están ahora interesados en procesos de participación ciudadana y en atender necesidades de comunidades y grupos humanos de bajos ingresos, les sería muy útil revisar los antecedentes teóricos dentro de dicho campo de acción. Es necesario tener claro que toda la arquitectura se fundamenta en el contexto social en que encuentra su origen, esto es válido tanto para la arquitectura actual como para toda aquella que se ha hecho en el pasado. 

Por lo tanto, hablar de lo social en la arquitectura es simplemente reiterar la esencia misma de la disciplina, es más importante referirse específicamente al aspecto social más relevante para el proyecto en particular. Por ejemplo, la arquitecta Rozana Montiel, quien ha realizado proyectos de espacios comunitarios en conjuntos habitacionales populares, valora el sentido de pertenencia, orgullo e identidad de sus habitantes.
Lorenzo Rocha

jueves, 20 de septiembre de 2018

INCENTIVOS

Ayer se cumplió un año del terremoto que sufrimos en la ciudad de México. Hacía 33 años que no habíamos tenido uno de tal magnitud y al parecer no nos hemos recuperado anímicamente del trauma de los dos últimos sismos fuertes. Aparentemente el Plan de reconstrucción para la ciudad de México, el cual se transformó en una ley con el mismo nombre, tampoco ha dado los resultados esperados hasta la fecha.
Sumado a este panorama nada alentador, el gobierno de la ciudad se encuentra casi estático debido al cambio de poderes y como es costumbre, la nueva jefa electa opina que el estado en el que recibirá la administración es lamentable. Entre los problemas que señala Claudia Sheinbaum está en primer lugar la inseguridad ciudadana y en segundo la difícil situación financiera de la ciudad. Por fortuna, afirma tener planes de acción en cuanto a ambos rubros y confía en que puede encontrar soluciones en mediano plazo.
En cuanto a la reconstrucción, lentamente algunos promotores inmobiliarios comienzan a aprovechar los incentivos de redensificación que se crearon con dicha finalidad. Recordemos que los edificios que sufrieron daños irreparables en su mayoría ya fueron demolidos por el propio gobierno por motivos de seguridad de las construcciones aledañas y de la vía pública. Existen otros inmuebles dañados que son objeto del programa de reconstrucción en una modalidad muy interesante. Dichos edificios podrán demolerse y la ley ha contemplado aumentar su potencial de edificación en una tercera parte más, como incentivo para su reconstrucción. Por lo tanto, si los condóminos o propietarios de estos edificios de apartamentos deciden aprovechar el incentivo, podrán aumentar el número de viviendas permitido anteriormente y también podrán construir más metros cuadrados, lo cual probablemente en la mayoría de los casos permitirá construir más niveles, respetando desde luego el área libre del terreno que se tenía antes. Lo mismo aplicará a edificios con usos mixtos, oficinas y comercios que hayan sufrido daños irreparables por los sismos. 
Algunos proyectos ya han comenzado, principalmente en el sur de la ciudad cerca del viaducto Tlalpan, se calcula que los beneficios en la plusvalía de la zona serán muy positivos por la nueva oferta de vivienda, por lo cual es posible que simultáneamente se inicien promociones inmobiliarias nuevas.

Es interesante que la iniciativa de reconstrucción sea tan distinta que aquella que se emprendió en 1985, que se centró en la construcción de vivienda popular cerca del centro histórico. La razón principal es que el sismo de hace tres décadas afectó a mucho mayor número de construcciones y en gran medida a las antiguas vecindades del centro.
Lorenzo Rocha

jueves, 13 de septiembre de 2018

CIUDADANOS

La participación ciudadana en procesos arquitectónicos y urbanísticos ha cambiado mucho durante los últimos cincuenta años. Dichos cambios se relacionan principalmente con la evolución de la democracia, hoy sin duda los gobiernos son en general, mucho menos autoritarios de lo que eran en los años sesenta del siglo pasado. Las condiciones que permitieron consensuar el plan urbanístico para el centro histórico de Bolonia en los años setenta, han cambiado radicalmente en nuestros días.
Los arquitectos debemos ser muy cuidadosos al tratar con los deseos y expectativas del público. Es positivo que intentemos consultar y tomar en cuenta las opiniones de los ciudadanos, pero no prometerles falsedades y hacerles creer que los proyectos se harán siguiendo al pie de la letra sus deseos. Es un error muy frecuente que los arquitectos interesados en la participación social, realicen su trabajo solo superficialmente y utilicen las encuestas y reuniones con usuarios solamente como mecanismos de validación de sus proyectos.
También los gobiernos a nivel municipal han abusado del concepto de participación ciudadana, de nuevo, seguramente sus intenciones son buenas, pero los resultados de sus consultas públicas son rara vez vinculantes y en la mayoría de los casos los ciudadanos se sienten defraudados por los resultados.
La sociedad actual tiene gran capacidad de auto organización, no necesita que los arquitectos o el gobierno los convoquen para expresar su apoyo u oposición a un proyecto que afecte en particular a sus barrios y ciudades. De hecho, dicha oposición ha detenido proyectos enteros, como lo vimos hace unos años en la ciudad de México, donde se detuvo la construcción del corredor cultural y comercial de la avenida Chapultepec, por protestas de los ciudadanos y por un posterior referéndum organizado por el gobierno de la ciudad.
Cuando la sociedad se organiza es capaz de lograr lo que ningún profesionista es capaz de hacer solo, ya que la ciudad la hace la gente y es ella quien tiene el auténtico poder ciudadano. El desplazamiento económico de los habitantes, una de las consecuencias nocivas del aburguesamiento, solo puede corregirse con la exigencia de los ciudadanos ante el favorecimiento ilimitado del gobierno hacia los promotores inmobiliarios. El urbanismo es demasiado importante para la vida de todas las personas, como para dejarlo en manos de unos pocos expertos, quienes toman decisiones desde sus escritorios y a veces ignoran la realidad de su campo de acción.

La participación ciudadana es “maquinaria pesada”, los arquitectos y urbanistas que pretendamos utilizarla debemos de ser muy cuidadosos y respetuosos con el público, esto solo se logra con un programa serio y comprometido con los intereses generales.
Lorenzo Rocha

jueves, 6 de septiembre de 2018

FORMA Y CONTENIDO

Toda la arquitectura se manifiesta en la realidad mediante la forma, el proyecto arquitectónico es el instrumento que define la disposición de sus elementos, buscando la manera más adecuada y eficiente para su realización y al mismo tiempo su capacidad expresiva. Si dicha forma es correcta, el edificio, casa, calle o plaza, será usado y disfrutado por varias generaciones. Si la solución es equivocada, esas mismas personas los padecerán por años, hasta que los errores sean enmendados o la construcción sea demolida definitivamente y sustituida por otra. Quizá por esta razón casi todos los arquitectos, teóricos y críticos reflexionan constantemente acerca de la forma y de las cuestiones estéticas que la rodean, son menos quienes se cuestionan el contenido de la obra. Esto es lógico, ya que el contenido de la arquitectura solamente se puede estudiar desde el punto de vista filosófico.
La forma se resume en la respuesta a la pregunta ¿cómo? y el contenido en la pregunta ¿por qué? Casi todos los arquitectos se centran en responder a la primera pregunta y se sentirían en dificultad para responder a la segunda.
La última vez que hubo un cuestionamiento significativo sobre la arquitectura fue a principios del Siglo XX, cuando el modernismo propuso un replanteamiento en el modo de construir. Aquella época estuvo marcada por el crecimiento de las ciudades, la industrialización, los nuevos materiales y las guerras mundiales. Todo ello creó un ambiente propicio para realizar cuestionamientos existencialistas a los cuales también respondieron los arquitectos.
¿Cuándo habrá un nuevo evento mundial que obligue a una revalorización semejante? ¿Cuáles podrían ser dichos sucesos? Esperemos que no tengan que ser las catástrofes las que nos hagan reaccionar nuevamente, ya que los problemas actuales como el clima, las migraciones masivas, la sobrepoblación urbana y la desigualdad económica, ya son carencias suficientes para que los arquitectos pensemos en nuevos paradigmas.
Hoy en día ya existen situaciones extremas que han dado lugar a ciertos cambios en la profesión, por ejemplo, es cada vez más clara la necesidad de la regeneración urbana en lugar de la expansión de las metrópolis. También se ve con claridad la necesidad del reciclaje y la reconversión de edificios obsoletos, más allá de su demolición y sustitución. Existen pocos ejemplos de prácticas similares y es curioso notar que son más del interés de los artistas que de los arquitectos.
Es probable que el arquitecto del futuro deje de ser un técnico y la construcción quede totalmente en manos de los ingenieros y promotores inmobiliarios. Quizás los arquitectos dentro de 50 años se dedicarán solamente a crear manifiestos e instalaciones temporales que marquen las tendencias que seguirán los constructores. 

Desde hace mucho tiempo encuentro mayor contenido arquitectónico a nivel conceptual en la obra efímera de artistas como: Heidrun Holzfeind, Alexander Apóstol, Lara Almarcegui, Santiago Cirugeda, Nils Norman, Gohar Dashti, Rikrit Tiravanija, José Dávila y muchos otros más, que en los trabajos de los jóvenes arquitectos de vanguardia. Existen sin duda algunos colectivos de arquitectos como: Assemble, Torolab, Tercerunquinto, Stalker, A13 y Raumlabor, que trasgreden los límites entre arte y arquitectura, quizá en ellos encontraremos nuevos contenidos para lo que construiremos durante las siguientes décadas. De momento, los arquitectos estamos llegando con notable retraso al llamado existencial de nuestra época.
Lorenzo Rocha

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