jueves, 29 de agosto de 2013

PARTICIPACIÓN

Alrededor de los años sesenta del Siglo XX, hubo un momento en el que algunos arquitectos experimentaron una extraña lucidez y estuvieron a punto de transitar de ser profesionistas elitistas, a atender las auténticas necesidades del público, del usuario de sus edificios y espacios urbanos. Desgraciadamente su buena intención no trascendió, al igual que los demás movimientos sociales de 1968. “La arquitectura es demasiado importante para dejarla en manos de los arquitectos”, solía decir el arquitecto italiano Giancarlo de Carlo, uno de los miembros del Team X –junto con otros destacados arquitectos, orientados al aspectos sociales, como los holandeses Jaap Bakema y Aldo van Eyck. De Carlo fue uno de los primeros en articular su trabajo de diseño con el aspecto político inherente a su profesión, el arquitecto nunca disoció a la arquitectura de la política, en cuanto a que ambas disciplinas debaten fines y valores sociales. La política de su época tuvo un componente de resistencia contra el fascismo, que inició durante la Segunda Guerra Mundial, y prosiguió con una actitud de rechazo a todos los sistemas politicos totalitarios. De Carlo perteneció al movimiento anarquista de Posguerra y se mantuvo como una figura manifiestamente anti-sistema que criticaba tanto a la práctica arquitectónica de su época, como a los círculos académicos, por la predilección de ambos por la forma y las imágenes lustrosas de los edificios, por encima de la experiencia física del espacio y el beneficio social de los proyectos.

La auténtica participación ciudadana en las decisiones que atañen a la morfología de los espacios comunes dentro de los conjuntos habitacionales, o en los parques y centros urbanos, tiene que pasar forzosamente por procesos de democracia directa y no por los canales establecidos por la administración pública o el gobierno. La auto-organización civil es un derecho ciudadano que responde a todas las contingencias derivadas de la vida en comunidad dentro del contexto urbano, en el momento en que es regulada o controlada por las autoridades, se convierte en un mecanismo distinto de organización política, más afin a los partidos y las elecciones, que a la búsqueda del bienestar ciudadano.

Del trabajo teórico de este notable personaje, destaca una conferencia dictada en Lieja en 1969: “El público de la arquitectura”, que después se publicó como un artículo académico en el que subraya el concepto central de su célebre aforismo: “Un edificio, es tan solo el esbozo de un potencial, no es arquitectura hasta que sus muros y espacios no sean activados por el grupo de personas para quienes fue construido”.

Lorenzo Rocha

jueves, 22 de agosto de 2013

EL VALOR DE LA TIERRA

En muchas culturas aborígenes, por ejemplo en Australia, es inconcebible la idea de ser dueño de la extensión de tierra donde se vive. Por el contrario, para algunas culturas animistas, la gente pertenece a la tierra y no la tierra a la gente. No existe un concepto más occidental que la propiedad legalmente regulada de la tierra, que probablemente tiene su origen en Europa central donde la concentración de la población durante el medioevo dió origen al sistema feudal que dividió mediante murallas, a las poblaciones burguesas del entorno rural. Ser un habitante del territorio intramuros, significaba estar protegido de las invasiones externas, mientras que la población que habitaba extramuros, estaba expuesta a todo tipo de peligros.
Lo que da valor a la tierra en nuestros días es su localización, su proximidad a los centros urbanos, la accesibilidad a las infraestructuras de servicios, a la energía y a los sectores de alta productividad industrial o financiera. La enorme extensión de tierra lejana al conjunto de estos factores de situación, o a cualquiera de ellos, puede valer muy poco o lo mismo que una pequeña parcela localizada en el centro de una gran ciudad.
El terreno, sea urbano o rural, tiene fundamentalmente dos tipos de valor: valor de uso y valor de cambio. El suelo urbano se caracteriza por una tendencia más acentuada hacia su valor de cambio, es más susceptible de ser negociado económicamente, ya que su flexibilidad de uso aumenta la posibilidad de ser desarrollado, es lo que comúnmente se denomina “bienes raíces”. En cambio, los terrenos rústicos, que no cuentan con infraestructuras de servicios como agua, drenaje, electricidad o gas natural, y también aquellos que no se encuentran servidos por las principlaes vías de comunicación, no son bienes que se coticen comercialmente en precios tan elevados como los del suelo urbano. Pero sí pueden tener un alto valor de uso, ya que pueden ser aprovechados para actividades rentables como la agricultura y la ganadería, o bien pueden ser explotados como recursos naturales, mediante la minería o cualquier actividad industrial que se lleve a cabo a cielo abierto.
En la ciudad la tierra es el bien más escaso, tiene que ser dedicado a la movilidad peatonal y vehicular y fraccionado para uso privado, dejando un mínimo porcentaje para áreas verdes y lúdicas. En términos generales se calcula que la mitad del suelo urbano son calles, plazas y parques y la otra mitad la ocupan los edificios. Pero en los cálculos de los urbanistas rara vez se especifica que porcentaje es exclusivamente para las personas.
Lorenzo Rocha

jueves, 15 de agosto de 2013

PUBLICIDAD EXTERIOR

Al igual que muchas otras discusiones sobre problemas arquitectónicos y urbanos, el tema de los anuncios publicitarios que contaminan visualmente nuestras calles, ha sido planteado desde diversos ángulos y por momentos, también dejado de lado ante otras preocupaciones quizá más apremiantes, como la inseguridad o la contaminación ambiental. No por ello, deja de ser un asunto importante en nuestra ciudad, que dada su complejidad, no ha cesado de crecer desde que se puso de manifiesto la oposición de muchos arquitectos, antropólogos y demás profesionistas, que vemos en dicho fenómeno argumentos suficientes para prohibir definitivamente los anuncios de todo tipo en las azoteas y calles de la ciudad.
El argumento más importante en contra de la publicidad exterior es sin duda, el tema moral, la ilegitimidad de utilizar el espacio público para promover intereses privados sin el consentimiento, manifiesto o tácito, de los habitantes. En otras palabras, comerciar con el paisaje urbano, e imponer a los habitantes urbanos, innumerables mensajes comerciales que pretenden persuadirlo para comprar los productos anunciados, atropellando su libertad de transitar por la vía pública sin ser expuesto forzosamente a dichos mensajes, algo similar a una irrupción violenta de la privacidad.
La publicidad es uno de los elementos fundamentales del capitalismo, desde el punto de vista económico, impulsa el consumo y las transacciones comerciales que generan los empleos y el bienestar propios del sistema económico neoliberal. Si abordamos el fenómeno publicitario por el lado político, también el consumismo y la libre competencia son elementos básicos de la libre elección y por tanto de la democracia ligada al captalismo. Sin embargo, la exposción a los mensajes publicitarios debe por definición ser voluntaria, si una persona lee un periódico o revista, sabe de antemano que contiene anuncios y por lo tanto lo hace con el conocimiento suficiente y por elección propia, lo mismo sucede cuando dicho sujeto enciende el radio o la televisión. En cambio, cuando los habitantes urbanos salimos a la calle, a pie, en bicicleta, en automóvil o en transporte público, tenemos que ver la publicidad exterior aunque no queramos, información que además nos distrae visualmente y nos confunde al buscar la dirección correcta o las señales viales. Además de lo anterior, nos priva del derecho a disfrutar del paisaje urbano, ya que resulta un elemento que daña el equilibrio visual de la arquitectura y el diseño urbano, los cuales ya habían perdido por sí mismos buena parte de su calidad y armonía durante la época moderna.
Lorenzo Rocha

jueves, 8 de agosto de 2013

CIUDAD EFÍMERA

Reconsiderando los conceptos planteados por Henri Lefebvre en su libro “El derecho a la ciudad”, encontramos que 45 años después de que el filósofo francés disertara sobre el futuro de la ciudad moderna, sus habitantes y gobernantes aun seguimos apegados al proceso antiguo de formación de la ciudad. Las ciudades siguen instalándose y creciendo por razones económicas, si es que las ciudades se han transformado durante los últimos dos siglos, será porque la economía ha sufrido profundos cambios y el desarrollo urbano va detrás de sus nuevas prácticas.
Las ciudades antiguas solían caracterizarse por la alta densidad, por ejemplo Barcelona cuenta con aproximadamente 170 habitantes por hectárea, mientras que en el otro extremo, en muchas ciudades estadunidenses como Houston, esa cifra está por abajo de 10. La razón de este fenómeno es económica, las ciudades antíguas crecieron alrededor de un núcleo compacto y hoy en día cubren extensiones de tierra relativamente pequeñas, aunque su población ha crecido notablemente, esto ha facilitado la concentración de las infraestructuras, sobre todo las de transporte público. Por su parte, ciudades fundadas en el siglo XIX tuvieron un desarrollo que pertenece a la era del petróleo y el automóvil, lo cual fragmentó su desarrollo en minúsculas comunidades con sus propios servicios, donde no se identifica ningún centro histórico y que se componen de redes viales que conectan a las viviendas unifamiliares con pequeños centros comerciales, industriales y administrativos.
Lefebvre escribe sobre su idea de ciudad futura en el penúltimo capítulo de su fundamental estudio sobre lo urbano, sostiene que en la ciudad efímera, “obra perpetua de los habitantes, a su vez móviles y movilizados por y para esta obra”, habrá un predominio del tiempo sobre el espacio. Mientras que las ciudades actuales requieren de “estructuras de equilibrio” que se distribuyen mediante el equipamiento urbano, que responde a las funciones económicas que dan origen a las ciudades, les asigna un espacio a cada una de ellas (estudiar, trabajar, habitar, comprar, etcétera), en el futuro la ciudad se habitará no en relación al espacio que ocupan dichas estructuras, sino al tiempo que los habitantes dedicarán a cada una de ellas. Lefebvre pone como ejemplo la Exposición Mundial de Montreal de 1967, donde se edificó un parque lúdico mediante domos geodésicos y otras estructuras etéreas que ponían en cuestionameinto la diferencia radical entre espacio público y privado, a la vez que introdujo el concepto de Habitat, por encima de la convencional noción de vivienda.
Lorenzo Rocha

martes, 6 de agosto de 2013

OCUPACIONES

Oficina de Arte es un lugar de ocupaciones. Esta palabra se refiere, en sus distintos significados, a varios fenómenos que suceden en este espacio independiente: al trabajo, al desarrollo de la profesión y a la forma de apropiarse de un lugar.
La ocupación entendida como trabajo se manifiesta en la labor artística que realizan los residentes de los estudios que conforman esta Oficina de Arte en lapsos que van de los seis meses hasta un año, en los cuales despliegan sus procesos creativos y elaboran proyectos. Aquí, se puede decir, los artistas están ocupados.
En otro nivel de sentido, la ocupación también se refiere a la función que desempeña una persona que requiere de habilidades y conocimientos especializados. Los artistas, entonces, se desenvuelven en este sitio como profesionales de las artes, como la fotografía, el video, el arte objeto, la instalación, el arte acción y la pintura.
De forma conjunta, los artistas residentes y Lorenzo Rocha, fundador de Oficina de Arte, hacen que este espacio se erija como una ocupación en sí misma al apropiarse de lo que fuera en tiempos pasados un almacén de materiales de papelería.
En el marco de Noche de Museos, Oficina de Arte se presenta como un lugar prácticamente único en la ciudad –ubicado en medio del ambiente exageradamente comercial de la calle Correo Mayor– en el que artistas jóvenes y de diferentes contextos producen y exponen sus piezas y proyectos al tiempo que dejan ver el área que ocupan física y simbólicamente.

Alejandro Gómez Escorcia, Víctor García Torres (curadores invitados).  31 de julio de 2013.

Daniel Ventura, México DF 1984. Constricciones es una pieza de intervención para espacios específicos asimilada como la acumulación, la superposición, el ordenamiento, la repetición, el corte, la estructuración y el movimiento de elementos rectangulares  obtenidos del corte de 40 cajas de madera para explorar las relaciones  que establecen los objetos instalados con respecto al espacio acotado en términos arquitectónicos.

Jessica Pérez, México DF 1976. Con cinta de aislar, Jessica Pérez hace visibles relaciones, estructuras y formas escondidas en su estudio. Estos registros fotográficos dan cuenta de intervenciones efímeras que reconvierten el espacio a partir de modificar la perspectiva y la circunstancia visual del área.

Ana Escutia, México DF 1988. Para Ana Escutia el dibujo es un medio para deconstruir y rehacer el paisaje y el entorno, así como la posibilidad de generar narrativas a partir de la observación minuciosa con el fin de encontrar momentos de contemplación dentro del caos. Hallar lo extraordinario en lo ordinario.

Cannon Bernáldez, México DF 1974. En su imaginación, Cannon busca desesperadamente a un unicornio. Su unicornio está dolido y desamparado, con la fotografía intenta rescatarlo –“Mi alquimia fotográfica me acerca a caballos de plástico sin cabeza y maquetas”.

Jesús Herrera, Alicante 1976. Más allá de un hiperrealismo alienado, las pinturas de Jesús son el resultado de investigaciones sobre los escombros, el punto de vista y la mirada. Aquí presenta sus observaciones sobre el Hotel Regis caído en el sismo del 85.

Ricardo Sierra, México DF 1986. Los cartogramas de Ricardo Sierra hacen visibles datos y cantidades asociadas a sus redes sociales en Internet. Son gráficas que al yuxtaponer superficies, aglomerar estadísticas y aumentar y disminuir dimensiones, confronta al espectador con un mapa metafórico de la complejidad de nuestros lazos y conexiones con los demás en la era de la información.

Maru Calva, México DF 1986. Su trabajo explora los límites y fronteras del libro como soporte artístico. En esta ocasión explora la construcción y deconstrucción de un nido de pájaro con el fin de devolver el estado original de los materiales que lo componen.

Danyra Amaro, México DF 1988. Este video es el registro de una acción que busca reflexionar sobre la construcción del cuerpo-identidad a partir de las estructuras ideológicas y manipulantes de la subjetividad. Al reconocer el yo corporal y sus experiencias, Amaro dibuja al otro y establece un punto de partida para generar estrategias de ruptura ante categorizaciones y estigmas sociales.

También participan Jorge Matsumoto, México 1966; Andrés Felipe Castaño, Bogotá 1986; Marcela Varela, Bogotá 1988; Bárbara Vergara, Santiago de Chile 1983 y Marcela Duharte, Santiago de Chile 1980.
Ocupaciones, Muestra de artistas residentes en el marco de Noche de Museos. Oficina de Arte.
Correo Mayor 109,  4° piso, colonia Centro,  06090 México DF.   /  Tel. 5491-1233  /  oficinadeartemexico@gmail.com  /  Facebook: oficinadeartemexico

jueves, 1 de agosto de 2013

ANACRONISMOS


Cada año desde el 2000, la Serpentine Gallery de Londres comisiona a un arquitecto o artista para realizar el proyecto de su pabellón, que se utiliza durante el verano para actividades educativas y sociales. Normalmente se construye delante de la galería en una extensión de prado que no sobrepasa los 350 metros cuadrados, dentro de los Jardines de Kensington. La obra se ha comisionado anteriormente a importantes arquitectos como Oscar Niemeyer, Zaha Hadid, Frank Gehry, ademas del artista Ai Wei Wei, todos ellos han propuesto interesantes ejercicios formales y conceptuales.
En la presente ocasión fue elegido el proyecto del arquitecto japonés Sou Fujimoto, quien plantea una estructura volátil, realizada con infinidad de elementos metálicos rectos, que en su conjunto crean una estructura orgánica, una especie de nube flotante. El propio arquitecto describe su trabajo como un paisaje arquitectónico que plantea la cuestión de “la diferencia entre la arquitectura y la naturaleza, o cómo la primera podría formar parte de la segunda y ambas resultar integradas”. En las descripciones del pabellón por parte del arquitecto se deja ver su interés por la arquitectura como imitación de los organismos naturales, interés compartido por muchos arquitectos desde mediados del siglo pasado, los llamados “Metabolistas”, entre los que se cuentan varios japoneses como Kisho Kurokawa. También resalta la coincidencia formal con dos proyectos antecedentes específicos, que denotan una nostalgia futurística por parte del diseñador. El primero, el pabellón para conciertos al aire libre que el arquitecto español Juan Daniel Fullaondo diseñó en Madrid en 1963, se trataba precisamente de una cubierta temporal y etérea que tenía la finalidad de instalarse en un parque. La segunda coincidencia es el pabellón suizo para la exposición mundial de Osaka en 1970, que en su momento resultaba extremadamente propositiva. El arquitecto Ernst Hiestand, diseñó una estructura de acero y aluminio que se iluminaba de noche, generando un auténtico ambiente futurista. El arquitecto suizo realizó este diseño sin saber que era casi idéntico al proyecto de su antecesor español, el hecho generó una airada polémica en el medio académico de aquella época.
Es curioso que actualmente los organizadores del pabellón Serpentine, quienes indudablemente poséen una amplia cultura arquitectónica, no hagan mención alguna de esta serie de anacronismos, que lejos de resultar en perjuicio del trabajo del arquitecto Fujimoto, mostrarían su amplia cultura y voluntad de recuperar las virtudes de los fantásticos proyectos de sus antecesores.

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