jueves, 28 de noviembre de 2019

INTELIGENCIA ESPACIAL

La organización cultural WIA (What is Architecture) se ha dedicado los últimos años a entrevistar personajes destacados de la arquitectura internacional (europeos principalmente) como Ben van Berkel, Peter Cook o Kjetil Thorsen, por mencionar solo algunos de ellos. Su objetivo es indagar sobre el pensamiento arquitectónico contemporáneo.

Resulta muy interesante escuchar las reflexiones de expertos en arquitectura cuando se les hacen las mismas preguntas. Esto nos muestra cuán variadas pueden ser las apreciaciones de una misma actividad profesional. Cada arquitecto tiene su propia opinión acerca de la arquitectura, de acuerdo con la naturaleza y profundidad del trabajo que realiza. Por ejemplo, el arquitecto holandés Ben van Berkel del estudio UN, afirma que la arquitectura es una disciplina que hace muchas cosas más que solamente reforzar su autonomía. Otros profesionales como Peter Cook de Archigram opina que la arquitectura es una manera de concebir la vida. Kjetil Thorsen del despacho Snøhetta habla de algo muy importante para la arquitectura, cuando dice que “la arquitectura hace que las personas sean conscientes de su lugar en el mundo”. Esta es una definición muy acertada de la “Inteligencia espacial” un fenómeno psicológico que tiene que ver con los conceptos de la situación en el espacio y de la sensación de lugar, que se relacionan directamente con la experiencia física que las personas tienen respecto a sus entornos directos: la casa, la naturaleza y la ciudad.
La arquitectura es sin duda una actividad no restringida solamente al diseño y a la construcción. Gravitan en torno a esta profesión, cuestiones filosóficas profundas que no se expresan solamente mediante los edificios, sino también se transmiten verbalmente. De ahí la importancia del ejercicio constante de la teoría y crítica de la arquitectura, tanto para estudiantes como para los profesionales en la materia.
La lectura de estas opiniones ayuda a cada uno a tomar una posición personal. Acostumbro definir mi trabajo como “el confinamiento temporal de una porción de espacio con fines habitativos”. Sin embargo también estoy de acuerdo con el hecho de que la arquitectura es el uso político del suelo, brillante definición del filólogo Fernando Curiel. Aunque me gustaría precisar que mi idea de uso político del espacio, lo concibe lo más apegado posible a la definición aristotélica de política como: “la búsqueda del bien común, mediante el uso de la razón”.
Lorenzo Rocha

jueves, 21 de noviembre de 2019

CONSTRUCCIÓN LIMPIA

La construcción es una actividad mediante la cual se daña forzosamente el medio ambiente. Para conseguir la limpieza de la arquitectura no bastaría eliminar sus emisiones, sin embargo lo que se debe buscar es el equilibrio entre lo natural y artificial.

La preocupación por el cambio climático ha llegado en los tiempos más recientes a niveles de ansiedad. No es para menos, ya que los daños al medio ambiente son visibles por todo el mundo, desde el Amazonas hasta el Polo Norte. Sin embargo, también somos conscientes que el avance de un cambio en el equilibrio ecológico del planeta es muy lento, es probable que la emergencia que vivimos ahora sea un proceso que ha estado presente desde hace al menos 150 años y por lo tanto tarde más de un siglo en revertirse.
La arquitectura y el urbanismo son dos de las actividades más nocivas para los entornos naturales, desde la extracción de materiales minerales hasta la tala de los bosques y posterior pavimentación de las enormes áreas urbanas. No obstante, la construcción puede modificar la mayoría de sus prácticas contaminantes si se plantea de este modo. Hay que empezar por planificar obras que no generen desechos ni escombros, evitar emplear acero y concreto dentro de lo posible y usar materiales locales y sostenibles como la madera y la piedra natural.
Por desgracia, aun haciendo todos estos esfuerzos, la arquitectura en sí misma puede contribuir muy poco a mitigar el problema ecológico de fondo. Sus raíces están a la misma profundidad que las de nuestro sistema socioeconómico. La construcción es una actividad que deriva del crecimiento económico y mientras éste siga a la alza también ésta lo hará. Los arquitectos debemos comenzar a debatir con mayor intensidad el tema ecológico comenzando por reflexionar sobre los términos que empleamos en nuestros argumentos. Afrontémoslo, no existe tal cosa como un “rascacielos verde” y mucho menos un “aeropuerto sostenible”, es muy importante afrontar la realidad y evitar estos eufemismos, que solamente nos alejan de las posibles soluciones ante la destrucción de la naturaleza. Mucho más aún cuando los términos como el “Greenwashing” se utilizan en campañas publicitarias que aprovechan la preocupación ecológica generalizada para hacer negocios y limpiar la imagen de las empresas constructoras y de los promotores inmobiliarios.
Lorenzo Rocha

jueves, 14 de noviembre de 2019

PARTICIPACIÓN INVERSA

Bert Theis (1952-2016) artista luxemburgués y fundador de la Oficina de transformación urbana, abogaba por una participación activa de los artistas, arquitectos y urbanistas en las iniciativas de la gente, los jóvenes arquitectos deberían tomar muy en serio esta postura.
La participación de los ciudadanos en procesos urbanísticos y arquitectónicos presenta muchas dificultades. En primer lugar está la dificultad que enfrentan las personas para organizarse de manera eficiente, los procesos democráticos directos se prestar a ambigüedades y abusos constantes y en los casos en los que funcionan correctamente en realidad no requieren de la participación de profesionales más que en su implementación. La participación ciudadana promovida por urbanistas y arquitectos puede ser muy positiva en cuanto a la intención de involucrar al público en decisiones de los proyectos que los afectan directamente, siempre y cuando sus deseos de colaboración sean auténticos y se alejen de estrategias de autopromoción. El peligro de dichos procesos es que  muy fácilmente los ayuntamientos y los políticos se apropian de dichos mecanismos que convierten en fuentes de popularidad electoral.
Hace más de 50 años arquitectos como Giancarlo De Carlo aplicaron con éxito la participación ciudadana en sus proyectos, por ejemplo el conjunto habitacional Villagio Matteotti en Terni cerca de Roma, contó con un equipo de arquitectos dedicados a planificar las viviendas de la mano con los obreros que después ocuparían las viviendas. Hoy en día esas casas pertenecen a los herederos de dichos obreros y a algunos de ellos en avanzada edad y su espíritu democrático y comunitario ha disminuido por lo que sus áreas comunes y huertos han quedado en el abandono total.

Los arquitectos y urbanistas actuales siguen intentando implicar a los usuarios en sus procesos, sin embargo en los casos en los que existe una auténtica capacidad de organización ciudadana sin intervención de profesionales, suele ser ignorada tanto por los arquitectos como por los ayuntamientos involucrados, ya que la intención de ambos es invitar al público a participar sin que las decisiones se salgan de su control. Sería importante retomar ahora lo que solía decir Bert Theis, gran colega y amigo fallecido recientemente: “No pienso que los ciudadanos o los observadores deban tomar parte en el arte, la arquitectura o la planificación urbana. Más bien lo contrario, los artistas, arquitectos y urbanistas debería bajar del pedestal donde se encuentran y participar en las iniciativas de los ciudadanos”. 
Lorenzo Rocha

jueves, 7 de noviembre de 2019

ARQUITECTURA ENSIMISMADA

En su texto clásico de 1963 “El arte ensimismado”, Xavier Rubert de Ventós discute la necesidad de apertura de los discursos estéticos a sectores más amplios de la sociedad, cuestionando el papel del arte frente al enriquecimiento de la cultura general.

Los críticos y teóricos consideramos como significativa solamente a la arquitectura culta y por lo tanto nuestros discursos se centran en un tipo de construcciones que hacen referencias explícitas o implícitas a los valores estéticos y artísticos de la modernidad o de la historia cultural universal. Estos parecen ser los temas que vale la pena discutir en los medios impresos, en la televisión y en la radio. Es algo lógico y comprensible, pero entraña un mecanismo problemático, ya que deja fuera a toda la arquitectura popular y vernácula, que es la gran mayoría de ella.
En muchos lugares nadie sabe quienes son los grandes maestros de la arquitectura, ni existe siquiera la necesidad de saberlo. Este dilema deriva del hecho intrínseco en cualquier construcción, su dualidad como objeto de arte utilitario. La mayoría de la gente solo necesita una simple casa, no exige que ésta tenga valor artístico. Sin embargo, la belleza de la arquitectura o al menos su sencillez es necesaria e incluso indispensable para todas las personas.
Sería muy útil para la sociedad que los escritores tocáramos este tipo de temas y discutiéramos la arquitectura “a nivel de la calle”. Crear diálogos comprensibles e inclusivos para poder aprender de las necesidades legítimas de todos los habitantes de nuestras construcciones. Aunque las discusiones e investigaciones académicas son necesarias para la preservación histórica y en general para la creación del conocimiento, sus disertaciones no deberían de ser los únicos objetivos del trabajo de los expertos.
Por su parte, el saber popular relacionado a la construcción es la energía creativa que da origen a lo que Christopher Alexander llamaba en su libro “El modo intemporal de construir” (1979), “la calidad sin nombre”, que es lo típico que encontramos en los pequeños pueblos, donde la homogeneidad de las construcciones, de sus materiales y proporciones, permite una armonía notable sin que destaque ninguna de ellas, mientras que sus creadores permanecen en el anonimato. Esto sucede en contraste al sistema de promoción y publicidad característicos de la sociedad consumidora en las grandes ciudades, que necesita habitar edificios “de autor”.
Lorenzo Rocha

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