jueves, 26 de abril de 2018

INCONCLUSO

La crisis económica que afectó a España en 2008 tuvo parte de su origen en la inviabilidad económica de muchos proyectos inmobiliarios. Gran parte de ellos quedaron inconclusos y fueron abandonados por falta de recursos para su terminación, operación y mantenimiento.
El Centro cultural de España presenta una interesante exposición titulada “Unfinished”, que fue ganadora del León de oro en la bienal de Venecia de 2016. En la exposición se aprecian fotografías de las ruinas contemporáneas derivadas del abandono y también algunos proyectos derivados del deseo de aprovechar espacios aparentemente inútiles. También es muy interesante una parte de la exposición en la que sus organizadores realizaron entrevistas a diez arquitectos y académicos prominentes entre los que destacan Kenneth Frampton, Nader Tehrani y Sarah Whitting. Las tres preguntas formuladas son muy pertinentes para replantearse ahora, en el contexto actual de nuestra ciudad y de las poblaciones en proceso de reconstrucción tras los sismos de 2017. A continuación responderé con mi opinión acerca de dichas cuestiones.
La primera pregunta formulada es: ¿Hay que ser selectivos en los problemas a resolver? Es obvio que resulta imposible resolver todos los problemas y carencias de espacio con un solo proyecto, principalmente por que las necesidades de las personas son dinámicas. Una vez que un edificio llega a su conclusión, surgen siempre nuevas necesidades. Además las soluciones arquitectónicas casi siempre generan nuevos problemas, por el impacto que tienen en el contexto donde se llevan a cabo.
La segunda pregunta es demasiado ambigua ya que plantea una dicotomía entre las imágenes fijas contra los edificios en proceso de evolución. En resumen no hay una oposición entre estos dos conceptos, ya que las imágenes siempre serán fijas, pues derivan de la captura de un momento específico de la construcción en el tiempo, mientras que los edificios siempre evolucionan, dado a que su uso los transforma y deben adaptarse siempre a los cambios y crecer.

La tercera pregunta formulada en la exposición es ¿Cuantas construcciones en la ciudad deben ser nuevas y cuántas deben ser readaptadas? Es una pregunta crucial cuando se analiza el contexto urbano, donde existen siempre gran cantidad de edificios obsoletos. Sería interesante pensar una ciudad en la que se estableciera una moratoria temporal para la construcción nueva y por un tiempo solo se permitiera la ampliación y modificación de la arquitectura existente. Una vez que se agotaran las estructuras adaptables, dicha ciudad hipotética retomaría su crecimiento y volvería a permitir la construcción nueva. Me parece que este ejercicio sería muy positivo para el uso racional del espacio urbano, tanto público como privado. A veces las crisis económicas o los desastres naturales nos obligan a reflexionar más profundamente sobre las motivaciones que guían nuestro trabajo como arquitectos y urbanistas.
Lorenzo Rocha

jueves, 19 de abril de 2018

VIOLENCIA Y CIUDAD

El alto índice de criminalidad en las ciudades latinoamericanas está indudablemente ligado a la marginación. A su vez la marginación se debe al crecimiento veloz y desordenado, ocurrido durante la segunda mitad del siglo XX en ciudades como Caracas, Brasilia, Bogotá, Sao Paulo, Medellín, Rio de Janeiro y México. 
La urbanista estadunidense Diane Davis, autora del libro “El Leviatán urbano: la ciudad de México en el siglo XX¨, atribuye parte del problema a la realización parcial de los programas urbanísticos modernos durante dicho período. Según Davis, quien estudió sociología antes de especializarse en urbanismo, la modernización de las metrópolis latinoamericanas se realizó en forma de retazos y no totalmente. Durante los años cincuenta se edificaron obras ejemplares como conjuntos habitacionales, hospitales, universidades y edificios de gobierno, además de infraestructuras importantes en todas las ciudades de la región, pero en casi todos los casos, se optó por desplazar a la población de bajos recursos hacia las periferias de las ciudades, marginándolos del progreso centralizado en los nuevos conjuntos.
Dicha marginalización dio origen a un crecimiento informal desmedido que escapó al control del estado y su población quedo excluida de los beneficios sociales implicados en el desarrollo urbano. 
Con el modernismo surgieron imágenes pulcras y ordenadas de las ciudades latinoamericanas, pero simultáneamente se crearon escenas de extrema pobreza y desorden en los márgenes del progreso. Actualmente los asentamientos urbanos irregulares que rodean a las metrópolis son zonas que viven situaciones de violencia parecidas a las de países en estado de guerra. En muchas zonas marginales no penetra la policía y ocasionalmente se llevan a cabo redadas para combatir al narcotráfico y al crimen organizado, en las que la autoridad se ve forzada a utilizar tácticas militares. En México, dichas operaciones las realiza la Marina, que es el único cuerpo militar de seguridad nacional  que es capaz de afrontar tareas tan complejas.

A pesar del triste panorama que se nos presenta, existen acciones precisas que los urbanistas y arquitectos podemos emprender para mejorar la situación. Fundamentalmente se trata de comenzar a borrar los límites entre la construcción formal e informal y así revertir los efectos de la desigualdad a nivel urbano. El primer elemento que contribuye a la integración es el transporte, la conexión entre centro y periferia ha conseguido mejorar las condiciones sociales. Por ejemplo desde que existen los funiculares en algunas ciudades, se acortaron el tiempo de transporte hacia las colinas a una décima parte. La segunda acción que se ha emprendido en algunas zonas marginales es la construcción de equipamientos educativos, culturales y recreativos en zonas de crecimiento informal. La tercera acción es el crecimiento urbano en altura para evitar la extensión desmedida del espacio urbano en sentido horizontal, la densificación vertical de algunas zonas urbanas ha permitido el mejor aprovechamiento de las redes de servicios urbanos y la creación de nuevos espacios verdes dentro de la trama urbana. Está claro que las aspiraciones del  modernismo aún no han sido cumplidas y tampoco superadas, en este caso es útil revisar los planes del pasado y reinterpretarlos para beneficio de la población actualmente marginada.
Lorenzo Rocha

jueves, 12 de abril de 2018

REVOLUCIÓN CULTURAL

Durante los diez años que duró la “Gran revolución cultural proletaria” en China, de 1966 a 1976, se llevó un proceso muy violento de reeducación del pueblo mediante el adoctrinamiento comunista promulgado mediante el “Libro rojo” de Mao Zedong. El objetivo del programa fue eliminar todo rastro del pensamiento capitalista y occidental en la cultura china, purgando toda traza de burguesía. Muchos intelectuales y artistas fueron perseguidos, exiliados y asesinados, sobre todo aquellos que se manifestaban en contra del régimen maoísta, a los cuales se les acusó de ser enemigos del Estado. Durante dicho período se cerraron las escuelas de arte y arquitectura, para ser sustituidos por la visión oficial de la estética cuyo objetivo era el enaltecimiento del líder absoluto y del régimen que encabezaba. 
El ejemplo más importante de la arquitectura china de este periodo es el Palacio del pueblo, la sede del congreso y del gobierno fue edificado en 1959 anteriormente al mandato de Mao, sin embargo expresa la voluntad monumental e imponente de un gobierno totalitario. El edificio se encuentra en el costado oeste de la célebre plaza Tiananmen, donde se vivió una sangrienta represión durante las protestas en contra del gobierno en 1989.
En otro costado de la plaza se encuentra el mausoleo a Mao, un edificio simbólico por obvias razones. En el mismo espacio conviven edificios contemporáneos con la presencia en el costado norte de la entrada sur del complejo conocido como la “Ciudad prohibida”, el palacio, residencia y jardines habitados por los emperadores desde la dinastía Ming en el siglo XV hasta la caída de la dinastía Qing en 1912.
La carga histórica y simbólica del espacio público en Pekín es enorme, los artistas y arquitectos actuales en China se ven forzados a lidiar con las consecuencias de la Revolución cultural, la cual a pesar de haber comenzado hace más de 50 años, aun se ve reflejada en los mecanismos de control social que ejerce el Estado.

El arquitecto Wang Shu, ganador del premio Pritzker en 2012, obtuvo su título por parte del Instituto Tecnológico de Nanjing a los 32 años, ya que antes de 1985 en China solamente se podía estudiar ingeniería civil. Acerca de su postura frente a la arquitectura, Wang opina: “Cuando me refiero a mi actividad como constructor de casas y no de edificios, aludo a una dimensión doméstica cercana a la vida cotidiana, Nombré mi estudio como “Arquitectura amateur” para poner énfasis en los aspectos espontáneos y experimentales de mi trabajo, opuestos al carácter monumental y oficial de la construcción”. En su postura se nota la necesidad de resistencia ante la visión dominante de su cultura ancestral.
Lorenzo Rocha

jueves, 5 de abril de 2018

CIUDAD INVISIBLE

Desde que los habitantes de las metrópolis tenemos acceso ilimitado a las imágenes aéreas de las ciudades gracias al internet, estas fotografías han penetrado profundamente en nuestra conciencia. La realidad de la ciudad no se comprende totalmente desde un plano, solo se vive al nivel de la calle. En un mapa podemos ver las avenidas largas y rectas con sus remates, tal como los diseñadores urbanos las concibieron. Del mismo modo podemos ver los esquemas antiguos que más se parecen a un plato roto que a la regularidad cartesiana de las ciudades modernas.
Pero ningún plano o fotografía puede reproducir nuestra experiencia física de la ciudad y nuestras vivencias como pobladores. En un mapa no se siente la temperatura, ni se perciben los olores de la ciudad. Tampoco es posible percibir en el mapa la sensación de recorrer una calle en bicicleta y ver a los vecinos paseando o hablando entre ellos, del mismo modo tampoco la imagen aérea muestra el ruido del tránsito vehicular ni las sombras y colores de los árboles y mucho menos su floración primaveral.
La información a nuestra disposición debe ser clasificada y seleccionada cada vez más por nosotros mismos. Es fantástico que tengamos acceso a tantos datos y materiales para evaluar y aproximarnos a la realidad, pero nunca debemos olvidar que la información no puede sustituir a la experiencia.
Si bien el uso responsable de la información es algo recomendable para cualquier ciudadano, en el caso de los arquitectos y urbanistas debe ser obligatorio. Hay demasiados arquitectos que trabajan desde lugares remotos y que no han visitado los sitios donde serán construidos sus proyectos. Seguramente sus colaboradores cuentan con la información suficiente para generar las soluciones adecuadas a los problemas que se les plantean y en la mayoría de los casos, cuentan con oficinas en el sitio donde se llevan a cabo los proyectos. Pero, existe un nivel de implicación que requiere de ser mucho más profundo que lo que muestran los estudios y los datos disponibles. El arquitecto y urbanista debe sensibilizarse ante la naturaleza del lugar donde trabaja y entender los mecanismos derivados del emplazamiento fijo donde realizará su obra, su topografía, su clima, su relación con el ecosistema donde se localiza.

De otro modo es casi imposible que los proyectos arquitectónicos y urbanos tengan éxito y penetren en la identidad de la ciudad. Es lógico que se pida la colaboración de expertos de todo el mundo para proyectos en las grandes ciudades. Sin embargo, los profesionales involucrados en dichos proyectos deben adquirir los conocimientos necesarios para que sus obras se integren al tejido urbano y a la historia del lugar del mismo modo como lo hacen quienes habitan la ciudad. Durante los últimos 50 años hemos visto un auge inédito de las grandes firmas internacionales de arquitectos que construyen en casi todos los países del mundo, esto sin duda enriquece el intercambio de ideas y soluciones entre expertos de distintos países, pero también tiene una cara amarga, el hecho de que muchos proyectos que se hacen por ejemplo en México son casi iguales a los que se llevan a cabo en Hong Kong, Dubai o Buenos Aires. Se requiere una actitud crítica frente a todo nuevo proyecto, sin importar el origen y la fama de su autor, de otro modo nos arriesgamos a disminuir significativamente el valor de nuestro patrimonio artístico inmueble.
Lorenzo Rocha

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