jueves, 29 de marzo de 2018

SUBDESARROLLO

Desde hace una semana está abierta al público la exposición organizada en el Museo Jumex con el título: “Memorias de subdesarrollo”, una visión artística de Latinoamérica y su proceso de descolonización cultural durante el siglo XX. Sorprende que la arquitectura juega un papel preponderante en dicho proceso, a la vez que muestra los vicios más agudos del crecimiento desigual y los contrastes que se han dado entre la modernidad de los edificios y la pobreza e ignorancia de muchos de sus pobladores.
De este modo observamos como se desarrollaron proyectos notables en varios países de la región a partir de los años cincuenta, como el conjunto multifamiliar de Tlatelolco y la Ciudad Universitaria en México, los edificios y la planificación de la nueva capital de Brasil y otros como la Universidad Central de Venezuela, en Caracas.
El cineasta brasileño Glauber Rocha, explica parte del fenómeno al referirse al movimiento Novo Cinema, en los siguientes términos: “Innegablemente América Latina sigue siendo una colonia, lo que diferencia al colonialismo de ayer del actual es solamente la forma más perfecta del colonizador contemporáneo. A nivel internacional, América Latina es todavía ejemplo de un cambio de colonizadores, donde cualquier posible liberación estaría en función de una nueva dependencia”. El texto fue escrito hace mas de 50 años, pero sigue existiendo una dependencia similar entre los países subdesarrollados y el primer mundo, probablemente ya no en sentido colonial, pero si en cuanto al orden económico mundial.
En México seguimos viendo como la riqueza depende directamente del comercio internacional y del tipo de cambio monetario. Por ello, cuando las condiciones son favorables, el crecimiento se nota más claramente en el sector de la infraestructura y de la construcción al más alto nivel. Los períodos de bonanza económica son muy breves, por ello la riqueza casi nunca llega a reflejarse en proyectos sociales que solucionen las múltiples carencias de las personas que se encuentran en la pobreza. Todos los días se construyen lujosos edificios y centros comerciales, al lado de las colinas repletas de casas construidas informalmente, esto lo vemos con claridad en el poniente de la ciudad de México.
El subdesarrollo a nivel urbanístico es un círculo vicioso en el que una sociedad hace grandes esfuerzos por alcanzar los modelos de éxito que se perciben en los países desarrollados y cuando al fin los alcanza, es demasiado tarde ya que dichos modelos ya han sido superados. Para salir de esta situación cada nación debe buscar su propio paradigma, que tome lo mejor de las corrientes de pensamiento extranjeras, pero las aplique tomando en cuenta las posibilidades del lugar y la idiosincracia local.

De otro modo, el crecimiento urbano de ciudades como la nuestra seguirá siendo desigual, ya que sin un modelo propio de desarrollo, las nuevas construcciones e infraestructuras de transporte se realizarán para beneficio de la minoría de los habitantes. Los aeropuertos, las autopistas de cuota, los trenes de alta velocidad, no pueden ser la única prioridad de los gobiernos que están por iniciar, el Estado debe tomar el desarrollo de la vivienda social y del transporte público como temas centrales de sus acciones, para comenzar a equilibrar las circunstancias que por años han estado inclinadas hacia el lado de quienes poseen y controlan los beneficios económicos en el sector de la construcción a nivel nacional y también regional. Latinoamérica debe unirse y despertar del sueño modernista.
Lorenzo Rocha

jueves, 22 de marzo de 2018

ASPIRACIONES

En 1933, al terminar el IV Congreso de arquitectura moderna, los arquitectos José Luis Sert y Charles-Edouard Jeanneret (Le Corbusier), redactaron un documento que se conoce como la Carta de Atenas, lo hicieron a bordo del barco Patris II, durante el trayecto de Atenas a Marsella. En dicho manifiesto, los arquitectos sentaron las bases para la planificación urbana contemporánea, estableciendo la necesidad de anchas avenidas y viviendas en altura rodeadas por grandes áreas verdes en las nuevas ciudades. También argumentaron las ventajas de separar las funciones de los edificios por zonas, destinando los mejores terrenos a la vivienda y al mismo tiempo creando áreas específicas para los equipamientos urbanos, el comercio y las fuentes de trabajo. La idea de movilidad en este esquema favorece principalmente al tráfico privado, se trata de la ciudad a escala del automóvil.
Tal parece que no existen en nuestro tiempo aspiraciones tan claras para pensar el futuro de las ciudades, el urbanismo actual, que deriva de las corrientes de pensamiento posteriores al modernismo, intenta revertir en lo posible los efectos de la zonificación, apoyando los usos mixtos, la peatonalización de las zonas históricas y el uso exclusivo del transporte público y la bicicleta. El problema con el nuevo urbanismo, es que no es aplicable a escala metropolitana y no existe una clara definición de su pertinencia más allá de los barrios tradicionales, los expertos actuales no se ocupan de responder al cuestionamiento sobre los efectos que causaría la desaparición total del trafico vehicular.
Los urbanistas modernos consiguieron materializar sus aspiraciones en casi todo el mundo a partir de los años cincuenta, algunos interpretaron mejor que otros los fundamentos de la idea de ciudad contemporánea, pero todos hicieron su mejor esfuerzo, ya que las metas eran muy claras, el mejor ejemplo de ello fue Brasilia.
Hasta que no definamos un nuevo paradigma de ciudad, los nuevos barrios y asentamientos urbanos seguirán apegados a los fundamentos del urbanismo moderno, esto no significa que las acciones emprendidas recientemente por los alcaldes de muchas ciudades no hayan mejorado la calidad de vida de los habitantes. Hoy en día muchas personas de distintas disciplinas se reúnen y discuten maneras de hacer más habitables a las grandes ciudades.
Sin embargo, las aspiraciones fundamentales de los urbanistas no se han modificado radicalmente desde su origen.
En la ciudad de México tenemos un ejemplo muy claro de la apuesta del gobierno por favorecer el uso del automóvil, se trata por supuesto de las autopistas urbanas o el conocido segundo piso del anillo periférico, iniciado hace más de 15 años. Hasta el dia de hoy, estas vías rápidas privadas se siguen expandiendo e invaden el espacio público para beneficio solamente de quienes poseen un automóvil y son capaces de pagar las cuotas para utilizarlos. Al mismo tiempo, la expansión del transporte público crece a un ritmo mucho menor, aunque las redes de metro y metrobús han aumentado durante los últimos años, sin duda se han rezagado frente a la velocidad de la expansión del tráfico privado.

Es probable que en el fondo las aspiraciones de nuestros gobernantes y de la mayoría de los ciudadanos sigan siendo las mismas que rigieron al urbanismo del siglo XX: la separación entre las funciones de los barrios y la ciudad creada para el automóvil.
Lorenzo Rocha

jueves, 15 de marzo de 2018

DEBILIDAD INSTITUCIONAL

Es sorprendente ver que a pesar de la debilidad de las instituciones estatales que operan en nuestro país, muchos arquitectos y urbanistas mexicanos siguen realizando proyectos y obras notables. El panorama de la arquitectura nacional sería mucho más alentador si los funcionarios encargados de gestionar los programas de planificación urbana, políticas de vivienda, construcción de infraestructura vial y muchos otros rubros torales para el desarrollo urbano, hicieran bien su trabajo.
Es evidente que toda la responsabilidad institucional no recae solamente sobre los servidores públicos, también los ciudadanos sufrimos un rezago importante en lo que se refiere a nuestra responsabilidad social. El individualismo característico de nuestra idiosincracia, aunado a la aguda visión a corto plazo que nos inunda, otorga pocas probabilidades a un crecimiento sostenido del bienestar en nuestros entornos urbanos.
La mayoría de las personas, indistintamente de que trabajen en el sector público o privado, buscan el beneficio inmediato y personal por encima de las mejoras permanentes o futuras a nivel comunitario.
Es probable que el éxito de algunos compatriotas se deba precisamente a su capacidad de aprovechar las condiciones del lugar y tiempo en el que vivimos. Por ejemplo, el arquitecto Alberto Kalach ha mantenido una visión sólida y contundente respecto a una arquitectura que responde al entorno urbano de la ciudad de México, desde hace 20 años cuando comenzó su proyecto de ciudad lacustre, con otros colaboradores como Teodoro González de León y Gustavo Lipkau.
También es una buena noticia que la Serpentine Gallery en los jardines londinenses de Kensington, hayan encargado a la arquitecta mexicana Frida Escobedo el diseño y construcción de un pabellón que estará en pie durante el verano, es la primera vez que dicho encargo ha recaído en una persona tan joven.
Por último también es alentador que la revista española El Croquis ha dedicado su edición más reciente a la obra del arquitecto Manuel Cervantes Céspedes. Se trata de proyectos en su mayoría para uso privado, algunas notables residencias y una cuadra ecuestre, pero también se han publicado proyectos para los centros de transferencia modal para transportes urbanos, diseñados recientemente por el despacho del arquitecto. 
El arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa contribuyó en la publicación con un texto que hace un recorrido por su experiencia de más de 50 años en los que se ha sentido atraído por la arquitectura mexicana. El crítico describe con elocuencia la materialidad y la condición onírica y en ciertas ocasiones surrealista que él encuentra en la arquitectura mexicana.

Sin duda se trata de una apreciación acertada, ya que en un país con centros urbanos tan densamente poblados como el nuestro, la fragilidad del marco institucional es quizá el terreno más fértil para las fantasías y las contradicciones de una arquitectura que camina sobre el abismo de la realidad y que responde a sus situaciones absurdas con especulaciones profundas y poéticas como lo hizo en su tiempo Luis Barragán, a quien Pallasmaa llama el Gran Alquimista de la arquitectura: “capaz de convertir el silencio en luz, la iluminación en sonido y el color en fragancia y sabor”.
Lorenzo Rocha

jueves, 8 de marzo de 2018

ARQUITECTURA DE OFICIO

La mayoría de las personas que se dedican al urbanismo, la arquitectura y la construcción, saben que el sector informal de la construcción de vivienda abarca al menos el 65 por ciento del total delas casas que se construyen anualmente en nuestro país.
La autoconstrucción ha sido la única solución que los ciudadanos de bajos recursos han encontrado ante la escasez y el alto costo de la vivienda formal. Desgraciadamente, dicho tipo de construcción carece de la eficiencia y seguridad que los expertos son capaces de proveer.
Algunas organizaciones civiles no lucrativas como Hábitat para la humanidad, prestan su valiosa ayuda a las comunidades pobres, con asesoría y materiales de calidad que les permiten mejorar sus condiciones de habitación, pero cubren una parte muy pequeña de las unidades habitacionales autoconstruidas.
Corresponde al gobierno de la ciudad de México regular el fenómeno de la vivienda informal, para que las personas que recurren a dicha práctica tengan seguridad y certeza jurídica. El estado cuenta con seguridad social y atención médica gratuita para la mayoría de la población. Del mismo modo, el sistema judicial provee a quien no cuenta con los recursos para pagar a un abogado, un defensor de oficio para los casos penales y familiares.
¿Porqué no existe en las leyes mexicanas el concepto de “Arquitecto de oficio”? Mientras que el reglamento de construcciones es muy minucioso y estricto con numerosas normas técnicas, su cumplimiento se reserva solamente para las obras que se localizan dentro de la traza urbana oficial y no cubre ninguna situación ajena a ésta. Es lógico que las personas que construyen su propia casa también carezcan de los conocimientos y recursos para tramitar los permisos correspondientes. El Estado no debe iniciar una persecución en su contra, pero sí que podría contemplar la regularización de la construcción como un beneficio social importante para la población. Existen fondos para la vivienda popular ligados a los dos grandes proveedores de servicios sociales del país, pero solamente se ocupan de asignar las casas que ellos mismos construyen o de dar créditos para adquirir viviendas realizadas por compañias privadas.
Hasta ahora no ha habido en nuestro país un programa de gobierno que atienda el fenómeno de la urbanización informal. Hace poco el gobierno de la ciudad de México dió a conocer su plan para la reconstrucción tras los sismos recientes, en él tampoco figura la necesidad de regularizar las prácticas deficientes en la construcción, aunque dedica un largo apartado a la urgente y necesaria seguridad estructural de las casas y edificios.
Lorenzo Rocha

jueves, 1 de marzo de 2018

EXISTENCIALISMO

El pensamiento crítico aplicado a la arquitectura, nos obliga a concentrarnos en los motivos existenciales de nuestra actividad profesional. La tecnología de la construcción se ocupa de dar soluciones materiales a los problemas arquitectónicos, pero no explica las razones filosóficas detrás de las encomiendas que se transforman en proyectos construidos.
En su importante libro “La arquitectura y la crisis de la ciencia moderna”, publicado en inglés en 1983, el teórico mexicano Alberto Pérez Gómez, aclara el asunto del modo siguiente: “Según la teoría, el mayor objetivo del arquitecto es construir del modo más económico y eficiente, evitando cuestionarse el por qué de la construcción y la justificación existencial de dicha actividad”. Así es como queda establecida con claridad la crucial diferencia entre el “porqué”, la parte existencial del proyecto y el “cómo”, la parte técnica del mismo.
En realidad, el único que conoce la parte existencial de un proyecto es quien lo encarga, al que describimos coloquialmente como “el cliente”. Esa persona o institución encomienda al arquitecto la solución adecuada más a sus necesidades: una casa, edificio o cualquier tipología que cumpla con sus requerimientos de espacio y representatividad ante la sociedad.
Sin embargo, el arquitecto puede llevar su actividad a una dimensión más profunda, siempre y cuando sea capaz de pensar de modo crítico y cuestionar la naturaleza de la encomienda que se le presenta.
Como ejemplo notable de una postura crítica frente al ejercicio de la arquitectura es la obra y pensamiento de Giancarlo de Carlo. El arquitecto italiano cuestionó los fundamentos del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, realizado en Francfort en 1929, que giraban en torno al concepto de Existenzminimum, ideado por el arquitecto alemán Ernst May (paradójicamente la expresión alemana se traduce al español como “Mínimo existencial”). De Carlo sostuvo que le parecía inútil discutir maneras de reducir los espacios habitables al mínimo posible, para resolver el problema de la falta de vivienda popular mediante la producción industrializada de prototipos para viviendas mínimas. En su postura se cuestionó ¿porqué una vivienda debía reducir al mínimo posible sus áreas, materiales y espacios en lugar de apuntar hacia la producción de viviendas más espaciosas, cómodas y equipadas? De nuevo, el modernismo de la arquitectura había impuesto la búsqueda de soluciones técnicas adecuadas a problemas que habían de aceptarse sin ser cuestionados.

Hoy en día los arquitectos seguimos en nuestra mayoría, ocupados en las soluciones y no en los cuestionamientos existenciales de nuestra actividad. Quizá por esta razón permanecemos marginados de las decisiones cruciales que afectan a nuestras acciones. La mayoría de los arquitectos actuales se comportan del modo más pragmático posible, para alinear sus intereses con las agendas económicas, políticas y sociales dominantes. Hacen esto para garantizar su lugar en la sociedad y conseguir el mayor número posible de proyectos, sin poner en duda la naturaleza de los encargos. Desde luego, los arquitectos críticos, como De Carlo en su momento, obtienen menos proyectos, pero su labor contribuye más a ampliar los horizontes de la profesión, que si permanecen obedientes a los derroteros que les marca la clase política en el poder. 
Lorenzo Rocha

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