viernes, 1 de julio de 2016

TESTIMONIO

Durante el primer semestre del año 1991, estudié la materia de Estereotomía con la maestra María Lagunes, en la Facultad de Arquitectura de la UNAM. La maestra nos enseñó el “arte de cortar piedras y maderas”, mediante dibujos técnicos y monteas de aparejos de ladrillo, sillares y arcos de piedra de muy distintas formas y geometrías. La visualización de los despieces que contemplaba el curso, fueron de gran influencia en mis primeros años de ejercicio profesional, y aunque para algunos pueda parecer anacrónico en nuestra época informatizada, sus enseñanzas siguen siendo parte fundamental de mi formación como arquitecto.
María Lagunes fue la única docente que conocí en la facultad que no había estudiado arquitectura ni ingeniería civil, lo cual le daba un enfoque distinto de la arquitectura, vista no solo como técnica, sino como arte. Sin duda, su formación artística también contribuyó significativamente a ampliar los horizontes de la visión profesional de la arquitectura y su campo de conocimiento, para todos los alumnos que asistimos sus cursos.
El trabajo personal de la maestra ha estado parcialmente orientado hacia la integración entre la arquitectura y la escultura, algunas de sus obras de escultura monumental, como la “Señal” de la Torre Lomas (1984) y el Monumento a Rosario Castellanos en el Bosque de Chapultepec (1976), lo muestran con mucha claridad. Durante 1969, su primer año como docente en la facultad, María Lagunes propuso cursos de dibujo para los primeros tres semestres de la carrera de arquitectura, basados en las ideas de André Bloc sobre la escultura arquitectónica, que puede concebirse también como arquitectura escultórica. La maestra había estado en contacto con él en 1966 cuando estudiaba en París con especial interés en la integración de la arquitectura con las artes plásticas. Bloc fue formado como ingeniero, pero decidió dedicarse a la escultura, estuvo en contacto cercano y colaboró con arquitectos como Le Corbusier y Auguste Perret, por lo que sus esculturas constituían maquetas de edificios a mayor escala. Esta forma de pensamiento se anticipó al menos treinta años a una vertiente formalista de la arquitectura contemporánea, cuyos exponentes actuales son entre otros: Zaha Hadid, Santiago Calatrava y Frank Gehry. La sección de Diseño de la Facultad de arquitectura, que en aquel tiempo dirigían los arquitectos Ricardo Flores Villasana y Brenda Salinas, aceptaron la propuesta para el curso y los alumnos consiguieron resultados muy interesantes, que iban más allá del dibujo e incursionaban en la escultura en yeso policromado, a pesar de la oposición de los demás profesores del curso, quienes eran generalmente más conservadores y académicos que la maestra.
A lo largo de los 36 años de su carrera como docente, la maestra María Lagunes impartíó los tres primeros cursos de dibujo, que contemplaban el dibujo monocromático técnico, el dibujo en perspectiva a color de edificios al aire libre, la acuarela y el gouache. Entre sus cursos destacados están la materia de Técnicas de presentación del segundo año de la carrera, y dos materias optativas al final de la carrera: Integración plástica y Color en la arquitectura, que la maestra impartió durante los ultimos años antes de retirarse de la docencia. Gracias a estas dos últimas materias, la maestra pudo recuperar algunos de sus intereses originales, aportando a los alumnos herramientas de investigación relacionadas con la Historia del arte, para integrarlas armoniosamente a sus proyectos arquitectónicos. Un ejemplo que ella utilizó constantemente en sus cursos fue el mercado Abelardo Rodríguez en el Centro histórico de la ciudad de México, construido en 1934 por el arquitecto Antonio Muñoz, donde artistas como Pablo O’Higgins e Isamu Noguchi transformaron la idea de los murales tradicionales mexicanos. Dichas obras se realizaron con el espíritu de lucha y los ideales políticos de sus creadores, quienes recibieron como pago, el mismo salario por hora que ganaba cualquier obrero de la época.
A pesar de no haberse involucrado en las disputas políticas e ideológicas dentro de la facultad, la maestra María Lagunes vivió momentos extremadamente importantes de la historia universitaria, como la división entre la dirección de la facultad y el movimiento de Autogobierno que comenzó en 1972 y prevaleció hasta el final de la década de los setenta. También resistió durante toda su carrera docente, a las frecuentes huelgas y tomas de las instalaciones, durante las cuales se vió forzada a impartir clases extramuros con la misma energía que la caracterizó siempre.

A la maestra María Lagunes le tocó ser testigo de un proceso de transformación importante en la enseñanza de la arquitectura: desde el academismo con el que se enfrentó en los inicios, hasta la gradual reducción del tiempo de enseñanza del dibujo a mano al mínimo, debido a la adopción de los medios informáticos. Su actitud crítica y anticonformista, la cual mantiene con la misma fuerza hoy en día, es una de las mayores lecciones que podemos aprender de ella, tanto quienes fuimos sus alumnos y seguimos en contacto con ella, como quienes conocen y admiran su amplio y sólido trabajo como artista, el cual abarca el dibujo, la pintura, la fotografía y desde luego, la escultura.

Lorenzo Rocha

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