En la arquitectura las necesidades de los habitantes son las que dan la forma a las casas y edificios. Dichas listas de actividades y servicios componen lo que los expertos y profesores conocen como “programa arquitectónico”. Durante el siglo XX, los arquitectos se esforzaron considerablemente en depurar, maximizar y precisar dichas necesidades, principalmente para la optimización de la vivienda y su producción en serie. Pero la necesidad de vivienda digna aun sigue sin resolverse. La arquitectura es una actividad que depende de las condiciones donde se localice, en factores económicos, políticos y sociales que están más alla del alcance de los arquitectos, no obstante los profesionales del diseño y la construcción deben ser capaces de aprovechar los factores externos para hacer su trabajo del mejor modo posible.
Recientemente ha destacado en el ámbito arquitectónico el concepto de “espacio libre”. Las arquitectas irlandesas Yvonne Farrell y Shelley Mc Namara, publicaron el 2017 el “Freespace manifesto” en el cual fundamentaron la curaduría de la XVI Bienal de arquitectura de Venecia. Los valores más importantes de dicho manifiesto son la generosidad y la calidad del espacio público y privado. Una de las características del espacio libre es que está fuera del programa de necesidades, se trata de areas flexibles y de usos múltiples que cambian según el público que las utiliza, necesidades que son dinámicas en cuanto al tiempo y el espacio.
¿Cómo se puede lograr dicha generosidad, cuando el espacio es un bien cada vez más escaso en la ciudad? El problema es fundamentalmente económico. En lugar de pensar un espacio para cada actividad como comer, dormir, trabajar, etcétera, conviene pensar en espacios flexibles, en el mínimo posible de divisiones internas. Al mismo tiempo, es necesario buscar tecnologías constructivas que optimicen los recursos disponibles, si se construye a un menor precio, este ahorro debe aprovecharse para hacer espacios más generosos.
Los arquitectos franceses Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal han encontrado en la libertad estructural, una clave para la generación de espacios libres y fuera del programa arquitectónico. El mejor ejemplo de ello es la Escuela de arquitectura de Nantes, construida por ellos en 2009. En dicho edificio los arquitectos consiguieron construir el máximo posible de metros cúbicos mediante un sistema estructural prefabricado parecido al que se utiliza en los estacionamientos públicos. De este modo, la escuela cuenta con grandes áreas libres que los estudiantes y profesores pueden adaptar para actividades públicas y privadas e incluso es posible construir otros locales dentro del edificio ya que la capacidad de carga de la estructura es de una tonelada por cada metro cuadrado.
Lorenzo Rocha
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