“La definición de la estética como teoría de lo bello sirve de muy poco porque el carácter formal del concepto de belleza se desvía del contenido pleno de lo estético. Si la estética no fuera otra cosa que un catálogo sistemático de lo que alguna vez se consideró bello, no nos daría ninguna idea de la vida en el concepto de lo bello.” Theodor W. Adorno
La experiencia estética consiste en una forma de conocimiento que se adquiere mediante los sentidos. De ahí deriva el término “Estética”, de la Aesthesis, que alude a la experiencia sensible y a la percepción del entorno que rodea al ser humano. Es sin duda extraño que después se haya relacionado directamente a la estética con la belleza y con los fundamentos filosóficos del arte, excluyendo a todo aquello que no responde a sus premisas.
Paul B. Preciado, escribió en su libro Dysphoria mundii: ”Por estética entiendo la articulación entre la organización social de la vida, la estructura de la percepción y la configuración de una experiencia sensible compartida." En esta brillante afirmación no se menciona al arte ni a la belleza, ya que la mayor parte de lo que percibimos no se relaciona con estas dos nociones. Desde luego, siempre existe la posibilidad del juicio estético una vez que lo que hemos percibido mediante los sentidos es codificado en términos filosóficos, pero esta condición no es necesaria para todos los demás elementos que componen los universos personales de cada individuo.
Cotidianamente transitamos por una metrópolis que está llena de estímulos a nuestros sentidos, la mayoría de ellos estridentes y desagradables. Pero dentro del cumulo de todo lo que vemos, escuchamos, tocamos y olemos, también hay sensaciones agradables y bellas. Quizá no somos conscientes de ello todo el tempo, pero sin duda el conjunto de experiencias diarias conforma inevitablemente nuestra esencia como habitantes de una concentración humana tan vasta como la nuestra.
Lorenzo Rocha