jueves, 14 de abril de 2011

FORMA DEL FUTURO


La primera mitad del siglo XX, lo que conocemos como el periodo entre las dos guerras mundiales, fue una época donde se forjaron sueños acerca de las posibilidades de progreso de las sociedades humanas. Un lugar común es el “Sueño americano”, que se compone del liberalismo económico que planteaba el capitalismo, con su plena confianza en la tecnología y en la democracia. Pero se habla menos de su contraparte, lo que podríamos llamar el “Sueño soviético”, que se fundamenta en el comunismo, en un tipo de sociedad donde el estado es más importante que el individuo, pero que prometía un bienestar universal parecido al de su opuesto y se basaba también en el progreso tecnológico.

Si analizamos la literatura y la cinematografía de esa época, aquella generada al interior de estados capitalistas como Inglaterra o los Estados Unidos, encontramos un fenómeno muy interesante: las obras de ciencia ficción plantean situaciones sociales donde los individuos responden sin cuestionar a sus líderes, con un nivel común de bienestar, una suerte de Estados mundiales totalitarios y completamente tecnificados en todos los aspectos de la vida de sus ciudadanos. No es casualidad que los autores de dichas obras hayan sido casi todos intelectuales de izquierda, que muchas veces fueron perseguidos en sus países. Un ejemplo interesante es el escritor inglés H. G. Wells (1866-1946), autor de obras fantástico-científicas tan grandes como La guerra de los mundos o La máquina del tiempo. Alumno de Henry Huxley, personaje muy cercano a Darwin, Wells escribió en 1933 una de sus últimas obras: La forma del porvenir (en inglés, The Shape of Things to come), que inmediatamente se reescribió como guión cinematográfico, con el que se filmó la película del mismo nombre, producida por Alexander Korda. La obra plantea un mundo devastado por la guerra que vuelve a comenzar su evolución prácticamente desde cero, para llegar a convertirse en una sociedad perfecta e igualitaria, en la que sobreviene una rebelión contra su líder totalitario que devuelve al ser humano a su estado primitivo, una visión cíclica infinita de progreso, guerra y reinvención.

Lorenzo Rocha

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