jueves, 28 de abril de 2011

LEGALIZAR LA CIUDAD


Muchas veces hemos intentado en este espacio establecer la diferencia sensible entre la ciudad y lo urbano, apoyándonos en los escritos del antropólogo Manuel Delgado. La mejor manera de definir dicha diferencia es la siguiente: “Lo urbano, entendido como la ciudad menos su arquitectura, todo lo que en ella no se detiene ni se solidifica. Un universo derretido”. Pero entonces, en este contexto ¿qué es el espacio público? La forma más sencilla de concebirlo sería tomarlo como todo aquel espacio de la ciudad que sirve para el tránsito de sus habitantes a pie o en sus vehículos, o bien la permanencia temporal de éstos. El espacio público es la presencia del Estado dentro de la ciudad, los habitantes lo usamos, pasamos a través de él, pero no lo diseñamos ni gestionamos, está materialmente en manos del gobierno, quien es responsable de mantenerlo y vigilarlo.

Un fenómeno que aún no ha sido resuelto en metrópolis subdesarrolladas como la nuestra es la ocupación ilegal del espacio público. Grandes partes de la Ciudad de México se han ido poblando sin control alguno del Estado, quien llega siempre tarde a proveer de servicios y vialidades a las zonas de asentamientos irregulares. Dejando de lado la motivación que haya tenido la gente para invadir dichos espacios —que es evidentemente económica— el Estado tiene una deuda con la sociedad en general, que se relaciona con su falta de acción para proveer a todos los habitantes con los espacios públicos que necesitan, de tal manera que no se vean forzados a crear asentamientos ilegales. Las enormes áreas que aún carecen de servicios y espacios públicos dentro de la ciudad son a la vez el lastre que no permite su pleno desarrollo. No se trata de considerar a los habitantes de estas áreas como criminales, ni desplazarlos o expulsarlos de éstas, sino buscar una planificación a futuro para dignificar los espacios donde habitan y dejar de ignorarlos por encontrarse en un vacío legal.

A estas alturas, cuando la pregunta sobre la planificación urbana de nuestra ciudad sigue sin respuesta, sería quizá un momento para considerar la legalización total del territorio de la metrópolis.

Lorenzo Rocha

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