jueves, 30 de junio de 2011

PRIVADO Y PÚBLICO


Parece una contradicción, pero hoy en día es muy difícil distinguir la diferencia entre el espacio privado y público. La razón principal es la multiplicidad de usos privados de la vía pública, para la publicidad, la venta ambulante, el tránsito de vehículos y otras muchas cosas más.

Existe una clasificación del espacio urbano que subraya la contradicción y confusión antes planteada, se trata de los llamados “Espacios públicos de propiedad privada” (en inglés POPS: Privately owned public spaces). Debido a la inseguridad de calles y plazas, los habitantes de la ciudad utilizamos cada vez más los espacios privados como las plazas de acceso a los edificios corporativos, los atrios de la iglesias o el coloquial Shopping Mall, o centro comercial, cubierto o al aire libre, que es el estereotipo de una calle comercial. Todos estos espacios son privados, su vigilancia y normas son impuestas a discreción de sus propietarios, quienes se reservan el derecho de admisión. En un espacio así, la gente puede ser expulsada, reprendida o incluso reprimida por el personal de seguridad, sin mediación alguna del Estado, el cual ha creado un vacío de poder que ha sido ocupado por la iniciativa privada.

Algunas acciones simbólicas de grupo estadunidense Rebar Group —arquitectos y artistas que trabajan en San Francisco— hacen críticas al fenómeno de los POPS. Como ejemplo más representativo basta citar el Parking Day, que consiste en convertir plazas de estacionamiento en usos distintos como pequeños espacios verdes y de convivencia, con la finalidad de atraer la atención hacia la desproporcionada cantidad de espacio que ocupan los vehículos privados dentro de la ciudad.

Cualquiera puede hacer una prueba para cerciorarse del excesivo control que existe dentro de los espacios por donde transitamos y que hemos asumidos como públicos. La próxima vez que visite un centro comercial, compre unas bebidas y siéntese en el suelo con su grupo formando un círculo amplio en algún pasillo o atrio del inmueble, tendrá suerte si lo consigue mantener por más de cinco minutos, sin que venga el guardia a reprenderlo.

Lorenzo Rocha

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