jueves, 1 de septiembre de 2011

ARQUITECTURA ESCÉNICA


En las escuelas de arquitectura mexicanas —al menos en la Facultad de Arquitectura de la UNAM— la escenografía es un tópico prohibido. Uno de los mayores insultos que se pueden proferir cuando se critica un proyecto escolar consiste en calificarlo como “arquitectura escenográfica”. Los teóricos de la arquitectura moderna, en particular nuestro compatriota el arquitecto José Villagrán (quien por cierto diseñó el edificio donde se alberga la facultad), consideraron a la escenografía como el anatema del valor de permanencia que caracteriza a la buena arquitectura.

Actualmente es importante para los arquitectos cuestionar estos valores —útiles, lógicos, estéticos y sociales— para poder adaptar su trabajo a las condiciones predominantes en nuestras ciudades. El tiempo de vida de los espacios públicos y privados se ha reducido notablemente para responder a las cambiantes necesidades de la sociedad contemporánea. Esto nos compele a revalorar la presencia de elementos escenográficos en los proyectos arquitectónicos, ya que la escena, más allá de una ficción, propone siempre una situación: la de estar juntos y compartir un espacio y un tiempo, lo cual resulta una aportación de los elementos efímeros que los arquitectos debemos considerar de vital utilidad.

Para Robert Wilson, director escénico estadunidense, la luz es una actriz. Sus producciones escénicas utilizan muy pocos elementos construidos, principalmente compone sus escenografías apoyándose en la iluminación y alguna silla. De todas éstas, destaca sin duda el diseño de la producción de Parsifal, la ópera de Wagner, montada por Wilson por primera vez en 1987 en el Teatro Thalía de Hamburgo, Alemania. Una de las sillas que se construyeron para esta producción se llama “Chair with a Shadow” (“Silla con sombra”) y, en efecto, se trata literalmente de una silla que tiene su propia sombra adherida. Los arquitectos tenemos mucho que aprender de gestos tan sencillos como éstos, que no por ello son menos potentes que las obras construidas para perdurar.

Lorenzo Rocha

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