¿Alguien sabe con exactitud cómo se creó nuestra ciudad? Lo dudo mucho, quizá podríamos especular respondiendo parcialmente a esta pregunta con los datos que nos aporta la historia de cada uno de sus períodos. Indudablemente la ciudad la creamos sus habitantes, nosotros somos quienes le damos vida, vivimos de ella y somos los responsables de su correcto desarrollo. Algunas personas entre nosotros han decidido dedicarse a la administración pública. Para tener acceso a los cargos en el gobierno de nuestra ciudad, estas personas hacen política. Se afilian a partidos o presentan candidaturas independientes a las elecciones y quenes las ganan se convierten en legisladores, asambleistas, ediles, presidentes municipales, jefes delegacionales y alcaldes.
Pero hay que recordar que el gobierno no hizo la ciudad, en el caso de la ciudad de México, ni siquiera la planificó. Otras ciudades sí tuvieron en mayor o menor medida la participación directa del gobierno para su creación, dentro del período moderno podemos observar el caso de Brasilia, que fue construida para ser la capital de Brasil, por mandato directo de su presidente, Juscelino Kubitschek. Nuestra ciudad en cambio, al menos en los últimos 150 años, ha sido construida principamente por desarrolladores privados. Muchas de las colonias que ahora conocemos como Santa María la Ribera, San Rafael, Roma o Condesa, en algún tiempo fueron las haciendas de la Teja, de la Condesa, el rancho Santa María o el pueblo de Romita. Sus propietarios comenzaron a fraccionar sus terrenos agrícolas a mediados del Siglo XIX por el crecimiento demográfico que observaron en la ciudad y la necesidad de nuevas viviendas.
Después de la fundación de nuevas colonias, estas se complementan por la infraestructura, las calles, las plazas, el drenaje la electricidad y demás servicios que construye y administra el gobierno. También el gobierno se encarga parcialmente de proveer el equipamiento urbano como las escuelas y hospitales.
Los ciudadanos hemos caido en el estancamiento, nos hemos creido las promesas de campaña de los políticos y como no han sido cumplidas, nos hemos dedicado a señalarlos con el dedo, sin contribuir a la solución de nuestros problemas. Estoy convencido que podemos hacer mucho más por la ciudad en la calles que en las urnas, contribuyendo a la limpieza, el orden, el respeto mutuo y la solidaridad, sin necesidad de que intervenga el gobierno. Nuestro deber ciudadano no lo puede suplir nadie más, los gobernantes son simples administradores que están al servicio de los ciudadanos, nosotros debemos elegirlos, cuestionarlos y pedirles cuentas, para que la ciudad siga siendo nuestra.
Lorenzo Rocha
jueves, 28 de mayo de 2015
jueves, 21 de mayo de 2015
TRABAJO COLECTIVO
El modo tradicional de trabajo para un arquitecto consiste en montar un estudio y buscar encargos directos para proyectos privados, o bien entrar a concursos para obtener contratos mediante asignación pública. Ambas formas de trabajo en la mayoría de los casos son simultáneas, pero hace muchos años que este método ha comenzado a ser obsoleto, ya que los contratos escasean, tanto los públicos como los privados, mientras que cada vez se gradúan más arquitectos.
Quizá por esta razón hace aproximadamente veinte años, muchos arquitectos comenzaron a incursionar en las artes visuales, algunos incluso cambiaron totalmente su actividad y no volvieron jamás a la construcción. Pero otros arquitectos comenzaron un tipo de práctica que desde el campo de la arquitectura como arte aplicada, toca temas estéticos que se discuten en los foros del arte contemporáneo, en las bienales, los simposios y las ferias de arte.
En Italia se fundó en 1995 el colectivo A12, que se define a sí mismo como una asociación profesional de arquitectos dedicados a temas relacionados con el arte contemporáneo y la arquitectura a diferentes escalas, que van desde el proyecto arquitectónico, el trabajo expositivo, el urbanismo, la instalación, el diseño gráfico, promoviendo actividades culturales y de investigación.
Más recientemente, hace apenas cinco años, apareció en Londres un colectivo llamado "Assemble" que reúne alrdedor de veinte jóvenes arquitectos, quienes llevan a cabo casi todos sus proyectos colaborativamente, sin prácticamente utilizar mano de obra especializada. El mismo año de su fundación abrieron un cine dentro de una gasolinería abandonada en el barrio londinense de Clerkenwell y en 2011 fueron comisionados por la asociación Create para realizar un parque de juegos temporal debajo de una autopista elevada, como parte de una serie de eventos culturales que se llevaron a cabo en la capital inglesa, previos a las Olimpiadas de 2012.
El proyecto se llamó "Folly for a flyover", fue construido con la ayuda de 200 voluntarios usando ladrillos de madera recuperados de una ferrovía en desuso, los cuales después fueron reciclados para ser utilizados como jardineras en una escuela primaria. La construcción se asemeja a la fachada de una construcción tradicional inglesa, sostenida por andamios, la cual fue utilizada para mostrar peliculas, dar pláticas y como juegos para los niños de la zona.
Actualmente Assemble lleva a cabo un programa de rescate para el barrio de Toxteth en Liverpool, que consiste en la planificación para restructurar casa por casa con la colaboración directa de sus propietarios, proyecto por el cual han sido nominados como finalistas del premio Turner.
Lorenzo Rocha
Quizá por esta razón hace aproximadamente veinte años, muchos arquitectos comenzaron a incursionar en las artes visuales, algunos incluso cambiaron totalmente su actividad y no volvieron jamás a la construcción. Pero otros arquitectos comenzaron un tipo de práctica que desde el campo de la arquitectura como arte aplicada, toca temas estéticos que se discuten en los foros del arte contemporáneo, en las bienales, los simposios y las ferias de arte.
En Italia se fundó en 1995 el colectivo A12, que se define a sí mismo como una asociación profesional de arquitectos dedicados a temas relacionados con el arte contemporáneo y la arquitectura a diferentes escalas, que van desde el proyecto arquitectónico, el trabajo expositivo, el urbanismo, la instalación, el diseño gráfico, promoviendo actividades culturales y de investigación.
Más recientemente, hace apenas cinco años, apareció en Londres un colectivo llamado "Assemble" que reúne alrdedor de veinte jóvenes arquitectos, quienes llevan a cabo casi todos sus proyectos colaborativamente, sin prácticamente utilizar mano de obra especializada. El mismo año de su fundación abrieron un cine dentro de una gasolinería abandonada en el barrio londinense de Clerkenwell y en 2011 fueron comisionados por la asociación Create para realizar un parque de juegos temporal debajo de una autopista elevada, como parte de una serie de eventos culturales que se llevaron a cabo en la capital inglesa, previos a las Olimpiadas de 2012.
El proyecto se llamó "Folly for a flyover", fue construido con la ayuda de 200 voluntarios usando ladrillos de madera recuperados de una ferrovía en desuso, los cuales después fueron reciclados para ser utilizados como jardineras en una escuela primaria. La construcción se asemeja a la fachada de una construcción tradicional inglesa, sostenida por andamios, la cual fue utilizada para mostrar peliculas, dar pláticas y como juegos para los niños de la zona.
Actualmente Assemble lleva a cabo un programa de rescate para el barrio de Toxteth en Liverpool, que consiste en la planificación para restructurar casa por casa con la colaboración directa de sus propietarios, proyecto por el cual han sido nominados como finalistas del premio Turner.
Lorenzo Rocha
jueves, 14 de mayo de 2015
COMERCIO BAJO PUENTES
La Secretaría de desarrollo urbano del gobierno del Distrito Federal, a través de la Autoridad del espacio público, comenzó hace aproximadamente cinco años, un interesante programa de rescate del espacio público urbano denominado "Bajo puentes". El proyecto contemplaba la recuperación de espacios residuales bajo los pasos a desnivel en vialidades de distintos puntos de la ciudad, los cuales en muchos casos habían sido ilegalmente ocupados como viviendas precarias, estacionamientos y almacenes. Mediante dicho programa el gobierno ofrecía a los ciudadanos "alternativas de movilidad y opciones de sano esparcimiento, convivencia social y familiar".
En su primer planteamiento se rescataron y rehabilitaron cuatro espacios en la ciudad, a lo largo del Circuito interior: El primero en la colonia Condesa, otro cerca del Centro histórico, un tercero en Coyoacán y el cuarto en la colonia Irrigación. Estos espacios se componen de servicios públicos como juegos infantiles, bancas y areas verdes en la mitad de su superficie, estacionamiento de automóviles y bicicletas en un 20% de su area y comercios privados en un 30% de la superficie. Según el programa se deberían haber rehabilitado 20 espacios más, de los cuales solamente cinco se han llevado a cabo, dos de ellos también bajo los cruces del Circuito interior con División del norte y con Molinos respectivamente, uno en Ejército nacional y Newton y los dos más recientes en Mazaryk y Palmas.
Estos dos últimos han variado la proporción entre espacio público y privado, en uno de ellos, inaugurado en marzo de este año, se ubica un "Centro culinario" el cual reúne a varios restaurantes, combinado con usos públicos (juegos, bancas y jardineras) y estación de bicicletas. Pero el segundo de ellos, que abrió sus puertas hace seis semanas, solamente alberga usos privados, lo componen un café con mesas al aire libre y el salón de muestras de Zwark, una empresa dedicada a la decoración de interiores.
Espero sinceramente que un programa público con tantas bondades como éste, no se vea desvirtuado por el uso exclusivo de los locatarios comerciales, sin que proporcione actividades gratuitas de interés público. De hecho el programa fue creado para evitar la apropiación informal de dichos espacios, reservando la mayor parte de su area para actividades públicas, razón por la cual, su entrega total a manos privadas iría contra el fundamento que justifica socialmente a la iniciativa. En el futuro es probable que se continúen desarrollando los espacios restantes y hay potencial para la creación de muchos otros más, ya que con las autopistas urbanas de reciente creación, la ciudad de México se ha convertido en "la ciudad bajo los puentes".
Lorenzo Rocha
En su primer planteamiento se rescataron y rehabilitaron cuatro espacios en la ciudad, a lo largo del Circuito interior: El primero en la colonia Condesa, otro cerca del Centro histórico, un tercero en Coyoacán y el cuarto en la colonia Irrigación. Estos espacios se componen de servicios públicos como juegos infantiles, bancas y areas verdes en la mitad de su superficie, estacionamiento de automóviles y bicicletas en un 20% de su area y comercios privados en un 30% de la superficie. Según el programa se deberían haber rehabilitado 20 espacios más, de los cuales solamente cinco se han llevado a cabo, dos de ellos también bajo los cruces del Circuito interior con División del norte y con Molinos respectivamente, uno en Ejército nacional y Newton y los dos más recientes en Mazaryk y Palmas.
Estos dos últimos han variado la proporción entre espacio público y privado, en uno de ellos, inaugurado en marzo de este año, se ubica un "Centro culinario" el cual reúne a varios restaurantes, combinado con usos públicos (juegos, bancas y jardineras) y estación de bicicletas. Pero el segundo de ellos, que abrió sus puertas hace seis semanas, solamente alberga usos privados, lo componen un café con mesas al aire libre y el salón de muestras de Zwark, una empresa dedicada a la decoración de interiores.
Espero sinceramente que un programa público con tantas bondades como éste, no se vea desvirtuado por el uso exclusivo de los locatarios comerciales, sin que proporcione actividades gratuitas de interés público. De hecho el programa fue creado para evitar la apropiación informal de dichos espacios, reservando la mayor parte de su area para actividades públicas, razón por la cual, su entrega total a manos privadas iría contra el fundamento que justifica socialmente a la iniciativa. En el futuro es probable que se continúen desarrollando los espacios restantes y hay potencial para la creación de muchos otros más, ya que con las autopistas urbanas de reciente creación, la ciudad de México se ha convertido en "la ciudad bajo los puentes".
Lorenzo Rocha
jueves, 7 de mayo de 2015
SITIOS CULTURALES
La conservación del patrimonio inmueble en la ciudad de México es cada vez más problemática. En primer lugar debido a que los inmuebles con valor artístico se encuentran casi siempre en los sitios con la mejor ubicación. Comenzando por el Centro histórico, los edificios considerados como patrimonio cultural, se extienden por el Paseo de la Reforma hasta la colonia Juárez, zonas con las mejores condiciones de localización en la ciudad. Dada la importancia de la ubicación dentro de cualquier criterio de valoración inmobiliaria, los inmuebles patrimoniales son especialmente vulnerables a la presión ejercida por el mercado de bienes raíces y las políticas desarrollo urbano.
En segundo lugar, tenemos leyes que protegen a los edificios históricos, pero su aplicación es notablemente sesgada. Muchos de los términos utilizados en la redacción de las leyes de desarrollo urbano, son demasiado ambiguos para permitir su correcta interpretación y cumplimiento. Los organismos encargados de la protección del patrimonio inmueble son Conaculta, el INBA y el INAH, sin embargo, no existe un tribunal especializado que resuelva las controversias derivadas de la conservación patrimonial. El más importante de estos términos es la integración, que se menciona constantemente en los textos legales, pero queda a discreción de los funcionarios su aplicación cuando se solicita un visto bueno para licencia de construcción nueva o para ampliación de los inmuebles patrimoniales.
Con las actuales leyes y procesos administrativos, es muy probable que sigamos perdiendo diariamente, verdaderas joyas de la arquitectura antigua, ya sea por demoliciones indebidas, construcciones agresivas o por simple abandono y negligencia. Con la situación legal prevaleciente, nuestra ciudad seguirá renunciando a la arquitectura contextual y también al potencial que tiene la arquitectura contemporánea, cuando se enfoca a la integración creativa entre lo antiguo y lo moderno.
Es probable que la mejor —o quizá la única— manera de conseguir salvaguardar el patrimonio es que las instituciones culturales, públicas o privadas, se instalen en casas o edificios con valor artístico y se hagan cargo de restaurarlos y mantenerlos con vida.
Algunos museos como el MIDE, que se instaló en un inmueble patrimonial (el ex-convento de Betlemitas) han conseguido una notable armonía entre la arquitectura prexistente y su programa altamente tecnológico. También otras instituciones como el Centro Cultural de España, han podido combinar su vanguardista programa cultural con la arquitectura antigua sin que fuera necesario que sus ampliaciones más recientes imitaran a la arquitectura del pasado.
Lorenzo Rocha
En segundo lugar, tenemos leyes que protegen a los edificios históricos, pero su aplicación es notablemente sesgada. Muchos de los términos utilizados en la redacción de las leyes de desarrollo urbano, son demasiado ambiguos para permitir su correcta interpretación y cumplimiento. Los organismos encargados de la protección del patrimonio inmueble son Conaculta, el INBA y el INAH, sin embargo, no existe un tribunal especializado que resuelva las controversias derivadas de la conservación patrimonial. El más importante de estos términos es la integración, que se menciona constantemente en los textos legales, pero queda a discreción de los funcionarios su aplicación cuando se solicita un visto bueno para licencia de construcción nueva o para ampliación de los inmuebles patrimoniales.
Con las actuales leyes y procesos administrativos, es muy probable que sigamos perdiendo diariamente, verdaderas joyas de la arquitectura antigua, ya sea por demoliciones indebidas, construcciones agresivas o por simple abandono y negligencia. Con la situación legal prevaleciente, nuestra ciudad seguirá renunciando a la arquitectura contextual y también al potencial que tiene la arquitectura contemporánea, cuando se enfoca a la integración creativa entre lo antiguo y lo moderno.
Es probable que la mejor —o quizá la única— manera de conseguir salvaguardar el patrimonio es que las instituciones culturales, públicas o privadas, se instalen en casas o edificios con valor artístico y se hagan cargo de restaurarlos y mantenerlos con vida.
Algunos museos como el MIDE, que se instaló en un inmueble patrimonial (el ex-convento de Betlemitas) han conseguido una notable armonía entre la arquitectura prexistente y su programa altamente tecnológico. También otras instituciones como el Centro Cultural de España, han podido combinar su vanguardista programa cultural con la arquitectura antigua sin que fuera necesario que sus ampliaciones más recientes imitaran a la arquitectura del pasado.
Lorenzo Rocha
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