jueves, 11 de junio de 2015

ARQUITECTURA CRÍTICA

Existen infinidad de modos de hacer arquitectura, al igual que en las demás artes la técnica no es el único elemento que define el quehacer de un arquitecto, hay una diferencia clara entre el soporte y el contenido de una obra arquitectónica. La arquitectura tiene su punto de partida en el boceto que expresa una idea, esta idea se convierte en una solución representada en planos y modelos a escala. En la mayoría de los casos, las ideas no llegan a materializarse, ya que la construcción es una operación patrimonial, que involucra grandes sumas de dinero, que escapan al control y al alcance de casi todos los arquitectos. Por lo tanto, lo único que es realmente capaz de aportar el arquitecto es el proyecto.

Podríamos decir que en ese reducido porcentaje de ideas arquitectónicas que se consiguen materializar en edificios terminados, los arquitectos tenemos una mínima participación, en el mejor de los casos fungimos como supervisores de la obra, para asegurarnos de que la construcción se apegue lo más posible al proyecto.

Sin embrago, existe otro campo quizá demasiado poco explorado por los arquitectos actuales, que se puede definir en términos generales como la crítica. Esta actividad, que pertenece más a las humanidades que a las artes, se expresa principalmente mediante la palabra, de modo oral o escrito. Pero no toda la crítica se expresa a través del discurso, también el lenguaje visual y la experiencia corporal del espacio arquitectónico es capaz de expresar conceptos críticos. El arquitecto que problematiza en su fundamento al propio proyecto, estará seguramente en el camino de expresar su crítica, reflejándola en los espacios que produzca.

El fenómeno de la arquitectura crítica es perceptible cuando observamos las distintas propuestas que los arquitectos presentan en un concurso. En general veremos una mayoría que interpretará las bases del concurso de modo condescendiente y producirá proyectos con el objetivo único de ganar el encargo del proyecto. Casi siempre la voluntad de la entidad que convoca a un concurso está expresada de modo velado en el contenido de la convocatoria. Pero también habrá algunos otros, la minoría, que pondrá en cuestionamiento los parámetros establecidos en el concurso y cuya propuesta sacrificará la posibilidad de salir victoriosa, por una expresión de su postura personal frente al tema del potencial edificio, privilegiando el contenido por encima de la forma. Tal arquitecto crítico intercambia el éxito de su propuesta por una reflexión que enriquece la discusión general y le permite desarrollarse más en el ambito de las ideas que en de las realizaciones.

Lorenzo Rocha

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