Hasta la primera mitad del Siglo XX, la segregación racial y la exclusión social en las ciudades se verificaba de modo horizontal. Había desde entonces fronteras que siguen existiendo hasta ahora en todas las ciudades, entre barrios ricos y pobres, guetos étnicos, divisiones raciales y contrastantes realidades sociales. El plano de cualquier ciudad es su radiografía demográfica. Por ejemplo, en Los Ángeles está muy claramente delimitado el límite entre la pobreza, la marginación y la riqueza, la gente de origen caucásico con altas posibilidades económicas vive al norte de la autopista estatal 10 y al oeste de la carrtera 110. En el cuadrante opuesto, vive la gente pobre y de color, al sur de la autopista viven los afroamericanos y al este los mexicanoamericanos. En una franja intermedia cercana al centro, habitan otros grupos minoritarios: los inmigrantes japoneses, coreanos, armenios, etíopes y muchos otros más. El libro "A People's guide to Los Angeles" (University of California Press, 2012), escrito por las sociólogas Laura Pulido, Laura Barraclough y la escritora y fotógrafa Wendy Cheng, da cuenta de las tajantes diferencias en la distribución socioeconómica de la ciudad.
A partir de 1950 se introdujo en las ciudades, un orden social vertical al aparecer los rascacielos y las torres de apartamentos en el paisaje urbano. La organización dentro de un edifcio alto se rige por una norma tácita: los pisos más altos corresponden a la gente más rica y con mayor jerarquía si se trata de un edificio de oficinas, también los precios por metro cuadrado aumentan en relación con la altura y sin duda el último piso, el penthouse, será siempre el espacio más lujoso y caro. Por consiguiente, los pisos más bajos albergarán a la gente con menores recursos, dotados de menor area para sus actividades, o bien con menor jerarquía en el sistema de organización corporativa.
En Milán se concluyó recientemente un controvertido edificio diseñado por el arquitecto Stefano Boeri, que se ha bautizado como "Vertical Forest" ("Bosque vertical"). Los habitantes del barrio donde se ubica, la llamada "Isola" ("La Isla", llamada así porque se encuentra aislada por la vias de ferrocarril que llegan a la estación de trenes de Porta Garibaldi) se opusieron firmemente a su construcción, ya que para ello fueron despojados de las pocas areas verdes que tenían. El argumento con el que el arquitecto Boeri defendía su proyecto, afirmaba que en lugar del parque que había, el edificio contenía en sus terrazas tantos árboles como los que se pueden encontrar en una hectárea de bosque. El problema es que estos árboles solamente los pueden disfrutar los propietarios de los apartamentos, es un ejemplo de la privatización extrema de las áreas verdes en la ciudad.
Lorenzo Rocha
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