jueves, 9 de junio de 2016

RECICLAJE

El costo del transporte de materiales de construcción y elementos prefabricados para la elaboración de cualquier parte de un edificio o casa, suele ser considerado como marginal. En la mayoría de los casos éste no excede una décima parte del presupuesto total, por ejemplo en el caso de ventanas o cualquier tipo de obra de carpintería. Cuando un arquitecto consigue algún material o elemento constructivo para reciclarlo, muy frecuentemente debe pagar solamente el desmontaje, adecuación y transporte del mismo, con lo cual reduce su costo a la mitad o menos, según cada caso.
Durante una demolición, se reciclan casi todos los materiales menos los escombros, existen compañías especializadas en la recolección, limpieza y comercialización de todo tipo de materiales de construcción usados y algunos de ellos alcanzan precios similares a los materiales nuevos.
Paralelamente a la industria del reciclaje, ha surgido en los últimos 20 años, una corriente de diseño que se fundamenta en la recuperación de materiales descartados por otras personas. Parte del argumento de los arquitectos interesados en el reciclaje, es de carácter ecológico. Por ejemplo, Alejandro D’Acosta, quien tiene su taller de Arquitectura Contextual en Ensenada, explica que le interesa utilizar solamente materiales del sitio donde construye, evitando así la importación de insumos desde lugares lejanos y recuperando infinidad de objetos que ya no sirven a otras personas. En 2013 construyó en el Valle de Guadalupe, la sede de la casa vinícola Vena Cava, utilizando barcos como techumbres de casi todos los espacios, además los muros surgieron de la excavación y consolidación del terreno natural. La propia casa del arquitecto en Ensenada está cubierta con la madera de un puente de principios del Siglo XX, el cual fue adquirido y adaptado por él.
En los Estados Unidos existen también muchos ejemplos de arquitectura de reciclaje, un caso notable es la casa que el arquitecto Olle Lundberg construyó para su propia familia en Sonoma, un bosque localizado al norte de San Francisco. El arquitecto comenzó a construir la casa en 1996 y afirma que aún no ha terminado. Toda la madera utilizada para la estructura, ha sido reciclada de demoliciones de sus otros proyectos, así como las ventanas y muchos de los herrajes. La piscina en la terraza de la casa fue hecha dentro de un tanque industrial de madera, que el arquitecto obtuvo por obsequio de uno de sus clientes, ya que encontraba dentro de su propiedad. Lundberg explica que la operación de desmontaje y transporte de los maderos del tanque hasta su casa fue muy difícil y más costosa que haber fabricado la estructura en el sitio, sin embargo, los beneficios ecológicos, entre ellos la cantidad de árboles que dejaron de talarse, no pueden medirse monetariamente, pero son un ahorro indiscutible.
También el reciclaje tiene a su favor que en la mayoría de los casos los procesos de desmontaje, transporte y adecuación de elementos desechados, consume mucha menos energía que la fabricación nueva, por lo tanto, resulta en operaciones que gastan menos electricidad y queman menor cantidad de combustibles fósiles, lo cual resulta en una contribución a la reducción de la contaminación ambiental.
Lorenzo Rocha

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