jueves, 25 de agosto de 2016

CIUDAD OLÍMPICA

Las próximas olimpiadas de verano a celebrarse en 2020 serán en Tokio, pero ya comienzan a ensombrecerse por una investigación sobre corrupción que aún no sido resuelta. Al parecer, el comité olímpico japonés ha pagado cerca de tres millones de dólares a una empresa consultora y de cabildeo que pertenece al hijo de Lamine Diack, quien fue presidente de la Federación Internacional de Atletismo y dimitió por acusaciones de corrupción. Medios de información como The Guardian sugieren que dicha suma constituyó un soborno para que la capital japonesa fuera elegida como sede para las próximas olimpiadas.
Un estudio mencionado por el periódico New York Times afirma que todas las ciudades organizadoras de las olimpiadas en los últimos treinta años han perdido dinero. En parte por esta razón algunas ciudades como Munich, Oslo y Boston han retirado sus candidaturas para organizar los juegos, debido a la fuerte oposición popular.
La ciudad de Rio de Janeiro queda en relativas buenas condiciones después de las pasadas dos semanas de juegos. Aunque no llegará a saldos positivos, su infraestructura de transporte ha quedado ampliada con una nueva linea de metro, un nuevo tren ligero y varias rutas de autobuses con vías preferenciales, así como la renovación de algunos estadios y la construcción del puerto deportivo, el cual dota a la ciudad con una larga pasarela pública. El gobierno de la ciudad carioca ha sido criticado por invertir grandes sumas de dinero en obras que favorecen a quienes más dinero tienen, como el campo de golf y los 3,600 apartamentos de lujo de la villa olímpica, que serán vendidos a los más altos precios.
La perspectiva para el futuro de las ciudades que contemplen organizar unos juegos olímpicos no es muy prometedor, ya que la construcción de infraestructura y equipamiento urbano en el sistema capitalista global ha pasado de ser tarea del estado a convertirse en operaciones concertadas con la iniciativa privada.
Quizá en el futuro se reconstruya Olimpia, en Grecia y se utilicen sus instalaciones para todos los juegos subsecuentes. Dicha infraestructura podría estar financiada internacionalmente, en proporciones justas según las ganancias, es decir, principalmente por los Estados Unidos de América, que son los ganadores casi hegemónicos de la derrama económica deportiva. Esta propuesta es muy aventurada, pero existen numerosos factores políticos, económicos y sociales que han ido inhibiendo gradualmente, la propensión de la mayoría de las ciudades a ofrecerse como sedes.
La organización de una olimpiada es un hecho urbano importante para cualquier ciudad, como lo fue para México en 1968 o para Los Ángeles en 1932 y 1984. Sin embargo, se está convirtiendo en una deseconomía de escala, ya que los costos de organización están muy por arriba de los beneficios para la ciudad. La mayoría de las ciudades que se han embarcado en la organización de juegos de verano, han desperdiciado sus recursos públicos para fomentar una imagen de progreso muchas veces falsa y gran parte de los edificios que han sido construidos han quedado subutilizados como el famoso Estadio Nacional, conocido como “el nido” construido en Pekín en 2008, que ahora se utiliza para ferias comerciales y que está en riesgo de ser demolido en los próximos años.
Lorenzo Rocha

jueves, 18 de agosto de 2016

VIDA ENTRE EDIFICIOS

Un viejo proverbio escandinavo dice: “La gente va a donde hay gente”. La mayor parte de la vida urbana sucede en los espacios reservados para el tráfico peatonal. Cuando las personas transitan de sus casas a sus escuelas y trabajos, o bien a las tiendas y mercados para comparar lo que necesitan, suceden intercambios visuales, auditivos y sociales de distintas intensidades, que contribuyen a su bienestar. Dichos intercambios se ven significativamente disminuidos cuando la gente se transporta en automóvil, sin embargo, también en los supermercados y los centros comerciales, suceden intercambios humanos.
Los arquitectos que nos ocupamos de construir edificios, casas, comercios y oficinas, muchas veces no tomamos en cuenta las repercusiones que nuestros diseños tendrán sobre la vida cotidiana de las personas que pasan delante o transitan entre ellos. En algunas ocasiones, estamos tan ocupados de la forma y los materiales que nuestras construcciones exhibirán hacia el exterior, que ni siquiera calculamos cómo será la vida de los usuarios de nuestras obras. Los urbanistas y los diseñadores urbanos se encuentran más cercanos a las reflexiones en torno al espacio público y su trabajo tiene un impacto directo sobre la experiencia de la ciudad.
El arquitecto y urbanista danés Jan Gehl, ha dedicado gran parte de su trabajo a la reflexión sobre ciudades pensadas para la gente que las habita, sus ideas han influido notablemente sobre la peatonalización del centro de Copenhague y sobre muchos otros arquitectos que se preocupan por el impacto negativo del automóvil sobre el paisaje urbano. En su libro “La humanización del espacio urbano”, escrito en 1971, Gehl escribe: “Si a la vida entre los edificios se le proporcionan unas condiciones favorables, podrían evitarse muchos intentos caros y a menudo artificiosos y forzados, de hacer que los edificios sean interesantes y suntuosos utilizando para ello espectaculares efectos arquitectónicos”.
Los arquitectos debemos estar muchos más abiertos a críticas como la anterior, en lugar de perdernos en las modas y en intentar agradar a los críticos de arte. La mayoría de los arquitectos están más interesados en impresionar a sus colegas, ganar concursos y recibir premios, que en satisfacer las necesidades de las personas directamente involucradas en sus proyectos. El ensimismamiento del gremio arquitectónico es una de las razones por las cuales la mayoría de las ciudades modernas son impersonales e inadecuadas para la vida al exterior.
La gente aprecia más un jardín público con columpios para los niños, una calle comercial y un paseo con fuentes, bancas y árboles, que una fachada de concreto y vidrio de formas sofisticadas. La arquitectura fantasiosa y singular debe existir en la ciudad como una suerte de acento al ritmo urbanístico, donde solamente deben destacar los edificios de interés público, como puntos de referencia o por su valor simbólico, cuando representan instituciones culturales, financieras, políticas y religiosas. Las demás construcciones se deben amalgamar de tal modo que ninguna destaque demasiado, pero entre todas puedan contribuir a crear las condiciones para generar una vida sana y productiva para todos los habitantes de las ciudades.
Lorenzo Rocha

jueves, 11 de agosto de 2016

LIBERTAD ESTRUCTURAL

Los arquitectos parisinos Anne Lacaton y Jean Philippe Vassal, se cuentan entre los pocos arquitectos en el mundo que se han permitido poner en duda los fundamentos de su práctica profesional. Cada proyecto que han realizado desde que fundaron su estudio hace poco más de 25 años, ha sido una oportunidad más para que la pareja explore las posibilidades de ejercer la profesión de la arquitectura como una continua reflexión crítica.
Ellos comienzan siempre tomando en cuenta lo existente, aunque se trate de un edificio nuevo. Las características del entrono urbano y del paisaje circundante al sitio de intervención, son tan importantes para ellos como el programa arquitectónico, las necesidades de los usuarios y la calidad del espacio interior.
Para los arquitectos, la economía del proyecto es primordial, su objetivo es proveer a las personas de espacios más generosos, no más baratos. Para ello, lo más importante es la elección del sistema estructural idóneo para cada proyecto, con el fin tener más espacio interior con la cantidad mínima de materiales. Pocos arquitectos hoy en día, incorporan a su discurso los conceptos de generosidad de espacio, libertad de uso y placer para los habitantes, para Lacaton y Vassal estos tres factores son el verdadero lujo de la arquitectura.
La remodelación en 2011 del edificio de viviendas en Bois le Prêtre, al norte de París, es sin duda el caso que muestra con mayor claridad su filosofía, aunque sus ideas están expresadas de modo explicito en todos sus proyectos. Se trata de una torre de apartamentos diseñada por el arquitecto Raymond López en 1959, cuyas fachadas fueron modificadas en 1990. El resultado de la remodelación había afectado la calidad espacial de los apartamentos y les había quitado luz y ventilación. Los propietarios del inmueble planeaban demolerlo y construir en su lugar una nueva torre con apartamentos más grandes y de mayor calidad. Lacaton y Vassal, en equipo con el arquitecto  Frédéric Drout, convencieron a los propietarios de no demoler el edificio, sino añadir una nueva crujía en cada una de sus cuatro fachadas principales, de tal modo que se pudieran ampliar los apartamentos en un cuarenta por ciento de su area anterior, sin que los inquilinos tuvieran que mudarse. Los nuevos espacios fueron más luminosos y dotaron a los existentes de mayor area para el salón, balcones e invernaderos para disfrutar de la vista y el aire fresco. Al mismo tiempo, las nuevas crujías redujeron notablemente el consumo de energía para la calefacción y enfriamiento de los espacios.
Este y otros trabajos de la firma francesa, plantean una forma crítica y novedosa de hacer arquitecura, sin fórmulas preestablecidas, que debería ser tomada muy en serio por el gremio y las escuelas de arquitectura en todo el mundo.
Lorenzo Rocha

viernes, 5 de agosto de 2016

ESTRUCTURAS COMUNICANTES

Este año el estudio de arquitectura "Anónima", compuesto por Sindy Martínez y Érik Carranza, fue seleccionado por la Casa Vecina como beneficiario de su programa de residencia cultural. Ellos comparan su trabajo con la forma de trabajar del Zahorí, el geomántico, que es capaz de sacar agua de las piedras, siguiendo una simple vara en forma de 'y' griega, por su búsqueda de "Nuevas energías espaciales con las cuales se pueda conjugar la técnica mediante artefactos sencillos con la capacidad de amplificar una solución para estructurar la realidad."
Para su instalación en el Atrio de San Francsco, a un lado de la Torre Latinoamericana, los arquitectos planearon un proceso muy interesante. Primero partieron en busca de juegos infantiles deteriorados y en desuso, los cuales encontraron en parques públicos de las delegaciones Gustavo Madero, Cuauhtémoc y Azcapotzalco. El segundo paso fue hacer un convenio con las delegaciones para que prestaran sus estructuras de juego, a cambio de que se reparen y les sean devueltas. Después procedieron a instalarlas en el espacio del atrio, creando un área urbana de juegos y descanso. Al terminar la exposición, en octubre las estructuras volverán a ocupar sus lugares de origen.
Lo que es notable del proyecto, es la capacidad de Anónima de generar una investigación arquitectónico-urbana de trasfondo social vinculado al contexto, a partir de un elemento sencillo y su potencial disposición como escultura efímera. El sistema que seleccionaron se conoce como "Jungla de aros", consiste en pirámides de aros de metal, que recuerdan mucho a los diseños de Aldo van Eyck para "La ciudad como área de juegos". También del mismo modo, los arquitectos diseñaron un atractivo mobiliario para complementar los usos de la instalación.
Además de la habilidad para gestionar y realizar la obra, es importante notar que la pieza está informada por movimientos arquitectónicos precedentes, como el metabolismo japonés. La instalación recuerda algunas formas de los edificios construidos por Kisho Kurokawa durante los años setenta del Siglo XX. Dicha forma metabolista ha sido recuperada en distintas ocasiones, la más reciente fue en 2013, cuando el arquitecto japonés Sou Fujimoto la utilizó en la construcción del pabellón para la galería Serpentine que se instala cada verano en Londres. Quizá no sea casual que en aquella ocasión también fue utilizada como area lúdica y de descanso.


Estas analogías formales no restan para nada el mérito del grupo Anónima, respecto al acierto de su presente proyecto, al contrario, muestran que además de ser un grupo creativo, también están al corriente de las tendencias actuales e históricas de la arquitectura.
Lorenzo Rocha

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