La pandemia y la crisis económica por las que atravesamos, nos provocan gran incertidumbre. Las transformaciones de la arquitectura y del urbanismo frente a la crisis son temas que preocupan a muchos de nosotros. Si buscamos respuestas a nuestras dudas acerca del futuro de nuestras casas y ciudades. recomiendo no buscarlas en internet.
Es sorprendente el panorama tan árido en cuanto a casi todo lo relacionado a la información sobre arquitectura y urbanismo. Las principales plataformas dedicadas a la crítica de arquitectura, revistas en línea e impresas, asi como las columnas en la prensa se encuentran en un estado que no se puede calificar menos que de confuso. Por una parte, las imágenes que aparecen en todas ellas son las tomas espectaculares de espacios arquitectónicos a las que estamos acostumbrados. Fotografías perfectas, con lentes de grandes ángulos, en días soleados, amuebladas con objetos de excelente diseño y por supuesto, sin rastros de seres humanos. Digamos que dichos medios de comunicación se comportan como si nada hubiera pasado en el mundo en las últimas ocho semanas. Peor aún es leer las opiniones de quienes intentan predecir el futuro, plasmadas en todo tipo de panfletos digitales de apariencia intelectual.
Por otra parte, las redes sociales y las plataformas para videoconferencias están saturadas de buenos deseos, pero de poco material auténticamente útil. Esto es quizá porque para aprovechar la oportunidad, hay que ser optimista a la fuerza. Estos son tiempos para dudar y para expresar con honestidad que prácticamente nadie entre nosotros los arquitectos, urbanistas, críticos y teóricos tenemos la menor idea acerca de los efectos que la presente crisis sanitaria y económica, tendrá sobre la arquitectura y las ciudades.
Lo más probable es que pronto aparezca un nuevo lema que sustituya a los anteriores de la serie: “Arquitectura social”, Smart Cities, “Diseño sostenible”, etcétera. Me aventuro a decir que se pondrá de moda la “Arquitectura post-pandémica”, una arquitectura que se jactará de ser ambientalmente estéril, que carezca de espacios para intercambio social, que esté en ciudades que ya no se apoyen en la movilidad, que se densifiquen y se conviertan en autosuficientes. Aun es demasiado pronto para saberlo.
Lorenzo Rocha
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