Mímesis, Poiesis y Catarsis, son tres conceptos estéticos presentes en toda discusión teórica sobre el arte, desde Platón y Aristóteles hasta Auerbach y Girard. Aunque estos últimos centran sus ideas en la literatura, también es posible extrapolar algunas de sus discusiones al lenguaje arquitectónico.
La mímesis en la estética clásica, es la imitación de la naturaleza que tiene el arte como finalidad esencial. Pero no se trata de una imitación únicamente formal de las plantas, minerales y animales, sino de su valor simbólico y de su relevancia para los seres humanos. En resumen: de la humanización de lo natural, que no necesariamente resulta en hacerlo artificial. El hombre es parte de la naturaleza, pero se distingue de ella por su racionalidad. Por lo tanto, humaniza todo lo que le es ajeno, crea lenguajes y formas concretas que representan elementos naturales, para interpretar o completar en su atmósfera humana, todo aquello que le resulta incomprensible de su medio ambiente.
En una reciente conversación con el escultor Jorge Yázpik, comentamos el parecido de formaciones rocosas volcánicas naturales con algunas de sus piezas de gran formato. Él opinaba que no era en absoluto casual dicho parecido, ya que la observación de dichas formaciones es una fuente de inspiración para su trabajo. Por ello, aunque sus piezas parezcan en extremo abstractas, son hasta cierto punto miméticas respecto a la naturaleza.
¿Cuál sería entonces la diferencia esencial entre una escultura y una formación pétrea natural? Formalmente podría no existir ninguna diferencia, el material y su disposición podrían ser exactamente iguales. La diferencia entonces estribaría en nuestra capacidad para admirar la belleza de lo natural e intentar imitarla para crear objetos que nos acerquen a ella.
El lenguaje de la arquitectura es mimético, pero no tanto en su aspecto formal. Es muy poco frecuente encontrar elementos arquitectónicos que imiten a la naturaleza, pero sí lo es desde el punto de vista psicológico, por ser el refugio para las actividades humanas.
Lorenzo Rocha