jueves, 26 de noviembre de 2020

ARQUITECTURA Y SOCIEDAD

El crítico inglés Jeremy Till explica en un interesante ensayo titulado “Arquitectura y contingencia” (Architecture and Contingency, publicado en la revista Field, septiembre de 2007), que la arquitectura es una disciplina contingente, pero los arquitectos han intentado infructuosamente negar dicha contingencia. Till ha tenido una gran influencia del pensamiento anarquista de Giancarlo De Carlo, quien discutía sobre ello hace al menos 50 años.

Es evidente que la arquitectura es una disciplina contingente, pero los arquitectos modernos han intentado negar dicha contingencia e ignorar al público, mediante los conceptos de orden, belleza y pureza. Durante los años sesenta del Siglo XX, pensadores como Zygmunt Bauman y Paul Ricoeur establecieron discursos que marcaron el inicio del pensamiento posmoderno, el cual deja atrás la ilusión modernista de que todo futuro alberga un crecimiento económico progresivo y adelantos científicos que siempre superan a los del pasado.
Dicho pensamiento tuvo gran influencia sobre algunos teóricos de la arquitectura como Giancarlo De Carlo, quien en 1969 escribía en su célebre texto “Architecture’s Public”: “La arquitectura es una típica actividad superestructural, que depende de las transformaciones de la sociedad (...) En este ámbito la arquitectura tiene una ventaja incalculable frente a otras disciplinas, ya que es capaz de producir imágenes concretas del aspecto que el ambiente físico tendría si la estructura de la sociedad fuese distinta.” 
Está claro que la idea de que la arquitectura puede por sí sola cambiar a la sociedad ha sido superada, sin embrago los estímulos físicos que la arquitectura es capaz de provocar en las personas tienen el potencial de generar algunos cambios en su actitud. La arquitectura puede provocar situaciones, por sí sola no cambia a la sociedad, pero puede preparar el terreno para los cambios ocurran. Por ejemplo, sin plazas públicas de grandes dimensiones, la sociedad civil no se podría concentrar masivamente para protestar contra sus gobiernos, la arquitectura urbana ha creado los espacios necesarios para dichas manifestaciones.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 19 de noviembre de 2020

AUTOGESTIÓN

El arquitecto italiano Giancarlo De Carlo, miembro del Team X, se formó siguiendo la ideología anarquista. En su texto “Architecture’s Public” (1969) hablaba de un tipo de arquitectura que no se hacia “para” sus habitantes, sino “con” ellos. De este modo realizó el Villaggio Matteotti en Terni, un notable proyecto de viviendas para obreros.  

Cada vez son menos frecuentes las iniciativas urbanas que derivan directamente de la capacidad de organización de los ciudadanos. Quizá se deba en parte a la apropiación que los ayuntamientos han hecho de los mecanismos que tradicionalmente se utilizaban para promover la participación ciudadana en proyectos de interés público. Los arquitectos que introdujeron el concepto de arquitectura participativa en los años sesenta del Siglo XX, principalmente en Italia e Inglaterra, utilizaban encuestas y hacían reuniones con la población que resultaría directamente involucrada en el proyecto arquitectónico o urbano a debate, para que les expresaran sus necesidades y colaboraran en lo que ellos denominaron “Arquitectura procesual”. Se trataba de procesos largos y complejos, pero que valieron la pena para dar a las personas los resultados más idóneos.
Lo que hoy en día hacen muchos ayuntamientos, seguramente con las mejores intenciones, ha deformado involuntariamente el espíritu participativo original y se ha convertido en la demagogia conocida como “Vecinocracia”.  En primer lugar, no es la autoridad quien debe convocar a la ciudadanía a participar, las iniciativas auténticos son las que provienen de la sociedad civil organizada. El mecanismo menos legítimo para ello, es la formación de comités vecinales, los cuales en teoría recogen los deseos y propuestas de las personas y los presentan a las autoridades. La razón es que dichos comités están ligados a los partidos poíticos que son la antesala de la labor proselitista en la base electoral. Esto ha convertido a la participación ciudadana en una actividad de clientelismo político y de propaganda populista, que no genera resultados creíbles para la mayoría de los ciudadanos.
Lorenzo Rocha
 

jueves, 12 de noviembre de 2020

ACAMPADA

Una nueva forma de turismo rural ha surgido recientemente en varios continentes, los ingleses le llaman “Glamping”, una contracción entre las palabras “Glamorous camping”, o “Acampada glamorosa”. Se trata de la instalación de pequeñas cabañas en paisajes espectaculares, con todos los servicios de un hotel de lujo, pero en contacto directo con la naturaleza.

En África desde hace más de una década se comenzaron a construir campamentos lujosos, formados por unas cuantas cabañas o tiendas de campaña exquisitamente diseñadas, servidas a su vez por un núcleo con restaurantes y estancias pero con la particularidad de encontrarse al aire libre. Esto ha sido especialmente planeado para reservas naturales en países como Botswana, Kenia y Namibia, en las que el gobierno no permite ninguna construcción de carácter permanente, asíi como ninguna intervención en el suelo, como fosas sépticas, rellenos sanitarios, cisternas o depósitos de residuos, que puedan alterar el frágil equilibrio de lugares tan maravillosos como el delta del rio Okavango o la reserva Seregueti. Entre los arquitectos especializados en dichos conjuntos turísticos se encuentra el sudafricano Nicolas Plewman, que ha llegado a un desarrollo notable de sus diseños. 
En Europa y los Estados Unidos, así como en otros lugares como Costa Rica y Baja California, han comenzado a proliferar ofertas similares. Paralelamente a ello, algunas empresas han desarrollado prototipos para la venta de distintos modelos de cabañas con la intención de producirlas industrialmente. Esta es una actividad muy reciente y en pleno desarrollo, ya que se dirige tanto al sector turístico como a las personas que disfrutan de viajar en auto-caravana y que aprecian un diseño sofisticado.
Es posible  que en poco tiempo el diseño modular de este tipo se convierta en una opción profesional para los arquitectos más jóvenes, quienes han visto disminuir significativamente sus opciones laborales ante las crisis inmobiliarias, que amenazan su subsistencia como diseñadores en el sentido tradicional.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 5 de noviembre de 2020

REDENSIFICAR

En las metrópolis como la ciudad de México hay dos modos fundamentales de crecimiento, el primero de ellos es la expansión ya sea de conjuntos de vivienda popular o de urbanizaciones y edificios de lujo.  El segundo consiste en la construcción de nuevos edificios de apartamentos en colonias tradicionales, con la consecuente redensificación de los mismos.

 

Durante las últimas dos décadas, la estrategia más utilizada por los promotores inmobiliarios ha sido la redensificación de los barrios centrales de la ciudad de México. En principio parece un buen camino para la producción de vivienda asequible, aprovechando la capacidad instalada de servicios y vialidades. Los arquitectos hemos diseñado de manera acorde con los requerimientos de los promotores, cada uno al máximo de sus capacidades, por lo que los resultados han sido en general aceptables. 
El fenómeno es en sí complejo, ya que no solamente se ha aprovechado el potencial máximo que ha permitido el coeficiente de uso de suelo de cada zona, sino que en algunos casos se ha aumentado mediante figuras jurídicas como los sistemas o polígonos de actuación, en los que se transfiere volumen de construcción de predios donde no se ha utilizado. Por ejemplo, en una manzana en la que existen uno o más inmuebles catalogados, que no se pueden ampliar, pero que probablemente tengan menos niveles de los permitidos, sus propietarios pueden vender este potencial de crecimiento para transferirlo a otros terrenos que sí puedan utilizarlos.
Muchas colonias tradicionales de la ciudad han visto de este modo la aparición de edificios de hasta diez niveles donde antes se permitían solo tres. Sus paisajes urbanos han sido modificados y su población ha aumentado notablemente. Tal es el caso de las colonias Condesa, Roma, Escandón, Juárez, Cuauhtémoc, Polanco, del Valle y muchas otras más.
Los arquitectos no hemos sido críticos respecto a esta tendencia, la mayoría han estado de acuerdo con ella, principalmente porque todos aprecian los nuevos encargos. Sin embargo mucha gente no está conforme con los resultados, por lo que sería un tema que deberíamos discutir más a fondo.
Lorenzo Rocha

 

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