jueves, 18 de agosto de 2022

ESTÉTICA POLÍTICA

Jacques Ranciere ha definido en su libro “La división de lo sensible”, a la estética como: “Una delimitación de tiempos y espacios, de lo visible y lo invisible, de la palabra y el ruido, de lo que define a la vez el lugar y el dilema de la política como forma de experiencia. La política se refiere a lo que se ve y a lo que se puede decir, a quién tiene competencia para ver y calidad para decir, a las propiedades de los espacios y las posibilidades del tiempo.”

Para Ranciere, prácticamente la estética actualmente se ha transformado en sinónimo de política y apunta hacia el final de las artes y la belleza puras, haciendo de todas las manifestaciones artísticas, maneras de alcanzar fines y propósitos específicos, con tendencias políticas e ideológicas claras. En ese sentido, toda la belleza que podemos percibir en las artes visuales, escénicas y en el diseño en todas sus formas, incluida la arquitectura, es solo “belleza adherente” en los términos descritos por Kant en su tratado “Crítica del discernimiento”. Ya desde el siglo XVIII, Hegel había señalado esta relación entre los fines y medios en los siguientes términos: “La arquitectura es el arte de la externalidad por el hecho de que en la escultura el interior espiritual, que en la arquitectura sólo podía insinuarse, habita en la forma sensible y en su material exterior, de modo que ambas dimensiones se acuñan la una en la otra sin predominar ninguna.” Hegel entonces señalaba que las diferencias esenciales entre ambas, radican en si este objeto externo se concibe como un medio para un fin distinto a sí mismo, o bien, si se le considera independiente de dicho fin, pero al mismo tiempo, subalterno a éste.
Durante la primera mitad del siglo XX se planteó una discusión muy importante acerca de la “politización de la estética y la estetización de la política”, estas ideas tuvieron una estrecha relación con el “engaño de las masas”, un concepto ampliamente tratado por los filósofos críticos: Max Horkheimer, Theodor W. Adrono y Walter Benjamin. Obras suyas como “Dialéctica de la ilustración” y “El arte en la era de su reproducción mecánica”, discuten a las artes como instrumentos al servicio del poder y del capital.
Lorenzo Rocha

 

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