jueves, 10 de noviembre de 2022

IMITACIONES

Una máxima muy importante para los arquitectos de hoy en día y también para sus clientes: “Siempre lean la letra pequeña y cuídense de las imitaciones baratas”.

A las personas que encargan proyectos a diseñadores y arquitectos: ¡Tengan mucho con la imitaciones baratas! También advierto a los profesionistas del proyecto que ayuden a sus clientes a protegerse de sus deseos impuros, nunca les hagan una casa “colonial” o un “chalet suizo”, por más que insistan. Sugiéranles una mejor solución, por ejemplo, comprarse una casa del siglo XVI en un pueblo del Bajío o mudarse a Suiza y vivir en una casa rural auténtica.
Es cierto que los habitantes de los proyectos que hacemos no están obligados a saber las profundas diferencias de calidad que existen entre las obras auténticas y las imitaciones baratas, pero es nuestra responsabilidad como profesionales explicárselos. Es muy legítimo que una persona desee la calidez de ciertos materiales como la madera, la piedra de cantera, el barro cocido y que lo consigan en sus viviendas. En la arquitectura contemporánea puede ser incluso posible el uso de algunos elementos vernáculos como las bóvedas de ladrillo, las techumbres construidas con vigas de madera o los arcos de piedra, siempre que estos elementos no sean falsos ni añadidos por encima de otro sistema estructural y constructivo distinto.
Existe un caso my gracioso en Bilbao, que aconteció cuando se realizaron las obras del metro, alrededor de 1995. Es conocido por todos, que los proyectos para las estaciones urbanas fueron realizados por el arquitecto Norman Foster. Sin embargo, en los municipios externos al área central, el metro ocupó las vías del antiguo tren de cercanías que tenía estaciones que databan del siglo XIX. Al parecer estos municipios no fueron contemplados dentro del plan urbano del ayuntamiento y debieron construir sus estaciones con recursos propios, creando imitaciones de muy baja calidad de los diseños del arquitecto inglés. 
A las salidas del metro en estos lugares, la gente las llama “Fosteritos”, ya que se trata de estructuras que imitan de manera muy burda a sus similares en el centro de la ciudad. Lo que en la versión original son arcos de sección redonda de acero inoxidable cubiertos por cristales curvos fijados con sujeciones independientes de la estructura, en el extrarradio son una casetas cuadradas un tanto inclinadas construidas por herreros comunes y corrientes, que no se parecen casi en nada a las originales.
Lorenzo Rocha

 

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