La geógrafa inglesa Doreen Massey escribió en su excelente ensayo “Un sentido global del lugar”, en 1984: “Lo espacial no existe como una esfera separada. El espacio es una construcción social.”
El espacio urbano no se puede analizar correctamente si se considera como un fenómeno aislado de las fuerzas sociales, es evidente que el espacio como elemento abstracto —que ha sido el modo como lo han abordado la mayoría de los arquitectos y urbanistas modernos— arroja proyectos que fracasan en su inserción social. Doreen Massey explica profundamente esta relación con ejemplos muy claros de la relación entre la geografía industrial y sus aspectos sociales y económicos. También escribió: “Para comprender la diferenciación espacial inmobiliaria era necesario tener en cuenta los mecanismos (económicos, sociales, políticos) que operaban en el mercado inmobiliario.”
La costumbre de los planificadores es investigar sobre la demografía en términos científicos, con protocolos de investigación de campo basados en encuestas, estadísticas e interpretaciones de colecciones de datos. Después se ejecutan las obras y se evalúa la pertinencia de las investigaciones, pero no se atiende al desarrollo de los espacios posteriormente a su ocupación. Los habitantes tienen necesidades dinámicas y requieren hacer adaptaciones a los espacios que ocupan, muy frecuentemente sus modos de uso de los espacios disponibles es distinto de lo que los planificadores plasman en sus diseños, así como sus intenciones de adecuación a las necesidades de las personas.
Cuando el espacio público no cumple con las características necesarias para albergar a las personas adecuadamente, cuando no satisface sus necesidades y deseos y no es suficientemente flexible y adaptable a ellos, no evoluciona hasta integrarse al sentido general de lugar antropológico, con las implicaciones simbólicas que esto conllevaría.
Los planes cuyo principal objetivo es político, generan resistencia por parte de la ciudadanía o bien resultan abandonados y desiertos, no entran en la dinámica del sentido que los lugares adquieren por su papel social.
Lorenzo Rocha