En 1995 el arquitecto holandés Rem Koolhaas publicó el libro “S, M, L, XL. Dentro de esta obra icónica, se encuentra un manifiesto sobre la pérdida de identidad urbana titulado “Generic City”, que plantea una ruptura entre la sociedad y la historia.
Hace tiempo que el progreso tecnológico de la construcción no ha jugado un papel protagónico en el desarrollo arquitectónico vanguardista. Ha habido una aceptación tácita de la naturaleza homogénea de los espacios habitables. Las tiendas, oficinas, aeropuertos y restaurantes por todo el mundo ha recurrido a una misma solución constructiva: la estructura ligera de acero, recubierta de materiales aislantes y un diseño interior flexible y artificial. Esto es lo que conocemos como espacio genérico, el cual solo se diferencia y adquiere una cierta identidad a partir de las variaciones que los arquitectos de interiores le otorguen.
También ha proliferado el uso readaptativo de las estructuras flexibles cuyos usos han caído en la obsolescencia. De este modo, antiguas sedes de dependencias gubernamentales o de empresas que han cesado sus actividades, cada vez se utilizan más para exposiciones de arte e incluso para eventos sociales.
La semana pasada, nuestra ciudad se vio materialmente inundada de personas interesadas en el arte contemporáneo. A partir de la feria MACO, han surgido múltiples eventos que reúnen a artistas que se agrupado para promover su trabajo. Me pareció significativo que Clavo, una asociación que se ha ido consolidando con los años, eligió llevar a cabo su propia feria en las instalaciones de la antigua Escuela Técnica del Sindicato Mexicano de Electricistas, un edificio moderno de los años setenta del siglo pasado, que cuenta con espacios fácilmente adaptables que podría bien considerarse como un paradigma de lo genérico. Sin embargo, la presencia de las piezas de arte y sus creadores en su interior tuvo la capacidad de re significar la esencia de un edificio que cayó en desuso y el modo que los artistas pudieron adaptar este espacio a un uso radicalmente distinto del original, sin que existiera ningún impedimento para el correcto desarrollo de sus actividades. Más aun, el supuesto anonimato del espacio contribuyó positivamente a la experiencia sensorial.
Lorenzo Rocha
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