jueves, 26 de mayo de 2011

VIOLENCIA PASIVA


La mayor preocupación de los ciudadanos de la metrópolis mexicana y de todo el país es, sin duda, el problema de la inseguridad. Dicha sensación es equivalente a un miedo constante, el cual se mantiene siempre latente debido a las noticias sobre los sucesos y los escalofriantes datos que recibimos diariamente. Los hechos violentos y las muertes cotidianas que se producen por millares desde hace muchos años, pero con una intensidad notablemente mayor durante el último lustro, nos mantienen en una situación de alerta constante y en un estado cercano a la depresión crónica.

Sin embargo, hay dentro de la Ciudad de México otro tipo de violencia que no se manifiesta en actos delictivos flagrantes, pero que está presente en una forma pasiva. Me refiero a la desafortunada combinación entre maneras de urbanizar el espacio citadino de un modo irreconciliable. En nuestra ciudad conviven puerta con puerta, barrios de extrema pobreza derivados de asentamientos humanos irregulares que carecen de servicios fundamentales como drenaje y electricidad, al lado de urbanizaciones multimillonarias con recursos que a veces parecen ilimitados y despliegan la arquitectura y diseño urbano de lo más sofisticados, pero a la vez nos recuerdan que vivimos en un país donde la desigualdad social forma parte de la definición provisional de nuestra propia identidad.

El fenómeno del desarrollo urbano caótico en el que se encuentran grandes extensiones del territorio urbano nacional corresponde a un tipo de violencia pasiva que es resultado de la debilidad del Estado. Es un tipo de violencia que se ejerce de forma lenta y callada, donde conviven los extremos de la riqueza y miseria sin que ninguno de ambos se sienta totalmente en paz con el otro. La desigualdad social es la asignatura pendiente que como sociedad no debemos dejar que continúe por más tiempo, pues si esto no se resuelve, al menos en el ámbito urbano, no podremos nunca afirmar que contamos con la madurez social necesaria para consolidar nuestro proyecto de nación iniciado hace doscientos años.

Lorenzo Rocha

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