En la ciudad de México, se suele utilizar la frase coloquial: “con dinero todo es posible”. Es un modo eufemístico de hablar de la corrupción, ya que históricamente los gobiernos de la ciudad han sido casi siempre corruptibles. Este fenómeno se manifiesta específicamente en la corrupción a nivel urbanístico. Con el suficiente dinero y los contactos adecuados, se puede construir en reservas naturales, se puede transformar cualquier vivienda en un comercio, en muchos casos es posible construir más pisos de los que permiten los reglamentos, etcétera. Además de la corrupción en la administración pública, existe una aguda desigualdad social que también propicia privilegios a quienes tienen poco dinero, dando lugar a la economía sumergida, al comercio informal que es otra forma ilegal de subsistencia. En nuestra sociedad pensamos que gozamos de una libertad absoluta de decisión sobre nuestras acciones, sin embargo, los límites de nuestras decisiones coinciden con nuestro poder adquisitivo. Podemos hacer cualquier cosa, siempre y cuando la podamos pagar, vivimos en la dictadura del capitalismo neoliberal. El filósofo checo Vaclav Havel lo ilustra muy bien en su libro “El poder de los sin poder”, con frases breves pero contundentes, como: “Si no se comparten e implantan unos valores y unas obligaciones morales, ni la ley, ni un gobierno democrático, ni una economía de mercado funcionarán correctamente”.
Ante este triste panorama, conviene distinguir entre lo que es humanamente posible y aquello que es materialmente imposible. Creemos que cualquier cosa es realizable si nos lo proponemos, pero la naturaleza y nuestra existencia física tienen límites fijos, que invariablemente se verifican aunque pensemos lo contrario. Un ejemplo claro es la tragedia del conjunto habitacional de Tlatelolco, los edificios que colapsaron durante el terremoto de 1985, habían sido diseñados correctamente y su estructura estaba calculada de acuerdo a las normas vigentes de aquel entonces, Mario Pani el arquitecto tenía la conciencia tranquila. ¿Entonces porqué colapsaron? En la época se atribuyó el accidente a que el terremoto no había tenido precedentes en su intensidad, duración y tipos de movimientos telúricos, que la combinación de estos tres factores habían afectado directamente a edificios de esa altura y características estructurales. Es una explicación científica convincente, pero de cualquier manera sucedió. También quedará la duda acerca de la ejecución de la obra y finalemente el tipo de ocupación de los edificios, que al parecer era excesiva.
De cualquier modo, tragedias de este tipo derivan de actos humanos que no toman en cuenta todos los factores de la naturaleza. Ojalá en el futuro se cominece a valorar más el capital humano que el capital económico de una ciudad o estado nacional.
Lorenzo Rocha
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