La percepción del mundo exterior se realiza sensorialmente, los estímulos pasan a través de nuestros órganos como información que el cerebro decodifica. Generalmente conocemos cinco sentidos, porque éstos son los que se relacionan con estímulos externos, sin embargo, algunas teorías nos señalan hasta doce distintos sentidos que van más allá de los que normalmente identificamos. Por ejemplo, el sentido del movimiento, por el cual sabemos que nos encontramos dentro de un objeto móvil como un ascensor, no depende del tacto, la vista o el oído. Un mismo estímulo se interpreta de manera distinta según las características culturales de cada individuo. Los olores, sabores, sonidos, imágenes y texturas son en sí mismas estímulos neutros, pero son percibidos como algo agradable o desagradable según los sesgos culturales de los sujetos que entran en contacto con ellos. Las sensaciones desatan procesos de memoria que van ligados a las emociones, por eso un lugar nuevo puede recordarnos nuestra infancia aunque no esté relacionado con ésta, o bien, provocarnos nostalgia si estamos lejos de nuestro hogar.
La arquitectura contribuye en gran medida a fortalecer la memoria de los sentidos. Es posible identificar tres modos generales de percepción de la arquitectura, que nunca se presentan aislados, pero que constituyen el material básico del que después nuestro intelecto extrae las conclusiones de cada experiencia, así como sus relaciones con experiencias anteriores. El espacio arquitectónico puede pecibirse visualmente, conceptualmente o de modo corporal. El modo visual de percibir la arquitectura consiste en las imágenes fijas o móviles que derivan de ésta, como fotografías, planos, videos, películas o infografías. El segundo modo de percibir la arquitectura es conceptual, mediante las descripciones reales o ficticias de los espacios arquitectónicos. Finalmente, el modo corporal de percepción, consiste en la inmersión total del cuerpo humano dentro del espacio arquitectónico, donde todos los sentidos actúan simultáneamente. Desde mi punto de vista, el tercer modo es el más efectivo y el que imprime una sensación mas duradera en nuestra memoria sensorial, además de que no se vuelve definitiva desde la primera vez que sucede, sino que cambia respecto al tiempo y puede modificarse en sucesivas ocasiones. Un espacio arquitectónico puede decepcionarnos la primera vez que lo visitamos y entusiasmarnos en la siguiente, dependiendo del clima y el estado de ánimo en el que nos encontremos.
De cualquier manera, las formas de percepción del espacio nunca se nos presentan de forma aislada y crean capas de percepcion que contribuyen entre ellas mismas a nuestra idea general de un espacio determinado.
Lorenzo Rocha
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