Participar en un debate al que uno no ha sido invitado, es una actitud a todas luces inadecuada. A pesar de ello, me permito expresar mi opinión respecto al dilema planteado por Witold Rybczynski, profesor emérito de urbanismo de la Universidad de Pennsylvania. La pregunta: ¿Los arquitectos-estrella están arruinando a las ciudades? Se planteó hace algunos días a cuatro expertos colaboradores del diario The New York Times. No desperdiciaré espacio aquí para repetir sus posturas, las cuales en general me parecieron condescendientes con el sistema global de los arquitectos de renombre.
La arquitectura global se manifiesta principalmente a través de los llamados edificios-icono. Se trata de construcciones que contemplan dentro de su programa de necesidades, la representación a nivel simbólico de la institución a la que albergan. En la mayoría de los casos estos edificios deben sobresalir en el paisaje urbano y ser parte reconocible de la linea horizontal de una ciudad. Por esta razón, muchos de ellos deben ser edificios de gran altura, que además de su presencia fálica, se puedan divisar a lo lejos y permitan al público relacionarlos con sus antecesores históricos: los obeliscos y las torres.
No es coincidencia que estos edificios adopten el nombre de la compañía que pagó por ellos, aunque en muchos casos hayan sido vendidos y subdividos. Recordamos a los edificios como Seagram (una marca de whisky), o Panam (una linea aérea). Sin embargo, sus inquilinos actuales y pasados, no necesariamente trabajaron para dichas compañías. De hecho, la mayoría de estos edificios permanecieron casi vacíos por años, ya que la demanda de espacio para oficinas era ampliamente superada por la oferta. El icónico edificio Empire State, que con sus 103 pisos ostentó el privilegio de ser el más alto del mundo durante 45 años, permaneció prácticamente vacío por décadas por la depresión económica americana y llegó a ser apodado "Empty State Building" ("Edificio en estado vacío").
Este no es el único caso en el que un edificio icónico permanece vacío, no olvidemos la célebre Torre David en Caracas, que nunca alcanzó a estar terminada y fue invadida masivamente por indigentes. Más recientemente el caso del edificio "The Gherkin" ("El pepino") del arquitecto Norman Foster, que debía albergar a la burocracia de la ciudad de Londres, pero debido a errores en los cálculos financieros, ha sido puesto a la venta.
Los arquitectos-estrella y las corporaciones que los respaldan, seguirán arruinando el paisaje urbano de nuestras ciudades, mientras la ciudadanía siga aceptando y el gobierno continúe permitiendo la construcción de los rascacielos que no necesitamos.
Lorenzo Rocha
jueves, 31 de julio de 2014
jueves, 24 de julio de 2014
MUSEO DE LA NATURALEZA
Recientemente se inauguró la exposición "In/humano", que reúne el trabajo de 17 artistas de 14 nacionalidades en el Museo de arte contemporáneo de Monterrey, entre ellos cinco mexicanos, todos ellos enfocados en temas relacionados con la actual problemática medioambental. Según Gonzalo Ortega, el curador de la exposición, "los artistas seleccionados para esta muestra parecen desplegar una opinión poco convencida de los movimientos ecológicos masivos y nos revelan puntos de vista alternativos para establecer vínculos profundos con el entorno natural". De este modo se presenta una visión heterogénea y plural que se aparta del dilema moral ligado a la ecología, el cual se materializa en la muy extendida moda verde. Es imposible describir aquí todas las piezas que componen la exposición, ya que cada una de ellas resulta compleja y a la vez estimulante a su modo. Algunas de ellas tratan sobre la relación del ser humano con algunas otras especies animales, el consumo de estos, sus usos y abusos, mientras que otra parte de las obras presenta aspectos del impacto del hombre sobre el paisaje, sobre la flora y la fauna silvestre y sobre los recursos naturales no renovables como el agua, el aire y la tierra.
Tal es el caso de la serie de montajes fotográficos e infografías titulada "Museum of nature", del artista finlandés Ilka Halso. Sus imágenes muestran paisajes futuristas desolados donde según su visión, serán conservadas porciones de los entornos naturales para que los futuros habitantes de nuestro planeta puedan apreciar una muestra de lo que una vez fueron los ecosistemas terrestres, una vez que todos estos hayan desaparcido por la acción depredadora del ser humano. Es una serie imaginaria que resulta especialmente atractiva ya que el artista imagina modos de restaurar elementos naturales y de proteger bosques, lagos y ríos de la contaminación masiva del planeta. En sus imágenes, Halso muestra grandes estructuras arquitectónicas que colocan a la naturaleza dentro de un museo, diseñado para la audiencia y espectáculo turístico del futuro, donde la atracción principal serán los paisajes que hoy en día podemos apreciar sin ninguna dificultad.
El propio artista describe sus imágenes del siguiente modo: "El proyecto se fundamenta en una visión pesimista de lo que ha comenzado a suceder en el planeta, estoy visualizando un futuro posible que me entristece. Considero mis fotografías más como panfletos visuales que como imágenes estéticas. Los resultados son proyectos arquitectónicos que espero nunca ver realizados".
Lorenzo Rocha
Tal es el caso de la serie de montajes fotográficos e infografías titulada "Museum of nature", del artista finlandés Ilka Halso. Sus imágenes muestran paisajes futuristas desolados donde según su visión, serán conservadas porciones de los entornos naturales para que los futuros habitantes de nuestro planeta puedan apreciar una muestra de lo que una vez fueron los ecosistemas terrestres, una vez que todos estos hayan desaparcido por la acción depredadora del ser humano. Es una serie imaginaria que resulta especialmente atractiva ya que el artista imagina modos de restaurar elementos naturales y de proteger bosques, lagos y ríos de la contaminación masiva del planeta. En sus imágenes, Halso muestra grandes estructuras arquitectónicas que colocan a la naturaleza dentro de un museo, diseñado para la audiencia y espectáculo turístico del futuro, donde la atracción principal serán los paisajes que hoy en día podemos apreciar sin ninguna dificultad.
El propio artista describe sus imágenes del siguiente modo: "El proyecto se fundamenta en una visión pesimista de lo que ha comenzado a suceder en el planeta, estoy visualizando un futuro posible que me entristece. Considero mis fotografías más como panfletos visuales que como imágenes estéticas. Los resultados son proyectos arquitectónicos que espero nunca ver realizados".
Lorenzo Rocha
jueves, 17 de julio de 2014
ELOGIO DE LO INÚTIL
Hace cuatro años visité el Highline Park en el distrito de Chelsea en Nueva York, debo admitir que en su momento el proyecto no me causó una gran impresión. En 2009 había sido inaugurada la primera etapa del proyecto de rescate como parque público del antiguo ferrocarril elevado, que funcionaba con trenes de mercancías en la década de los años treinta pero había ido perdiendo uso gradualmente y fue definitivanente cerrada en 1980. La segunda etapa del proyecto diseñado por James Corner como paisajista y Diller, Scofidio y Renfro como arquitectos, fue inaugurado en 2011 y parece que ha detonado un auge inmobiliario en la zona, además de proveer de un ambiente agradable para sus usuarios, que viven en el frenético ambiente urbano de aquella gran ciudad.
La razón por la cual la experiencia del Highline pasó despercibida para mí en su momento es que es evidente que carece de las dimensiones y potencialidad espacial para ser un parque público en una ciudad de 20 millones de habitantes. El espacio es insuficiente para albergar a sus usuarios lo cual ha hecho inviable la enorme inversión económica que supuso la obra. La revisión de las fotografías del estado en que se encontraba la vía antes de ser remodelada, me sirve de apoyo para indagar más a fondo el porqué de la carga poética de las ruinas. Son especialmente evocativas las imágenes captadas por Joel Sternfeld (fotógrafo neoyorkino, nacido en 1944), tomadas entre 2000 y 2001, que conforman una extensa serie fotográfica titulada "Walking on the Highline". En las fotografías se aparecia el espacio de la vía elevada en estado de abandono, en calidad de ruina urbana contemporánea con plantas silvestres y sin ninguna utilidad como eje de transporte, ni como parque urbano.
La Highline fue durante treinta años un espacio inútil, pero bellísimo. Una especie de terreno baldío elevado a seis metros por encima de la realidad urbana. Un lugar donde la naturaleza recuperó temporalmente su territorio, anteriormente despojado por el hombre, en el cual crecieron plantas a su antojo y vivieron animales sin la amenaza humana. Durante ese tiempo, era ilegal acceder a la vía, pero los no pocos artistas aventureros como Sternfeld, compartieron su espacio secreto con los "sin techo", que proliferan en la ciudad, y también con agricultores urbanos clandestinos, que sembraron hortalizas sobre la obsoleta infraestructura. Ahora está impecablemente readaptada, con todas las normas de seguridad y acceso universal, se puede decir incluso que es un proyecto ecológicamente correcto, pero paradójicamente al ganar utilidad y sentido, perdió toda su cualidad poética.
Lorenzo Rocha
La razón por la cual la experiencia del Highline pasó despercibida para mí en su momento es que es evidente que carece de las dimensiones y potencialidad espacial para ser un parque público en una ciudad de 20 millones de habitantes. El espacio es insuficiente para albergar a sus usuarios lo cual ha hecho inviable la enorme inversión económica que supuso la obra. La revisión de las fotografías del estado en que se encontraba la vía antes de ser remodelada, me sirve de apoyo para indagar más a fondo el porqué de la carga poética de las ruinas. Son especialmente evocativas las imágenes captadas por Joel Sternfeld (fotógrafo neoyorkino, nacido en 1944), tomadas entre 2000 y 2001, que conforman una extensa serie fotográfica titulada "Walking on the Highline". En las fotografías se aparecia el espacio de la vía elevada en estado de abandono, en calidad de ruina urbana contemporánea con plantas silvestres y sin ninguna utilidad como eje de transporte, ni como parque urbano.
La Highline fue durante treinta años un espacio inútil, pero bellísimo. Una especie de terreno baldío elevado a seis metros por encima de la realidad urbana. Un lugar donde la naturaleza recuperó temporalmente su territorio, anteriormente despojado por el hombre, en el cual crecieron plantas a su antojo y vivieron animales sin la amenaza humana. Durante ese tiempo, era ilegal acceder a la vía, pero los no pocos artistas aventureros como Sternfeld, compartieron su espacio secreto con los "sin techo", que proliferan en la ciudad, y también con agricultores urbanos clandestinos, que sembraron hortalizas sobre la obsoleta infraestructura. Ahora está impecablemente readaptada, con todas las normas de seguridad y acceso universal, se puede decir incluso que es un proyecto ecológicamente correcto, pero paradójicamente al ganar utilidad y sentido, perdió toda su cualidad poética.
Lorenzo Rocha
jueves, 10 de julio de 2014
NUEVA GALERÍA NACIONAL
Como casi todos los personajes importantes del Modernismo, Ludwig Mies van der Rohe fue capaz de promover su imagen personal, casi tan intensamente como sus obras. En sentido estricto, la biografía de un arquitecto es un tipo de información irrelevante cuando se valoran los espacios de sus construcciones, pero en casos como el de Mies, su importancia como el arquitecto cuyas obras determinaron en gran medida el rostro de las ciudades modernas, despierta en el público un interés que va más allá del ámbito arquitectónico. Este arquitecto no fue el único en convertirse en un personaje público de perfil político, en su época también Frank Lloyd Wright y Le Corbusier gozaban de similares notriedades, y hasta la fecha la fama es casi un requerimiento para los arquitectos más influyentes.
Recientemente visité la “Neue Nationalgalerie” en Berlín y reconfirmé cuán necesario es visitar personalmente un edificio, para ser capaz de reflexionar profundamente entorno a éste. La relación corporal y sensorial con las ideas que permanecen en nuestra mente tras visitar un espacio, resulta insustituible. La lectura y la discusión sobre la arquitectura, sólo es auténticamente productiva si se sostiene en una experiencia real de la obra, jamás podrá bastar la fotografía para conocer a fondo el espacio.
En el caso de la Nueva Galería Nacional, una obra de 1968 que se basa en un proyecto no realizado para la compañía Bacardi en Santiago de Cuba (1957), lo más importante es notar que el espacio principal, que se aprecia desde la plaza de acceso, que es la imagen preponderante en casi todas las publicaciones de esta obra, constituye apenas una tercera parte del area total del edificio. Las dependencias principales de la galería: salas de exposiciones, cafetería y demás servicios, se encunetran en la planta semi-enterrada que se aprecia como el basamento del edificio. Si bien la arquitectura de Mies se caracteriza por la transparencia y la continuidad del espacio interior y exterior, en el caso de esta obra, que se encuentra entre las más famosas del Modernismo, las actividades se desarrollan en espacios cerrados, que en ocasiones obtienen su iluminación mediante patios interiores, pero que casi todo el día son iluminados artificalmente.
Unos días después visité el Pabellón de Bracelona, que fue construido por Mies en 1929 para la Feria Universal de esa ciudad, a pesar de tratarse de una reconstrucción del original, el pequeño espacio del pabellón, expresa la pureza conceptual del arquitecto, que fue adaptándose gradualmente a la envergadura de sus siguientes proyectos, hasta llegar a la Nueva Galería Nacional, su última obra, la cual mantiene la imagen de transparencia y fluidez, pero que contradice el lema fundamental de su autor, con sus espacios subterráneos.
Lorenzo Rocha
Recientemente visité la “Neue Nationalgalerie” en Berlín y reconfirmé cuán necesario es visitar personalmente un edificio, para ser capaz de reflexionar profundamente entorno a éste. La relación corporal y sensorial con las ideas que permanecen en nuestra mente tras visitar un espacio, resulta insustituible. La lectura y la discusión sobre la arquitectura, sólo es auténticamente productiva si se sostiene en una experiencia real de la obra, jamás podrá bastar la fotografía para conocer a fondo el espacio.
En el caso de la Nueva Galería Nacional, una obra de 1968 que se basa en un proyecto no realizado para la compañía Bacardi en Santiago de Cuba (1957), lo más importante es notar que el espacio principal, que se aprecia desde la plaza de acceso, que es la imagen preponderante en casi todas las publicaciones de esta obra, constituye apenas una tercera parte del area total del edificio. Las dependencias principales de la galería: salas de exposiciones, cafetería y demás servicios, se encunetran en la planta semi-enterrada que se aprecia como el basamento del edificio. Si bien la arquitectura de Mies se caracteriza por la transparencia y la continuidad del espacio interior y exterior, en el caso de esta obra, que se encuentra entre las más famosas del Modernismo, las actividades se desarrollan en espacios cerrados, que en ocasiones obtienen su iluminación mediante patios interiores, pero que casi todo el día son iluminados artificalmente.
Unos días después visité el Pabellón de Bracelona, que fue construido por Mies en 1929 para la Feria Universal de esa ciudad, a pesar de tratarse de una reconstrucción del original, el pequeño espacio del pabellón, expresa la pureza conceptual del arquitecto, que fue adaptándose gradualmente a la envergadura de sus siguientes proyectos, hasta llegar a la Nueva Galería Nacional, su última obra, la cual mantiene la imagen de transparencia y fluidez, pero que contradice el lema fundamental de su autor, con sus espacios subterráneos.
Lorenzo Rocha
jueves, 3 de julio de 2014
ECLECTICISMO AUTÉNTICO
Hacía mucho tiempo, literalmente 5 años, que sentía la necesidad de escribir acerca de la renovación del “Neues Museum” de Berlín, realizada por el arquitecto inglés David Chipperfield. Lo hago hasta ahora que finalmente he tenido la posibilidad de visitarlo personalmente.
Este museo forma parte del complejo situado en una isla entre los ríos Spree y Kupfergraben, una obra ecléctica que se fue construyendo a lo largo del tiempo. En conjunto los edificios expresan la intención de los alemanes de representar la historia de las culturas del mundo, desde sus fundamentos hasta la actualidad. Es una mezcla de formas arquitectónicas historicistas, a la cual le hacían falta los elementos de la arquitectura de nuestro tiempo.
El “Neues Museum” es un proyecto realizado en 1843 por el arquitecto Friedrich August Stüler, es en sí mismo un ejemplo representativo del concepto de espacio museístico y de la tecnología constructiva del Siglo XIX. Después de la Segunda Guerra Mundial, en la cual resultó severamente dañado, permaneció cerrado por 70 años y fue reabierto al público hasta el año 2009. El concurso internacional del cual Chipperfield resultó ganador, se llevó a cabo en 1997 y las obras de renovación comenzaron hasta 2003.
El eclecticismo se define como una postura intermedia entre extremos radicales de pensamiento, la forma que resulta de la integración de elementos útiles procedentes de diversas culturas y modos de pensar, aunque estos sean heterogéneos. Éste es el caso dentro del edificio del museo y también respecto a las piezas que alberga. Su acervo, combina elementos del desarrollo de la Antigüedad, desde el Medio Oriente hasta el Atlántico y desde África del Norte hasta Escandinavia.
La idea del modernismo en arquitectura, llevaba implícita una ruptura con la historia antigua, una intención tan imposible como inútil, que hasta ahora está revelando su inviabilidad. Una obra tan sensiblemente restaurada y ampliada como esta, hasta cierto punto resana dicha ruptura y restablece la continuidad histórica que había sido fracturada por el nihilismo moderno. El arquitecto Chipperfield logró cumplir magistralmente una tarea para la cual seguramente no fue entrenado en la universidad. La enseñanaza en general de la arquitectura en Europa de la posguerra, tuvo entre sus misiones, borrar el pasado histórico. El Eclecticismo fue su principal anatema y solamente hasta ahora se está cumpliendo su original actitud conciliadora, que aprovecha las bondades de las diversas doctrinas, aunque procedan de sistemas opuestos. Este proyecto nos confirma que la arquitectura decimonónica ya era moderna.
Lorenzo Rocha
Este museo forma parte del complejo situado en una isla entre los ríos Spree y Kupfergraben, una obra ecléctica que se fue construyendo a lo largo del tiempo. En conjunto los edificios expresan la intención de los alemanes de representar la historia de las culturas del mundo, desde sus fundamentos hasta la actualidad. Es una mezcla de formas arquitectónicas historicistas, a la cual le hacían falta los elementos de la arquitectura de nuestro tiempo.
El “Neues Museum” es un proyecto realizado en 1843 por el arquitecto Friedrich August Stüler, es en sí mismo un ejemplo representativo del concepto de espacio museístico y de la tecnología constructiva del Siglo XIX. Después de la Segunda Guerra Mundial, en la cual resultó severamente dañado, permaneció cerrado por 70 años y fue reabierto al público hasta el año 2009. El concurso internacional del cual Chipperfield resultó ganador, se llevó a cabo en 1997 y las obras de renovación comenzaron hasta 2003.
El eclecticismo se define como una postura intermedia entre extremos radicales de pensamiento, la forma que resulta de la integración de elementos útiles procedentes de diversas culturas y modos de pensar, aunque estos sean heterogéneos. Éste es el caso dentro del edificio del museo y también respecto a las piezas que alberga. Su acervo, combina elementos del desarrollo de la Antigüedad, desde el Medio Oriente hasta el Atlántico y desde África del Norte hasta Escandinavia.
La idea del modernismo en arquitectura, llevaba implícita una ruptura con la historia antigua, una intención tan imposible como inútil, que hasta ahora está revelando su inviabilidad. Una obra tan sensiblemente restaurada y ampliada como esta, hasta cierto punto resana dicha ruptura y restablece la continuidad histórica que había sido fracturada por el nihilismo moderno. El arquitecto Chipperfield logró cumplir magistralmente una tarea para la cual seguramente no fue entrenado en la universidad. La enseñanaza en general de la arquitectura en Europa de la posguerra, tuvo entre sus misiones, borrar el pasado histórico. El Eclecticismo fue su principal anatema y solamente hasta ahora se está cumpliendo su original actitud conciliadora, que aprovecha las bondades de las diversas doctrinas, aunque procedan de sistemas opuestos. Este proyecto nos confirma que la arquitectura decimonónica ya era moderna.
Lorenzo Rocha
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