jueves, 25 de diciembre de 2014

LINEA RECTA

Parte del fundamento del arte y la arquitectura modernistas, proviene del pensamiento iluminista del Siglo XVIII. Lo que conocemos como ¨La Ilustración”, es un movimiento filosófico de pensamiento principalmente lineal, en el que se intenta interpretar los fenómenos científicos y sociales mediante el aislamiento del problema analizado. Probablemente fue durante este período donde anidó en la conciencia pública del pensamiento occidental el concepto de lo natural como lo opuesto a lo artificial. El aislamiento de ambas ideas ha acarreado consecuencias graves e irreversibles en el desarrollo tecnológico y cultural de nuestra civilización. La oposición entre lo natural y artificial ha dificultado la toma de decisiones en lo referente a la conservación de las especies vivas, la explotación de los recursos del planeta y el reconocimiento pleno de los derechos y obligaciones de la especie humana, como parte de su propio medio natural. La división ha provocado que los productos derivados de las acciones humanas se califiquen como artificiales, lo cual ha dejado la actividad humana en una condición moralmente ilegítima, en tanto que es dañina para la naturaleza. La división entre hombre y medio ambiente ha simplificado una mecanismo complejo, convirtiéndolo en un cúmulo de acciones y reacciones que aparentemente no se relacionan con otros sistemas paralelos.
El ser humano actualmente se presenta ante la naturaleza con una actitud ambigua que fluctúa entre la culpabilidad y la arrogancia. Por una parte, se emiten mensajes constantemente a favor de la conservación del entorno natural y en contra del daño ecológico, pero al mismo tiempo se siguen desarrollando técnicas de explotación minera y petrolífera, cada vez más devastadoras de los ecosistemas, con la justificación de la necesidad de energía y materias primas industriales.
El discurso artístico y arquitectónico del Modernismo es profundamente humanista. Coloca al ser humano como el protagonista único de la cultura, sus valores y aspiraciones son la principal motivación de la producción artística de nuestro tiempo. El artista del Modernismo admira la belleza de la naturaleza como la máxima expresión estética, se dedica a estudiar las proporciones y formas de las plantas y animales y en un principio su objetivo fue imitarla. Con el tiempo la idea evolucionó y pasó de la admiración a la búsqueda de la superación del modelo natural. Al artista y al arquitecto tardomodernista ya no le interesa la imitación de lo natural, sino la creación de una forma de belleza superior, quizá por eso aparece el arte abstracto.
En la teoría de la arquitectura moderna está presente una idea que ahora me parece algo extraña: El arquitecto es capaz de crear objetos que la naturaleza no es capaz de crear. Esta idea genera un conflicto irresoluble entre el hombre y la naturaleza, una competencia entre ambos, que resulta verdaderamente improductiva. Recuerdo que mis profesores universitarios repetían constantemente que la linea recta no existe en la naturaleza y que se trata del valor máximo del quehacer  arquitectónico. Pero ahora mismo estoy mirando al horizonte, y desde aquí la unión entre el mar y el cielo parece sin lugar a dudas una linea recta.
Lorenzo Rocha

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