Nunca dejará de sorprenderme la emigración, riquísima desde el punto de vista cultural, que generó la escisión de los territorios que anteriormente formaban parte del Imperio austro-húngaro, desintegrado durante la Primera Guerra Mundial. Fueron muchos los arquitectos que buscaron asilo en países lejanos al suyo, por ejemplo Richard Neutra y Rudolf Schindler, quienes se establecieron en los Estados Unidos, Harry Seidler que emigró a Australia o Ernö Goldfinger, el cual se mudó a París y más tarde a Londres. Este último, nació en Budapest en 1902, salió a París para estudiar en 1920, donde tuvo la fortuna de ingresar al taller de Auguste Perret, del cual aprendió a conciencia la novedosa técnica constructiva del concreto armado, que en aquel entonces aún se consideraba experimental. En 1933 se casó con la pintora inglesa Ursula Blackwell y un año más tarde ambos se mudaron a Londres.
Goldfinger construyó en 1937 un atractivo bloque de tres casas adosadas, una de las cuales, aquella situada al centro, sirvió como vivienda para él y su familia hasta el año de 1994. Casi todos los muebles y gabinetes empotrados de la vivienda fueron diseñados por el propio arquitecto, e incluso muchos de los juguetes de madera que elaboró para sus tres hijos. La casa se encuentra frente al famoso parque londinense de Hampstead Heath, entre dos construcciones de la época georgiana, que datan aproximadamente del siglo XVIII, a las cuales se integró inteligentemente gracias al uso del mismo tipo de ladrillo y pequeñas ventanas en su segundo nivel, el cual se encuentra sobre dos plantas de carácter típicamente modernista, en las que predomina el uso del concreto a vista y largos ventanales que van desde el suelo hasta el techo, permitiendo la máxima fluidez del espacio y su integración visual al espacio urbano verde frente al que se encuentra el edificio.
El elemento que caracteriza el trabajo de casi todos los arquitectos emigrados desde Austria y Hungría durante el período entre ambas guerras mundiales, es su apego a la teoría del “Raumplan”, de su compatriota, el célebre arquitecto Adolf Loos (1870-1933). Siguiendo el criterio jerárquico establecido por Loos, las habitaciones de la casa varían en sus dimensiones en planta y altura según su importancia para el funcionamiento dentro del ambiente doméstico, siendo la sala de estar el más importante y los servicios de baño y cocina los de menores dimensiones. El arquitecto también utiliza particiones deslizables para transformar algunos de sus espacios. Esta técnica permite al habitante realizar una lectura clara de la naturaleza pública y privada de los espacios de la vivienda, incluso desde el exterior de la misma. La casa de Goldfinger es un ejemplo notable de arquitectura modernista que se relaciona con otras obras maestras del mismo período desde su origen común, algunas de ellas construidas por compatriotas suyos en sitios tan lejanos como Sydney o Los Ángeles, quienes recibieron la misma influencia derivada de la obra de Loos, relacionada a su vez con su respectiva identidad nacional adoptiva.
La casa de Goldfinger es una casa que no podría haberse hecho más que en Londres, al igual que la famosa vivienda de Schindler es parte de la identidad arquitectónica de Los Ángeles, sin embargo ambas obras no serían las mismas si no hubieran sido diseñadas por arquitectos de origen austro-húngaro.
Lorenzo Rocha
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