jueves, 17 de marzo de 2016

ATLAMPA

A solo 5 kiómetros del Zócalo se encuentra una colonia industrial con verdaderos tesoros patrimoniales y ochenta hectáreas de territorio urbano subutilizado. Por años se han estudiado en las escuelas de arquitectura, infinidad de posibilidades para su desarrollo, también los historiadores del arte han investigado hasta el último detalle posible de su arqueología industrial. Uno de sus más emblemáticos edificios, la Fábrica de textiles estampados "La Maravilla", construido en 1905, sigue en pie, pero solo se dedica a rentar espacios para almacenar mercancías. En su época de apogeo, también existieron industrias como la harinera "La Castellana", la cervecería "Central", el molino de arroz "La Luz", y muchas más que se dedicaban a procesar alimentos, a la metalúrgica y a la industria farmacéutica. Hoy en día solamente opera una tercera parte de las fábricas de Atlampa, en las demás naves hay talleres de muchos tipos, como madererías y otros, pero una buena parte está abandonada. Fue la primera zona industrial de la ciudad, la que fundó nuestra clase obrera, pero luego la propia ciudad la envolvió y sofocó. Uno de los factores que contribuyeron a su decadencia, fue la desaparición de los Ferrocarriles Nacionales, que permitían a las fábricas distribuir sus productos a nivel nacional e internacional.
No obstante sus dificultades, la colonia persiste en su vocación industrial, salvo por los ejemplos de edificación de viviendas de bajo costo, llevada a cabo principalmente por la companía desarrolladora Metropolitana durante los años noventa del siglo pasado. Existen muchas casas antiguas aún en pie y la iglesia del Santo Niño Jesús "El Limosnerito", de principios del siglo XX que está a lado de las vías de ferrocarril. Mucho espacio en la colonia se ocupa para almacenaje de archivos de dependencias públicas como el Instituto Mexicano del Seguro Social y la Secretaría de Hacienda.
La ciudad debería voltear la mirada a zonas como esta y ver su portencial de desarrollo, en lugar de seguir buscando la expansión del territorio urbano hasta sitios tan lejanos como el estado de Hidalgo. La viabilidad de una colonia como Atlampa se fundamenta en su céntrica localización y sus accesos al transporte público y a las vías de comunicación, además de la infraestructura eléctrica, hidráulica y sanitaria ya instalada. Sin embargo, en el caso de Atlampa, no solo es pertinente analizar su potencial como negocio inmobiliario, sino como la posibilidad de disfrutar de su patrimonio arquitectónico, haciendo ciudad y elevando el nivel de vida de sus habitantes presentes y futuros.
Lorenzo Rocha

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