Casi todos los arquitectos estamos de acuerdo en que nuestra profesión está en crisis, pero la mayoría de nosotros no sabría explicar las razones de su malestar. Algunos sostienen que los arquitectos nos hemos aislado de la sociedad y que solamente nos dedicamos a especular sobre las complejidades de las formas y de los conceptos arquitectónicos inaccesibles para la mayoría. Otros colegas sostienen que hemos perdido nuestro lugar como expertos en las técnicas de la construcción, dejando a los ingenieros civiles nuestra tradicional tarea como constructores.
Pero hasta ahora nadie lo ha explicado tan bien como el teórico Alberto Pérez Gómez, autor del importante texto "La arquitectura y la crisis de la ciencia moderna", publicado en inglés en 1983. En la introducción a su libro, el autor escribe: "La teoria de la arquitectura, al ser convertida en ficción, se transformó en una lista de reglas operativas, en una herramienta de carácter exclusivamente tecnológico. Según la teoría, el mayor objetivo del arquitecto es construir del modo más económico y eficiente, evitando cuestionarse el porqué de la construcción y la justificación existencial de dicha actividad".
El teórico sostiene que la crisis de la arquitectura persiste hasta ahora ya que los arquitectos seguimos debatiéndonos inútilmente entre dos polos: la especulación formal y la sostenibilidad tecnológica. No obstante, los arquitectos actuales seguimos siendo útiles a la sociedad ya que aportamos un valor simbólico a las construcciones, lo cual ningún otro profesionista involucrado en la construcción es capaz de aportar. Los arquitectos nos ocupamos fundamentalmente del diseño y de la supevisión de la construcción, pero también generamos nuestras propias oportunidades, mediante la reflexión a nivel urbanístico y espacial. Una vez que el proyecto está terminado, invertimos mucho tiempo y esfuerzo en su difusión y discusión en ámbitos académicos, lo cual le confiere a nuestro trabajo una relevancia que va más allá de la satisfacción de la necesidad de espacios.
Los demás profesionales involucrados en los procesos inmobiliarios: urbanistas, abogados, administradores, ingenieros y técnicos, así como los críticos y el público en general, aporta cada uno una pieza importante, pero el arquitecto le da sentido a todo el proceso. En la actualidad se terminó el rol del arquitecto como "director de orquesta", debemos ser concientes que nuestro papel depende del resto del equipo de profesionales y realizar nuestra labor lo mejor posible.
Considero que la crisis en la profesión de la arquitectura es la ignorancia del calado social de la labor de los arquitectos y la deficiente educación universitaria, no su trabajo como tal.
Lorenzo Rocha
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