La crisis económica que afectó a España en 2008 tuvo parte de su origen en la inviabilidad económica de muchos proyectos inmobiliarios. Gran parte de ellos quedaron inconclusos y fueron abandonados por falta de recursos para su terminación, operación y mantenimiento.
El Centro cultural de España presenta una interesante exposición titulada “Unfinished”, que fue ganadora del León de oro en la bienal de Venecia de 2016. En la exposición se aprecian fotografías de las ruinas contemporáneas derivadas del abandono y también algunos proyectos derivados del deseo de aprovechar espacios aparentemente inútiles. También es muy interesante una parte de la exposición en la que sus organizadores realizaron entrevistas a diez arquitectos y académicos prominentes entre los que destacan Kenneth Frampton, Nader Tehrani y Sarah Whitting. Las tres preguntas formuladas son muy pertinentes para replantearse ahora, en el contexto actual de nuestra ciudad y de las poblaciones en proceso de reconstrucción tras los sismos de 2017. A continuación responderé con mi opinión acerca de dichas cuestiones.
La primera pregunta formulada es: ¿Hay que ser selectivos en los problemas a resolver? Es obvio que resulta imposible resolver todos los problemas y carencias de espacio con un solo proyecto, principalmente por que las necesidades de las personas son dinámicas. Una vez que un edificio llega a su conclusión, surgen siempre nuevas necesidades. Además las soluciones arquitectónicas casi siempre generan nuevos problemas, por el impacto que tienen en el contexto donde se llevan a cabo.
La segunda pregunta es demasiado ambigua ya que plantea una dicotomía entre las imágenes fijas contra los edificios en proceso de evolución. En resumen no hay una oposición entre estos dos conceptos, ya que las imágenes siempre serán fijas, pues derivan de la captura de un momento específico de la construcción en el tiempo, mientras que los edificios siempre evolucionan, dado a que su uso los transforma y deben adaptarse siempre a los cambios y crecer.
La tercera pregunta formulada en la exposición es ¿Cuantas construcciones en la ciudad deben ser nuevas y cuántas deben ser readaptadas? Es una pregunta crucial cuando se analiza el contexto urbano, donde existen siempre gran cantidad de edificios obsoletos. Sería interesante pensar una ciudad en la que se estableciera una moratoria temporal para la construcción nueva y por un tiempo solo se permitiera la ampliación y modificación de la arquitectura existente. Una vez que se agotaran las estructuras adaptables, dicha ciudad hipotética retomaría su crecimiento y volvería a permitir la construcción nueva. Me parece que este ejercicio sería muy positivo para el uso racional del espacio urbano, tanto público como privado. A veces las crisis económicas o los desastres naturales nos obligan a reflexionar más profundamente sobre las motivaciones que guían nuestro trabajo como arquitectos y urbanistas.
Lorenzo Rocha