jueves, 4 de octubre de 2018

REGENERACIÓN URBANA

Hace más de 50 años que la expansión de la mancha urbana en la ciudad de México supera a la capacidad de la industria de la construcción. Este fenómeno complejo y multifactorial, ha dado lugar al deterioro de las condiciones de bienestar social en nuestra metrópolis. Las zonas que se han degradado han visto la disminución de los servicios públicos y el deterioro de la calidad del espacio urbano, además de la pérdida de su plusvalía. Podríamos decir que se trata de una degradación que tiene su origen en la economía, pero sus repercusiones se manifiestan en los aspectos sociales de la comunidad. 
Cuando uno o varios proyectos inmobiliarios pierden su viabilidad, los propietarios dejan de darles el correcto mantenimiento y los inquilinos comienzan a mudarse a otras zonas. En su lugar permanecen en el barrio quienes no tienen otra opción, las actividades públicas disminuyen y el uso del espacio urbano se ve afectado negativamente.
Por ejemplo la calle de las Cruces en el centro histórico se desarrolló durante la primera mitad del Siglo XX, cuando el espacio vacante derivado de la demolición de algunos conventos y la venta sus jardines y huertas, dió lugar a la construcción de tiendas, cafeterías y edificios de vivienda de muy buena calidad. Después, a partir de los años setenta comenzó a proliferar el comercio ambulante y a aumentar la inseguridad, lo cual provocó un éxodo de muchos de sus pobladores, el cierre de gran parte de los  comercios y la disminución de las rentas. Desde hace diez años los comerciantes han sido desalojados de las calles y comienza un proceso de regeneración urbana. La reutilización de edificios, en este caso ocupados por sucursales bancarias, revierte lentamente el proceso de deterioro de éstos y comienza a revalorizar a las demás propiedades. 
La regeneración urbana es la reacción social al deterioro de la calle, no hay fórmulas preestablecidas para lograrla ya que en cada caso se suscita de manera distinta. A veces se origina en alguna acción promovida por el gobierno y otras veces proviene de la iniciativa privada. En resumen, se puede ver como un alineamiento de tendencias positivas.

A los arquitectos a quienes nos interesa la reutilización de edificios patrimoniales, nos hace falta mayor capacidad de análisis crítico y mejores argumentos para convencer a los inversionistas y a los administradores, para obtener mejores resultados. La viabilidad económica es un factor crucial para dichos proyectos, pero puede acompañarse de beneficios intangibles, como el prestigio que se adquiere cuando se actúa a favor del bien común.
Lorenzo Rocha

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