La construcción de infraestructuras y equipamientos urbanos responde a decisiones políticas que involucran procesos arquitectónicos y urbanísticos en los que deben participar los expertos mejor calificados según cada especialidad.
Después de conocer la intención del presidente electo, acerca de la suspensión de la construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad de México, los profesionistas relacionados con el campo de la arquitectura nos encontramos en un estado de incertidumbre parecido al que experimentamos hace 4 años, cuando se anunció el proyecto de Texcoco. El proceso de decisión para dicho proyecto se llevó a cabo de manera opaca, el público no recibió la información suficiente para poderse formar una opinión al respecto, lo cual resultó en la politización del proceso durante la campaña electoral de 2018, la cual culminó con la reciente consulta pública, que a su vez tampoco ha sido satisfactoria por su escasa representatividad y por no existir un estudio fiable sobre la viabilidad de la alternativa planteada en la propia consulta.
La solución compuesta por la ampliación del aeropuerto actual y la construcción de nuevas pistas en la base aérea militar de Santa Lucía en Zumpango a 47 kilómetros del centro de la ciudad, no está suficientemente sustentada por lo que crea aun mayor incertidumbre de la que se tenía sobre los efectos de la terminal ya en construcción, en los aspectos de su cimentación para evitar hundimientos y del daño ambiental al sistema hidráulico de la cuenca de México.
En resumen, de momento no hay respuestas suficientes para asegurar que en el mediano y largo plazo quede satisfecha la demanda y crecimiento del tráfico aéreo para la capital del país. Además de ello hay una situación inquietante para los arquitectos, la página de internet del presidente electo ha publicado imágenes y planos del proyecto de la ampliación y la terminal en Santa Lucía. El sitio habla incluso de un plan maestro de 23 kilómetros cuadrados y de un anteproyecto para la terminal, aunque lo que es posible consultar parece más bien una imagen-objetivo aun sin desarrollar. Es curioso que la forma de la terminal de Santa Lucía se parece en algunas cosas a la Terminal 2 del aeropuerto actual, sus edificios terminan en cortes a 45 grados y parece ser una construcción de concreto blanco con grandes fachadas de cristal. El sitio no proporciona información acerca del autor del proyecto, pero si deja dudas importantes.
¿Habrá esta vez un concurso para el edificio terminal, en el que se den a conocer públicamente los jueces y las bases para la selección de los participantes? ¿Se harán los estudios pertinentes en las mismas condiciones en que se hicieron para el proyecto de Texcoco? ¿El nuevo gobierno tiene intenciones de transparentar paso por paso el proceso de las licitaciones? De no ser así dentro de tres años podríamos encontrarnos en una situación tan incierta como en la que estamos ahora.
La situación actual puede ser el comienzo de un mecanismo positivo para el futuro del desarrollo urbano en el país, pero únicamente si las nuevas prácticas terminan con los vicios de las anteriores. Solamente si se elimina la opacidad, el autoritarismo, la demagogia y la corrupción habrá servido para algo el amargo momento que estamos pasando, si no es así, la cancelación de la obra en Texcoco habrá sido en vano.
Lorenzo Rocha
No hay comentarios:
Publicar un comentario