jueves, 24 de septiembre de 2020

CEMENTERIOS

Michel Foucault escribió en 1967 una ponencia llamada “De los espacios otros”, texto del que derivó el concepto de heterotopía, el cual está en discusión en círculos académicos desde los años ochenta. El filósofo francés trata en su ponencia sobre la yuxtaposición indistinta de los espacios públicos y privados, característica del urbanismo del Siglo XX.

Según Foucault, el tercer principio de la heterotopía está fundamentado en su “poder de yuxtaponer en un solo lugar real múltiples espacios, múltiples emplazamientos que son en sí mismos incompatibles”. Los jardines son sin duda ejemplos perfectos de ello. El cementerio también es una especie de jardín y está ligado a casi todos los habitantes de una ciudad, ya que casi todos sus habitantes tienen algún pariente o amigo sepultado allí. Sin embargo, la cultura arquitectónica ha ido desplazando paulatinamente a este lugar que antes ocupaba el centro del pueblo, a un lado de la iglesia. Desde que se asocia a la muerte con la enfermedad y con las infecciones, los cementerios fueron desplazados hacia las periferias urbanas. Pero no solamente se trata de razones sanitarias, sino también culturales, que se han acentuado desde que ha disminuido la cantidad de gente que tiene fe en la inmortalidad del alma.
En México, el culto a los muertos es una de las costumbres más arraigadas en la sociedad. Quizá por esta razón aún persisten los cementerios en las zonas centrales de las ciudades y sobre todo de los pueblos. En las ciudades, las visitas al camposanto son menos frecuentes y tampoco son tan coloridas las fiestas del día de los muertos. Pero en pueblos conurbados como el célebre San Andrés Mixquic, en Tláhuac, al oriente de la capital, los panteones han elevado su importancia al nivel de patrimonio cultural. 
El cementerio es una pequeña ciudad para los difuntos, con calles, parcelas y con domicilios particulares. Son sin duda heterotopías yuxtapuestas a los espacios vivos de la ciudad, pero también forman parte de esta y aunque sea doloroso recordar a nuestros parientes fallecidos, la memoria es lo único que los mantiene vivos en nosotros.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 17 de septiembre de 2020

ESPACIO VIRTUAL

La artista visual Julieta Gil, quien se formó como arquitecta, realizó en 2019 una pieza titulada “Nuestra victoria”, que consiste en una documentación fotogramétrica de la base de la columna del Ángel de la Independencia, tras la protesta feminista. El modelo tridimensional del monumento se ha conservado digitalmente y se puede consultar libremente en la página de la artista.
El espacio público se concibe desde tiempos recientes como el sitio físico dentro del entorno urbano y también las plataformas digitales presentes en la red. Ambos espacios son sin duda, medios para el intercambio de las ideas, para las protestas y las relaciones humanas, sin olvidar que en ambos se ejerce la manipulación y el control de las masas. Sin embargo, existe una característica fundamental que los distingue, en cuanto a la experiencia física de ambos.
El espacio físico de las calles y plazas se experimenta de manera corporal, se percibe mediante todos los sentidos que conforman nuestra experiencia háptica, primordialmente tocando lo que está al nuestro alcance, escuchando, oliendo y mirando nuestro entorno. En tiempos de pandemia, la distancia física necesaria para evitar contagios, nos coloca al doble de la distancia habitual, suficientemente lejanos para anular el contacto físico entre nosotros.
Por su parte, el espacio transmitido por medios audiovisuales, la fotografía, el audio y el video, nos permiten el intercambio discursivo y la distribución de imágenes fijas y en movimiento, pero ciertamente no nos dan la experiencia física del espacio público y se prestan más fácilmente a simulaciones que transmiten información falsa o sesgada. Es indudable que el internet ha jugado un papel crucial durante el confinamiento y sus herramientas han sido de gran utilidad para la sociedad. Pero no olvidemos que el espacio que aparece en nuestras pantallas no es real, se trata de representaciones gráficas del mundo exterior. Por estas razones, es muy importante estar atentos ahora más que nunca a no confundir la información con la experiencia y las imágenes con la realidad.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 10 de septiembre de 2020

VIGILANCIA EXTREMA

Desde hace 14 años se celebra en Getxo, localidad aledaña a Bilbao, un festival de imágenes que llena las calles y edificios de trabajos visuales de gran calidad. La presente edición de Getxophoto se titula “¡A la calle!
Las tensiones sociales y las desigualdades, generan interesantes contenidos visuales para el trabajo de muchos artistas contemporáneos. Durante las últimas décadas, el espacio público urbano se ha saturado con cámaras de vigilancia, que graban y almacenan cada movimiento de personas y objetos por la vía pública, que son clasificados y estudiados por algoritmos informáticos que han sido creados para registrar, prevenir y evitar cualquier crimen potencial. Las Smart Cities, se caracterizan por el uso de la tecnología para la optimización de los transportes y la seguridad ciudadana. Pero para muchos de los ciudadanos el control parece excesivo, ya que los gobiernos los han aprovechado para vigilar a los ciudadanos y reducir notablemente su libertad de movimiento y opinión.
Dos trabajos fotográficos y audiovisuales, presentes en Getxophoto, nos muestran aspectos sofisticados y a la vez inquietantes de la vigilancia policial sobre las calles urbanas de distintas ciudades. 
El primero de ellos es la serie audiovisual del colectivo barcelonés Estampa, se trata de un video titulado “3409 Worker”, en el que se han encuadrado a los objetos y personas, mientras una voz informatizada los describe para su clasificación específica. El otro, que es el negativo del primero, se titula “Smile! You are out of Camera”, es accesible por internet y consiste en una cámara instalada en Getxo, en la cual todos los objetos y personas en movimiento se cancelan con cuadrados blancos. 
En segundo lugar se encuentra expuesta la serie fotográfica “False Positives”, de la artista holandesa Esther Hovers, la cual muestra escenas urbanas en Bruselas, con comportamientos considerados por las cámaras como anómalos, como correr repentinamente o detenerse por un largo tiempo, conductas que los sistemas informáticos de “vigilancia inteligente”, consideran como predicciones de un posible crimen o acto terrorista.
Lorenzo Rocha

 

jueves, 3 de septiembre de 2020

CELOSÍA SIMBÓLICA

En 2004 apareció sobre la azotea del Museo Carrillo Gil una estructura de madera recubierta de cartón asfaltado que llamó la atención de los vecinos y visitantes, era nada menos que la obra “Paracaidista. Avenida Revolución 1608bis”, de Héctor Zamora.

En medio de tantas malas noticias, resulta alentador saber que el arte mexicano sigue interesando a las instituciones culturales a nivel internacional. Hace algunos días fue abierta al público la pieza “Lattice Detour” (“Desviación en celosía”) en la terraza del Museo Metropolitano de Nueva York, obra del escultor mexicano Héctor Zamora. La obra, un muro curvo de aproximadamente tres y medio metros de altura, construido con ladrillos huecos importados desde México, hace referencias directas a otras esculturas modernas y también opera a nivel simbólico.
El muro es sin duda un eco de la famosa obra “Tilted Arc”, instalada en la misma ciudad por Richard Serra en 1981 y retirada poco tiempo después por quejas de la ciudadanía. La polémica que se suscitó alrededor de la obra de Serra se debió a que su escultura de acero de grandes dimensiones (4 x 38 metros) creaba un obstáculo para el libre tránsito de las personas por la plaza Foley en la que se colocó.
No cabe duda que realizar una pieza de dimensiones similares, pero de un material que permite el paso de la luz y la visión a través suyo, constituye un comentario crítico a la obra de su predecesor. Pero sabemos que los muros están cargados de un valor simbólico aún más importante, sobre todo aquellos entre México y los Estados Unidos. Es sorprendente como un acto político tan desatinado como la construcción de un muro en la frontera entre ambos países puede inspirar a tantos artistas a la creación de barreras reales o virtuales en los espacios museísticos. En seguida nos recuerda la obra “Amerika”, un muro de ladrillo construido el año pasado por Jorge Méndez Blake para la exposición “Borders”, en la galería neoyorkina James Cohan.
Sin duda la obra de Zamora, reviste un gran interés para el arte y la arquitectura en tiempos de crisis políticas, económicas y sanitarias.
Lorenzo Rocha

 

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